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Cuando la televisión deja de ser la caja tonta

'The Wire', una serie de culto ambientada en Baltimore.

Garikoitz Montañés

¿Con qué estás ahora? Esta pregunta se ha convertido en un lugar común entre los aficionados a las series de televisión. “Todo el mundo las está viendo”, apunta el profesor de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Navarra Alberto Nahum García. Él fue el encargado, el pasado día 11, de abrir el ciclo de conferencias Pamplona en serie, que la red de centros cívicos Civivox acoge a lo largo de febrero. Las nuevas entregas serán los días 18 y 25, siempre a las 19:30 horas, con entrada libre, y el objetivo es analizar el fenómeno de las series. Porque, como se publicita la HBO, el gran referente para los gurús (que usó el lema It's not tv, it's HBO), las series ya no son cine de segunda sino una oferta audivisual de primer nivel.

De hecho, este nivel es el permite hablar del momento actual como de la Tercera Edad de Oro de las series televisivas. La primera, según explica García, se sitúa entre la década de los 50 y 60 con el arraigo de la pequeña pantalla; la segunda, en los años 90 gracias a productos como Twin Peaks, Urgencias y Doctor en Alaska; y la última arrancó a finales de esa misma década, con, por ejemplo, Los Soprano. El nombre de Tercera Edad de Oro, no obstante, también es “un cliché” que ayuda a la promoción televisiva, pero cada vez está más claro que la televisión “puede ser la caja lista”. Es decir, que ya no se trata solo un divertimento doméstico para pasar el rato, sino un formato con el que disfrutar de historias diferentes, más implicadas incluso políticamente, y más cercanas, en definitiva, al cine.

Y, en ese modelo en concreto, Estados Unidos lleva la voz cantante. Allí, en un mercado local muy fragmentado y con un público acostumbrado a pagar por ver la televisión, los canales (e, incluso, Amazon) se han lanzado a la producción de series. La competencia impulsa la calidad y anima a crear marca, y de ahí que el nivel general sea “muy bueno”. Con excepciones, claro.

¿Y cómo ha afectado Internet a este fenómeno? ¿Se ha perdido la figura del seguidor o seguidora que lo dejaba todo para acudir a casa a una hora determinada a ver un nuevo capítulo? El guionista Sergio Vicente Santesteban, que esta semana (el miércoles 18, a las 19:30 horas, en el Civivox Ensanche) continuará con el ciclo Pamplona en serie, cree que ese fanatismo “sigue existiendo”. Y eso a pesar de que, al día siguiente de la emisión, las cadenas facilitan los nuevos capítulos en sus páginas web y las descargas (las legales y las ilegales) registran picos mientras las redes sociales se llenan de spoilers.

Ante tanta oferta, se complica la posibilidad de dar en la tecla y convertir un producto en éxito. Santesteban, que en la actualidad trabaja como guionista en la serie Gym Tony, explica que el de Estados Unidos es “un modelo distinto” al español, porque se cuenta con más financiación y prima la apuesta por la calidad: una temporada por año y con fechas marcadas. En España a veces resulta más complicado que el producto se mantenga, y este puede cancelarse al quinto capítulo, o bien alargarse más de lo esperado ante un éxito repentino. No obstante, Vicente cree que cada vez queda más atrás esa idea de que, para que una serie triunfe en España, tiene que ser familiar, y gustar a los nietos y a la abuela. Ahora, “cada vez se da más importancia a las historias”.

“Esto es un mundo”

En el caso de este guionista, se revela como un seguidor de South Park, habla maravillas de Juego de tronos, Mad Men o The Walking Dead; y recomienda engancharse a la nueva Transparent. Eso sí, hablar de recomendaciones de series asegura provocar el debate, como reconoce el crítico y miembro de la organización de este ciclo, Juan Arteaga: “Esto es un mundo. Las discusiones pueden ser tan variadas como en el cine”.

A la pregunta de si estamos ante un boom pasajero, Arteaga responde con un no rotundo. De hecho, augura que “va a perdurar”, y más mientras se mantenga la calidad, el continuo paso de realizadores y del reparto del cine a la televisión (y viceversa), y las historias continúen enganchando al público. Cada temporada, cada nuevo episodio.

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