Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Los whatsapps que guardaba Pradas como última bala implican de lleno a Mazón
La polarización revienta el espíritu de la Constitución en su 47º aniversario
OPINIÓN | 'Aquella gesta de TVE en Euskadi', por Rosa María Artal

Munich como déjà vu

Foto archivo. Vladimir Putin y Donald Trump (d), EFE/ Michael Klimentyev/sputnik/kremlin Pool
14 de febrero de 2025 21:51 h

30

De repente, en cuestión de días, y en relación a Ucrania, nos va inundando una sensación de déjà vu, de asistir a una tragedia repetida (nadie en su sano juicio se atrevería a usar el término “tragicomedia”), aunque algunos de los actores principales sean grotescos, en 1939 Hitler y Stalin, hoy Trump y Putin.

El 23 de agosto de 1939  las dos potencias de la época, la Alemania de Hitler y la Unión soviética de Stalin, firman el llamado “Pacto germano-soviético”, que merece la pena ser leído a la luz de hoy para tener una idea de hasta qué punto dicho acuerdo estaba plagado de mentiras. De la A a la Z.

Pocos días después, el 1 de septiembre de ese año, Alemania invadía Polonia y empezaba la Segunda Guerra Mundial, y la secuencia agresiva se prolonga en 1940,con la invasión de Francia por Hitler,  y en 1941 con su ataque  a la Unión Soviética, en sus siglas, la URSS. Pasaron cosas difíciles de creer pero bien reales. Por si alguien se decide a hacer comparaciones, podemos resumir lo peor de lo peor. La principal víctima del Pacto germano-soviético fue Polonia, que no había hecho nada contra nadie. A día 2 septiembre de 1939, al día siguiente de iniciada la guerra, Alemania invade la mitad occidental de Polonia, y de modo sincronizado, la URSS engulle la otra mitad. Hay otros daños “colaterales”, esa misma URSS intenta quedarse con Finlandia, pero solo conseguirá la mitad. Los jóvenes países bálticos quedan incorporados a la fuerza, y no se liberarán de ese yugo soviético hasta el fin de la URSS en 1991…

En todos los casos, con ligeros matices, Stalin y Hitler ponen sobre la mesa los mismos argumentos. Uno muy socorrido es el de las “raíces históricas” de estos territorios “recuperados”. Otro, terrible, la protección de poblaciones propias “sojuzgadas” en  países que las oprimen.  Por ejemplo, Hitler se anexiona dos tercios de la joven Checoslovaquia, es decir Bohemia y Moravia, para proteger a las minorías de habla alemana. A la par, Hitler ya se había anexionado Austria. Stalin expande su control desde la ocupada Polonia hasta la costa del Pacífico.

¿Y las potencias europeas? Gran Bretaña y Francia se pasan el tiempo tergiversando desde 1938. Ese año se pergeña la Conferencia germano-soviética de la que saldrá el Pacto antes mencionado de 23 de agosto de 1939, y que tuvo lugar en…. ¡Múnich!. Sí, donde mañana empieza la gran conferencia internacional de Seguridad, que se celebra cada año, conocida como la “Werkunde”. Tuve, por motivos que no vienen al caso, la ocasión de participar en dos de ellas, 2009 y 2010. Incluso puede escuchar en vivo a Kissinger. Aquello no era un “Davos”, aquello iba más en serio… y en aquellos años de lo que se habló es de Afganistán, pero Estados Unidos y Rusia no mostraban ningún antagonismo particular. Faltaba una década para que culminase el repaso que los “Talibán 2.0”, infligieron esta vez a Estados Unidos y la OTAN. Incluso, en 2009 y 2010 Estados Unidos y Rusia compartían la misma base militar en Bishkek, capital de Kirgystan…

Esta vez, la Wehrkunde de Múnich va de cómo Trump y Putin avanzan paso a paso –o a paso ligero— a partirse un pequeño país que se llama Ucrania. Va de cómo la OTAN va a reírle las gracias a su nuevo Secretario General, el Sr. Rutte, que hoy aparece en varias fotos en Bruselas riendo a carcajadas no sabemos de qué bromas, que le hacen diversos diplomáticos y algún general.  Va de cómo los argumentos de “defender y preservar la paz” son esenciales, y de cómo Rusia tiene que proteger a sus habitantes “prorrusos” (y quedarse con el 20% de Ucrania). Y de cómo Trump, compulsivo firmante de órdenes ejecutivas, se especializa en “acabar guerras en 24 h”. Pero en Múnich, de Gaza y de qué hacer con sus dos millones de habitantes, no se hablará.

Las diferencias entre aquella tragedia de 1939, y la de hoy día son en apariencia muchas, o bastantes. Google cambia nombres en los mapas, TikTok hace de las suyas, la famosa X… En fin, los “gigantes” tecnológicos en la toma de posesión de Trump se dedican a cosas un poco obscenas. Pero son los Goebbels de la actualidad. Trump y Putin no solo quieren modificar unilateralmente tal o cual frontera, siempre fuera de las propias. Quieren desmantelar todos los mecanismos multilaterales, destruir todas las instituciones internacionales existentes que puedan, la Organización Mundial de la Salud, la Organización Mundial del Comercio, el Tribunal Penal Internacional (¡del que no son firmantes!). Reducir la Unión Europea a su mínima expresión. Fosilizar a la OTAN, y no se crean nada del famoso 2% del PIB, no porque no sea importante el debate, sino porque Trump nunca aceptará discutir en serio dónde, cómo y cuándo se gastaría ese incremento de gasto.

 Y una anécdota muy real. En agosto de 1939, acabada la guerra civil española, decenas de miles de españoles hacinados en campos de concentración en el sur de Francia no daban crédito a las noticias que les llegaban. ¿El pacto germano soviético? ¿La invasión (doble) de Polonia? En uno de estos campos, un joven médico republicano se quebró al ver las fotos de Molotov y Ribbentrop, y el espíritu de Hitler y Stalin sobrevolando la ceremonia. Era comunista (del PSUC), llevaba tres años de guerra civil a sus espaldas, batalla del Ebro incluida, convocó una reunión en el barracón, y rompió con el “comisario” político de su organización, el famoso Pacto le pareció una obscenidad, un insulto a muertos, heridos y desaparecidos (y los que quedaban por venir). Recibió amenazas, al final, de sus camaradas, porque “saboteaba los esfuerzos del gran Stalin en favor de la Paz”.

Etiquetas
stats