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Nombrar a Ayuso “alumna ilustre” perjudica a la Complutense

Profesor emérito y Rector Honorario de la Universidad Complutense de Madrid
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

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El rectorado de la UCM ha decidido nombrar a Isabel Díaz Ayuso «alumna ilustre». Probablemente este martes eso sea un hecho consumado. Retrasé la publicación de mi postura sobre dicho nombramiento con la esperanza de que mis consejos y los de muchos otros serían oídos y ese acto no se llevaría a cabo. Ante la evidencia de que dicho nombramiento iba a producirse, he decidido publicar las razones por las que considero improcedente tal nombramiento. 

En primer lugar, destacaría las razones de carácter institucional. Es la primera vez que un nombramiento similar premia a un político en activo. El hecho de semejante reconocimiento, sea quien sea el político premiado, pone en entredicho la autonomía universitaria reconocida en la Constitución y la necesaria independencia que debería tener la Universidad en relación con los poderes del país, sean políticos, económicos o religiosos. Ser la primera alumna de la Complutense elegida presidenta de la Comunidad de Madrid no es mérito suficiente. Antiguos estudiantes ocuparon cargos más relevantes en el Gobierno de la Nación; a bote pronto me vienen a la cabeza los nombres de dos vicepresidentes y el de una vicepresidenta, sin que nadie los haya propuesto para ninguna distinción. La Universidad tiene el deber de mantener su independencia y su autonomía, lo cual resulta difícil con semejantes reconocimientos, más aún en el actual contexto de una larga y tensa campaña electoral. Pero, además de defender la autonomía y la independencia de la Universidad, el recuerdo y un simple atisbo de prudencia nos deberían traer a la memoria los nombres de algunos banqueros o políticos que, habiendo recibido otro tipo de honores de la Complutense, arrastraron el nombre de nuestra Universidad por el fango de las cárceles del país. Dejemos claro que negar los méritos de Isabel Díaz Ayuso para ser nombrada «alumna ilustre» no implica cuestionar su legitimidad como presidenta, como otros antidemócratas cuestionan la de Pedro Sánchez. 

Además, existen argumentos de carácter científicos y culturales. La señora Díaz Ayuso ha manifestado reiteradamente posturas negacionistas en relación con el cambio climático, negando evidencias científicas, lo que supone una profunda irresponsabilidad para una responsable política. La Universidad es un espacio de transmisión y de creación de conocimiento, actividades basadas en la docencia y la investigación asentadas en la apertura de espíritu y el debate de ideas. Espíritu abierto y debate de ideas están en la antítesis de la forma de hacer política de la señora Díaz Ayuso, que se crece incendiando la política a base de insultos y descalificaciones contra sus adversarios —a veces uno se pregunta si los considera como adversarios o enemigos— políticos. Ha vuelto a introducir la palabra «comunista» en el léxico de los insultos al más puro estilo de la época franquista. Esa forma de hacer política está más próxima a la de populistas antidemocráticos como Trump en EEUU o Bolsonaro en Brasil que en el proceder democrático que uno debe esperar de un responsable político en España. Al igual que ellos negaron las victorias electorales de Biden o de Lula, ella niega sistemáticamente la legitimidad del Gobierno de coalición que dirige este país, en un intento por desviar el foco del fracaso de su gestión. En efecto, las políticas desarrolladas por la señora Díaz Ayuso tampoco invitan a refrendar dicho nombramiento.   

Isabel Díaz Ayuso se caracteriza por sus políticas en contra de los servicios públicos. La Comunidad de Madrid está a punto de «estrenar» su decimotercera «universidad» privada siguiendo con una política de descapitalización de los estudios universitarios con presupuestos insuficientes y matrículas altísimas. Se ha propuesto consolidar la Universidad como un negocio donde no tiene cabida la investigación ni tienen cabida las clases más desfavorecidas. La Universidad tiene que estar abierta a todo estudiante que lo desee y muestre capacidad para el estudio. Esto es una inversión de futuro para el país. Además, la Universidad debe tener la suficiente financiación para desarrollar investigación Esto es otra inversión de futuro que enriquece al país. En otros ámbitos educativos hemos visto cómo se favorecía la creación de centros concertados o privados y se primaba la matrícula en dichos centros con las tristemente famosas «becas» a hijos de familias con rentas altas. Tampoco olvidemos los numerosos centros educativos —desde la educación infantil hasta el bachillerato— prometidos hace años, pero sin construir, incluso sin presupuestar, en fechas en las que deberían estar terminados y funcionando. Parece que la señora Díaz Ayuso no ha oído a Derek Bok, exrector de la Universidad de Harvard, cuando decía: «Si usted cree que la educación es cara, pruebe con la ignorancia».

Las políticas desarrolladas por la Comunidad de Madrid en el campo de la salud han sumido a la sanidad pública madrileña en un conflicto de meses que el Gobierno regional deja languidecer para doblegar a los sanitarios y favorecer sus mal llamadas «alianzas público-privadas» que en la práctica consisten en transferir fondos públicos a bolsillos privados. Se ha pasado del aplauso a los médicos y enfermeros durante la pandemia a la descalificación y el insulto. Esos médicos y personal sanitario que defienden la sanidad pública, que defienden nuestra salud, muchos de ellos antiguos alumnos de la UCM, merecen esa distinción de «alumno ilustre» mucho más que la señora Díaz Ayuso. Mientras tanto en Madrid crece la sanidad privada, crece la deplorable gestión privada de la sanidad pública, es decir que crece la transferencia de dinero público a manos privadas. Una consecuencia más del deterioro de la sanidad madrileña es que somos la comunidad con mayor porcentaje de seguros sanitarios privados por habitante. 

El drama por el abandono ocurrido en las residencias de la tercera edad durante la pandemia también debería hacernos reflexionar sobre la idoneidad de este nombramiento. Desde hace tres años no se ha hecho nada para cambiar la situación de las residencias, otro ámbito de los servicios públicos dejado en manos del beneficio, no de los residentes sino, de los fondos buitres que gestionan la mayoría de los centros. 

En este, para mí, triste momento, vienen a mi memoria los nombres de numerosos científicos formados en nuestra universidad y abocados a investigar en otros países en los que son reconocidos y laureados. Tal vez ellos también merezcan ese reconocimiento antes que la señora Díaz Ayuso. Por mucho que le dé vueltas a la cabeza, no encuentro ningún motivo de alegría en ese lamentable nombramiento que perjudica la imagen de la Universidad Complutense.

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