Desinformación: del rifirrafe a los “reproches”
Cada cierto tiempo un vocablo se pone de moda en la información política y ya se ha convertido en costumbre que sea para empeorar el mensaje. Del rifirrafe entre líderes de partidos hemos pasado a los “reproches”. TVE en sus telediarios –antes de la llegada de Marta Carazo al TD2 al menos– era prolífica en la expresión. Pero su progresión es tal que ya ha alcanzado hasta a las portadas de periódicos serios –que algunos hay–. Los reproches suelen ser entre PP y PSOE, equiparándolos, desinformando.
El reproche en el lenguaje común, como pedir perdón, parecía quedar en el ámbito personal, no tiene sentido en grandes temas que se inscriben hasta en el ordenamiento jurídico. Por un delito vas a la cárcel, no pides perdón. Si quieres criticar algo grave como causar deterioro a la democracia, no reprochas: denuncias. Incluso parece de otro tiempo. De la damisela decimonónica, según se la pintaba, que reñía a su enamorado. Ciertamente, no es así. Hasta la psicología analiza el reproche: siempre es un circunloquio para no ir al grano.
Y es lo que logra el utilizar palabras, como reprochar, en la información de las batallas políticas. Quitar hierro a la acción reprobable y, unida al reparto de culpas, distribuirlas a menudo injustamente entre el agresor y la víctima. ¿Recuerdan la famosa frase del arzobispo sudafricano, Desmond Tutu, Premio nobel de la Paz 1984? “Si eres neutral en situaciones de injusticia significa que has elegido el lado opresor”. La falsa equidistancia en la información, con los este dice y el otro dice, es una rotunda toma de partido por el atacante.
Casi nadie es un santo, por supuesto, pero la nada objetiva atribución de responsabilidades por igual nos ha llevado a una situación lamentable de la vida política. PP y PSOE se reprocharán el uno al otro dañar la democracia, pero el papel de cada uno en ese quebranto es absolutamente desigual.
El PP mantuvo durante buena parte del gobierno de Rajoy –que sepamos– una cloaca policial y mediática para hacer la guerra sucia a sus adversarios políticos y para lavar sus abundantes corrupciones. Con la ayuda también de una justicia que produce pasmo a la que, nos dicen, no se puede criticar. El PP se niega a renovar el Poder Judicial, aunque lleve caducado cinco años por encima de su mandato. Dadas las ácidas invectivas –nada de tiernos reproches– del Consejo General, no parecen estar a disgusto con esa situación. Es el PP quien ha propiciado la entrada de la ultraderecha en las Instituciones y aplicado gran parte de su programa que contraviene en algunos casos derechos esenciales. Es el PP quien mantiene una bronca permanente en el Congreso y fuera de él, varios de sus miembros destacados son auténticos motores de crispación para sembrar en toda la sociedad. La violencia de sus manifestaciones nos tiene absolutamente hartos. El PSOE, nos dicen, deteriora la democracia por promover una Ley de Amnistía que apoya la mayoría del Congreso. Me parece que hay una notable diferencia en los papeles.
Los reproches que se cruzan estos representantes de los ciudadanos incluyen quejarse por decirle a un portavoz del PP que tiene poco pelo y lleva gafas. Se trata de Miguel Tellado, que actúa en el Congreso como autentico dóberman hambriento y tiene poco pelo y usa gafas. Es el que quería enviar al presidente Sánchez fuera de España metido dentro de un maletero. Todo esto sobra pero, entre los dulces reproches que el PP ha dedicado al presidente del Gobierno, dentro de una lista kilométrica, está desde llamarle hijo de puta en pleno Congreso de los diputados –como hizo Ayuso y le lavan con fruta sus adeptos–, decir que es amigo de terroristas o un peligro público y que cuentan para resolverlo “entre todos” con la Corona, las Fuerzas Armadas o el Poder Judicial (casualmente, con el Poder Judicial). Cualquiera diría que todo esto deteriora la democracia al extremo de incitar a un golpe de Estado. Lo mismo que las convocatorias “a hacer lo que cada uno pueda” de su padrino el expresidente José María Aznar. Lo hemos dicho muchas veces, pero se ve que no las suficientes como para que se enteren quienes titulan o hacen entradillas en los telediarios: no hay cruces de reproches sino agresiones intolerables de un lado, y es el PP quien deteriora la democracia al punto que ningún país serio tendría un partido de esta calaña sin exigirle hasta una refundación.
PP, Vox y los residuos de Cs se han llevado a Rosa Díaz al Parlamento Europeo a defender sus teorías calificando al Gobierno de España de “una anomalía en la Europa democrática y añadiendo una auténtica sarta de insensateces. Un bochorno internacional impropio de esa Cámara. La candidata a la Secretaría General del PSOE a la que, en buena hora, le ganó Zapatero no logra superar años después su fracaso pero es la voz de apoyo al parecer del PP y sus colegas.
¿Y qué me dicen de la iniciativa del Gobierno de Moreno Bonilla en Andalucía? Va a promover una reflexión sobre ETA en los colegios. Bien, de acuerdo, sin olvidar detalles de su proceso de disolución, ése que no quiere aceptar su partido dado que forma parte de sus campañas electorales. Pero, sobre todo, enseñen de una vez en los colegios el golpe de Estado que dio la derecha fascista en 1936, háblenles de los asesinados que permanecen en las cunetas por lo difícil que ha resultado devolver sus restos a sus familiares, añadan cómo se han mofado varios miembros del partido de Moreno Bonilla de los descendientes de los fusilados, hasta un portavoz actual del PP, pormenoricen en datos los 40 años de dictadura que mantuvieron y cómo han terminado volviendo a aupar a una derecha tan poco democrática.
La alarma por la desinformación crece ante las terribles perspectivas que se prevén durante este año electoral en medio mundo. La escritora Naomi Klein la sitúa en su nuevo libro, 'Doppelganger', como uno de los más grandes problemas que amenazan a la Humanidad, un problema que ya está aquí. Klein alertó en 'No Logo' (2002) del poder que estaban adquiriendo las marcas y de toda la génesis de 'La Doctrina del shock' que aplica el capitalismo para beneficiarse de sus crisis cuando más vulnerable se siente la sociedad. Lo publicó apenas un año antes de que se demostrara amargamente en la gran quiebra de 2008 que, con la caída de Lehman Brother, arrastró a todo el sistema financiero mundial.
En el “espejo” (doppelganger) que presenta Klein parece haber el mismo desconcierto que sufrimos tantos bienintencionados al ver que no funcionan las recetas y que la ultraderecha se está apoderando hasta de lo que encuentra útil para sus objetivos en la izquierda. Concienzudamente organizada en torno a Steve Bannon como cabeza de la operación internacional, vemos sus huellas en cada país afectado. Los bulos han sido material imprescindible para su alza y propagación. Es más que evidente. Todos necesitamos respuestas en momentos tan críticos como éste, desgrana Klein. Los medios no funcionan en su mayoría para informar e Internet se ha vuelto un refugio altamente inseguro. Naomi Klein viene a compararlo con un wc público, abarrotado y sucio.
No solo nos hicieron pagar a los ciudadanos la crisis del capitalismo de 2008, por cierto en jugada redonda, sino que el vendaval de desdichas que se han sucedido desde la pandemia de Covid de 2020 se está saldando con el auge de los fascismos y sus marcas blancas. No me digan que no es casualidad. Ni a propósito. La desinformación ha sido pieza clave de esta tragedia en ciernes.
Así que, por favor, dejen de contarnos los “reproches” y de dar pábulo a la falsa equidistancia. Se están perpetrando atropellos enormes, hay culpables y víctimas. Si no dejan de ponerse al lado de los opresores, serán cómplices y responsables de lo que ocurra.
38