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El entuerto Villarejo

El comisario Villarejo sale en libertad provisional de la cárcel de Estremera (Madrid)

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“Cada destino individual, y el de la humanidad, dependen de la exactitud o la falsedad de la información que tengas”

Arquíloco de Paros

Si le van las explicaciones sencillas y le vale con una buena conspiración o con gritar: ¡cloacas!, le sugiero que se mude de columna. Hay varias alrededor que seguramente le resultarán instructivas y entretenidas. El simplismo es una plaga y asumir que quien intenta conocer un mundo complejo tiene que esforzarse un poco no es moneda corriente. Si le vale con clamar que la Justicia siempre ampara a los mismos y que hay una cloaquera conspiración, le receto carretera y manta porque, lo que es yo, voy a procurar desentrañar lo que ha pasado que, ya les digo, puede tratar de torpezas, de descuidos, de cabezonerías o de desencuentros, pero no trata de que en ningún reservado las fuerzas del mal hayan decidido sacar a la calle a Villarejo. Nadie de los que han intervenido está contento con que Villarejo pise la calle y todos son conscientes de que existe riesgo de que se largue o de que siga delinquiendo. 

Antes de que me adentre en buscar las responsabilidades técnicas y los pasos en falso voy a darles el más claro antídoto frente a las conspiraciones de pacotilla que me dio un muy buen magistrado un día, y que no es sino una versión castiza de la navaja de Ockham o principio de la parsimonia, el que dice que en igualdad de condiciones la explicación más sencilla suele ser la más probable. El viejo magistrado me decía, refiriéndose a conspiraciones judiciales: “¿es posible que todos los que han intervenido en la causa se hayan conjurado? Verás cómo no”. Ya les adelanto que un complot en el que Ángela Murillo, Paloma Gómez, Fermín Echarri, Fernando Luzón, Serrano, García-Castellón, más la bruja Lola, se hayan conjurado para dejar en libertad al chorizo más emblemático de los últimos tiempos es sencillamente imposible.

Ante esa evidencia, intentaré explicar lo que ha pasado, para saber si las culpas que se cruzan entre la Fiscalía Anticorrupción y la Sección Cuarta de la Audiencia Nacional terminan cayendo de cara o de cruz. En este enredo procesal -que es lo que tenemos delante- nada ha tenido que ver la fiscal general del Estado, Dolores Delgado. Es una absoluta injusticia que se siga repitiendo una y otra vez que existe algún tipo de relación oscura de ésta con Villarejo a raíz de unos audios filtrados, cuando existe en poder de Anticorrupción un informe de expertos policiales en el que queda claro que tales fragmentos fueron montados y adulterados hasta conseguir que parezca que se dice lo que en realidad no se dijo. Así que, ¡qué quieren!, a Delgado más bien le hubieran tenido que ofrecer acciones como perjudicada en este asunto en vez de hacerla cargar con un deepfake que pretendía hacerla caer como ministra. Repitan conmigo, si de Villarejo sale algo no lo den a bote pronto por bueno, porque seguramente no lo es. Pero, vaya, que precisamente ese informe que favorece a Delgado no se filtró. 

Les supongo informados de que la prisión provisional, antes de juicio, no puede durar prorrogada más de cuatro años. El próximo 3 de noviembre hará cuatro años que Villarejo está en prisión y sí o sí, si no existe una sentencia, tendría que salir en libertad. Irremisiblemente. Me dirán ¡pero estamos en marzo!  y eso también tiene explicación. Un tribunal de la Audiencia tiene ya para juzgar las piezas Iron, Land y Pintor, que son muy mediáticas pero no son ni las más graves ni la pieza principal de Tándem. Bien, pues este tribunal ha señalado el juicio para mediados de diciembre porque dice que tiene otros juicios con preso que están antes y no puede hacerlo. ¿Se dan cuenta? Para cuando empiece el juicio, de cualquier forma, Villarejo estaría en la calle. 

Lo que sigue es un tira y afloja entre Anticorrupción y el tribunal, del que la Fiscalía General se ha enterado por un informe que les ha mandado su jefe, Fernando Luzón. Los fiscales recurrieron y le pidieron al tribunal incluso que cambiara las fechas y lo juzgara antes. Los jueces no se lo han tomado muy bien y la magistrada Ángela Murillo, en el auto de desestimación de todas las peticiones fiscales, les ha puesto finos filipinos. Que quiénes son ellos para marcarle la agenda de señalamientos a la Sala, que por qué no espabilaron antes e interesaron que se hicieran esas cosas cuando tocaba y, en fin, que son los jueces los que deciden lo que juzgan junto aunque el instructor lo haya separado. Un baño, vamos, con un tono nada neutro, aunque es cierto que el fiscal en su escrito anterior les había dicho a ellos que la decisión que tomaban de ordenar la libertad de Villarejo era “no responsable”. Total, que dice el tribunal que ellos lo han dejado en libertad pero que está en prisión por otras causas, así que no lo dejan salir y que el juicio será en diciembre y que los demás se apañen como puedan. 

La Fiscalía Anticorrupción sigue estando segura de que hay riesgo de fuga porque tiene pasta fuera, documentación falsa y su entorno familiar está implicado con él, que ya no tiene ningún arraigo en España. Ahora me dirán ¿pero, entonces, si está en prisión por otras causas y todavía puede estar hasta noviembre, por qué ha corrido Fiscalía a pedir que se le deje en libertad hoy mismo? Por dos motivos, uno constitucional y otro pragmático. 

El motivo constitucional es que la medida de prisión preventiva sólo puede durar el tiempo necesario para cumplir su objetivo de asegurar el sometimiento del justiciable al proceso. Ahora ya sabemos que ese objetivo no se cumple puesto que en ningún caso Villarejo estará sujeto cuando llegue la fecha del juicio el 12 de diciembre, así que ya no es posible mantenerlo en prisión.

El motivo pragmático no tiene discusión. Si esperaran a que se agotara la prisión preventiva el 3 de noviembre -puesto que está en prisión también por otras causas- luego no podrían volver a pedir ninguna medida cautelar contra él. Pidiendo su libertad hoy se guardan nueve meses en las puñetas que luego les pueden venir muy bien. Con ellos pueden pedir que se le ingrese en prisión en cuanto acabe el juicio para esperar la sentencia y, en cuanto haya sentencia condenatoria, volver a pedir prisión hasta la mitad de la pena impuesta mientras se llevan a cabo los recursos y los otros juicios. Esa es la baza final que ha jugado Anticorrupción al pedir la libertad inmediata. Además en esa petición de libertad han incluido medidas cautelares como la firma diaria en un juzgado, la retirada de pasaporte y, en realidad, todas las que se pueden solicitar. Si hubieran esperado a que caducara la prisión preventiva el 3 de noviembre, Villarejo hubiera salido sin que le pudieran poner ninguna medida de control. 

Sobre si la Anticorrupción de Luzón lo ha hecho mejor o peor, sin concurso de nadie más, o sobre si los jueces de la Sala se han puesto estupendos y no han hecho esfuerzo por enjuiciar antes para evitar esta situación, les dejo que elijan. 

Lo de la conspiración, déjenlo para otro rato. 

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