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Españoles verdaderos

Santiago Abascal en un acto de Vox en Burgos.

José María Calleja

Le han faltado poco más de seis mil votos al partido ultraderechista Verdaderos Finlandeses para ganar las elecciones generales celebradas en Finlandia este domingo.

El país que junto con Suecia, Noruega, Dinamarca y Holanda quedó establecido durante años como modelo de sociedad ejemplar en cuanto a igualdad, calidad del sistema educativo, tasas de paro ínfimas, equilibrio salarial entre sus habitantes… Los xenófobos se han quedado a un escaño y 6.813 votos de ganar a los socialdemócratas, los más votados a pesar de ser uno de sus peores resultados.

Hace años, mediados de los noventa, el periodista Stieg Larsson, luego más conocido como escritor de best-sellers, adelantó en su revista Expo que los países de referencia de la Europa más avanzada serían escenario de la irrupción de fuerzas de ultraderecha. Con el banderín de enganche de “la patria en peligro” ante la llegada de inmigrantes, fuerzas xenófobas podrían, decía Larsson, llegar incluso a cometer atentados.

Anders Behring Breivik se tomó tan al pie de la letra el riesgo de la perdición de su país, Noruega, que él solo organizó, en julio de 2011, una matanza de más de setenta jóvenes que asistían a un campamento de las juventudes socialdemócratas en la isla de Utoya.

La llegada de gentes con otros colores de piel, otras lenguas maternas y otras religiones le parecían una amenaza para la patria y decidió matarlos a todos. (Una vez encarcelado, Breivik se quejó de la poca calidad de la comida y un juez noruego decidió mejorarle la dieta, ¡oiga!).

Stieg Larsson pensaba que una matanza semejante acabaría ocurriendo en Dinamarca, pero fue en Noruega. La reacción del Gobierno de este país fue ejemplar: “Seguiremos con nuestra forma de vida”.

Desde hace años hay fuerzas xenófobas, de extrema derecha, que tienen excelentes resultados electorales en los países que durante años fueron modelos de las formas de vida más avanzadas del mundo, en los paraísos socialdemócratas a los que todo el mundo aludía como envidiado modelo a seguir.

En España nos hemos pasado unos cuantos años con la discusión, un poco podenca, de por qué no había una extrema derecha como en otros países europeos, particularmente Francia; como si la echáramos de menos, también en una forma de desautorizar al PP, tildado de partido no democrático por acogerla supuestamente en su seno.

Bien, ya tenemos a un partido de extrema derecha en campo abierto, que habla de la inmigración como principal problema de país, aunque luego su máximo líder no sea capaz de decir cuántos inmigrantes hay en proporción a la población nacida en España. Es igual, el mensaje cala y le permite ser el partido más votados en localidades como El Ejido (Almería), con el mayor número de habitantes nacidos fuera de España.

Siguiendo la línea francesa, ya han puesto los de “a caballo” en las teles al negro del partido y no se puede descartar que algunos de esos inmigrantes les hayan votado, agitados por el miedo a que sus paisanos venidos más tarde amenacen su estatus. Lo que tiene aventar miedos.

El miedo, la utilización de “patriota” como sinónimo de excelso, y la idea de que todo esta en peligro funcionan como mensajes lubricantes que enganchan en sectores de la sociedad, nacidos y educados en democracia y que, en algunos casos quieren “matar al padre”, que votaba al PP, y que ve ahora cómo le quiebran las certezas sus propios hijos. No son hijos del agobio, más bien vienen de la opulencia.

El marco establecido por este partido, que bien podría llamarse, “españoles verdaderos”, ha arrastrado al PP. El estado de pánico de los de Casado a ser fagocitados bien puede reflejarse, entre otros muchos síntomas, en el ataque ruin de Antonio Hernando, exportavoz del PP, a Abascal por la salida de este del País Vasco.

Llega el contagio ultra a la caricatura de establecer al no nacido como miembro de la familia, desentendiéndose de si el embarazo llega o no a término, como ha hecho Isabel Díaz Ayuso, posible presidenta de la Comunidad de Madrid si la abstención exquisita no lo remedia. (Propongo que la primera ronda de cañas entre novios figure como feto, a condición de que sea en bares del barrio Salamanca).

No sé cuál será el resultado de las próximas elecciones generales ni cómo condicionara las autonómicas posteriores, pero después de las andaluzas ya ha quedado claro que estas fuerzas de extrema derecha no solo han condicionado la política de las “derechas”, también pueden acabar gobernando con ellas.

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