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Del pensamiento crítico al parto crítico

Elena Cabrera / Elena Cabrera

Se dice en este vídeo que aunque las mujeres estamos preparadas para parir, nunca estaremos preparadas para el sistema de salud. Es un episodio de una serie argentina, un país en el que está tipificada la violencia obstétrica. En Argentina, la Ley de Protección Integral a las Mujeres de 2009 define esa violencia como “aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización y patologización de los procesos naturales”.

Otra ley anterior, de 2004, regula los derechos durante el embarazo, el parto y el posparto, y textualmente recoge que la mujer tiene derecho al “parto natural, respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por el estado de salud de la parturienta o de la persona por nacer”. No es una recomendación, es una ley.

“No solo Argentina” explica Claudia Pariente, de la asociación El parto es nuestro, “sino que otros países tienen legislación sobre este tema. En Venezuela se reconoce dentro del código penal el concepto de violencia obstétrica y son varios los países latinoamericanos que tienen resoluciones y leyes que protegen a las madres de aquellas prácticas fuera de la evidencia científica”. A pesar de eso, “la realidad está todavía lejos de la teoría, puesto que se sigue ejerciendo violencia obstétrica incluso en los países que lo tipifican como delito”. more

En España no está reconocida. Y la mera fusión de ambas palabras en la misma frase crea miradas de desconfianza que vienen a traducirse en un mismo mensaje: “¡Exageras!”. El presidente de la Sociedad España de Ginecología y Obstetricia (SEGO), José María Lailla, nos comunica que “la SEGO es una sociedad científica y por consiguiente ni entiende ni acepta el concepto de violencia obstétrica”. Lailla ha declinado la petición de una entrevista con este medio.

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Dos asociaciones argentinas similares a El parto es nuestro (Dando a luz y Maternidad libertaria) redactaron un test de 11 preguntas para reconocer la mala praxis durante el parto: “¿Te trataron con sobrenombres (gorda) o diminutivos (gordita, mamita, hijita) como si fueras una niña incapaz de comprender los procesos por los cuales estás atravesando?”. “¿En el momento del parto te obligaron a estar acostada boca arriba aunque manifestaras tu incomodidad en esa posición?”. Basta una respuesta afirmativa a cualquiera de las 11 preguntas para considerar a la mujer como víctima de violencia obstétrica.

“Es necesario reconocer la violencia obstétrica como lo que es, una forma de violencia contra las mujeres” afirma rotunda Claudia Pariente. “La violencia contra las mujeres está ya penada por la ley, pero hay muchos tipos de violencia, no solo la que se ejerce dentro de la familia sino también las otras violencias, desde las esferas institucionales y en este caso, sanitarias, que deben ser reconocidas y perseguidas de igual forma”.

De manera contraria, la presidenta de la Asociación Española de Matronas, María Ángeles Rodríguez Rozalén, opina que no es necesario introducir nuevas figuras en la legislación. “Creo que cualquiera de los posibles daños de índole moral o física que pueda recibir una mujer están perfectamente tipificados en el ordenamiento jurídico español, tanto si se producen en su casa, en el trabajo, en la calle o en un hospital” y por ello no considera “necesario inventar otra norma que deba regular algo ya regulado”.

Pero añade que “para regular algo así tendría que sustanciarse sobre una frecuencia inexistente, por no mencionar que eso coloca bajo sospecha a todos los profesionales de esta especialidad y eso sería muy injusto para la mayoría que hacemos nuestro trabajo decentemente desde todos los prismas que se pueda analizar”.

Para la representante de las matronas el debate debe ser otro: “Si realmente la mayoría absoluta queremos recorrer el camino que separa lo bueno de lo excelente, tendremos que caminar con paso decidido hacia la implantación 'por decreto' de un modelo asistencial acorde con la mejor evidencia científica, con las propuestas de baja intervención obstétrica, con los protocolos precisos y las auditorias necesarias que expresen los resultados del objetivo que se persigue. Además de esto, es imprescindible empezar por la educación a la maternidad que debería ser obligatorio para ellas y ellos”.

La atención al parto es radicalmente diferente según el hospital e, incluso, según el equipo de matronas y ginecólogos que asistan ese día en concreto. Aunque hay muchos hospitales, por lo general públicos, que se rigen por el protocolo de parto normal de la Organización Mundial de la Salud, no todos los puntos se aplican y se medicalizan los partos por norma general. Aunque faltan estadísticas, las experiencias de las parturientas y sus parejas denuncian la deshumanización del parto. La Comunidad Valenciana admitió que el porcentaje de episiotomías (incisión realizada en la vagina para facilitar la expulsión del bebé) practicadas en sus hospitales públicos en 2007 fue del 82,3%. En el Reino Unido fue del 17,3%.

Los servicios públicos de salud son más respetuosos con la naturalización del parto que los privados. Pulsamos dos ejemplos en la Comunidad de Madrid: el Hospital La Moraleja en San Chinarro, perteneciente a Sanitas, no admite un plan de parto --documento que especifica los deseos de los padres durante su estancia en el hospital--, se monitoriza constantemente a la madre --lo que impide el movimiento y con ello la dilatación natural-- y es asistida por un obstetra. Este hospital no dispone de documentación por escrito de su protocolo.

El Hospital Infanta Leonor de Vallecas, de titularidad pública (SaludMadrid) y gestión privada, entrega un cuadernillo titulado “Parto personalizado” con un cuestionario para elaborar el plan de parto, en el que hay que decidir, por ejemplo, si se permite el rasurado del vello del pubis y la administración de un enema --prácticas habituales en muchos hospitales--, adoptar la postura más cómoda en el expulsivo o no realizar una episiotomía, salvo si es indispensable. En el Hospital La Moraleja, en cambio, la única postura posible es boca arriba sobre la cama con las rodillas flexionadas --litotomía-- ya que sus camas no están articuladas para, por ejemplo, dar a luz sentada.

Mientras que el parto se considere “normal” --comienzo espontáneo entre las semanas 37 y 42, bebé en posición cefálica y buenas condiciones de la madre y el bebé--, el Hospital Infanta Leonor permite el seguimiento de este parto a la carta, que será supervisado por una matrona. El hospital indica que “si se presentan signos de alarma” la matrona requerirá la presencia del obstetra y la “Guía práctica y signos de alarma de la asistencia al parto”, un protocolo confeccionado por la SEGO, será de “obligado cumplimiento” en este hospital.

El Gobierno vasco también ha manifestado un especial interés en la atención perinatal con la guía “Atención a parto normal” en noviembre de 2010. En este librillo se informa de algo no muy habitual: otras opciones a la anestesia epidural para paliar el dolor, métodos no farmacológicos como la inmersión en agua caliente, el masaje, el uso de pelotas de goma o las inyecciones de agua estéril.

Para la portavoz de El parto es nuestro, “el primer paso para generar un cambio en este sentido es devolver a las mujeres su poder y autonomía, haciéndoles partícipes del proceso fisiológico de su parto y del nacimiento de su bebé. Desde El parto es nuestro, intentamos hacer una labor divulgativa para que las mujeres conozcan sus derechos y los ejerzan, pero el verdadero cambio solo será posible cuando la mayoría de los profesionales, y no unos cuantos, como hasta ahora, sean conscientes de su papel de acompañantes del proceso, no de protagonistas, cuando reconozcan la evidencia científica y trabajen de acuerdo a la medicina basada en esa evidencia”.

El tema se ha puesto una vez sobre la mesa mediática gracias a la celebración mundial de la Semana por un Parto Respetado, con el estreno del documental El negocio del nacimiento y la emisión en España de la docuserie sobre partos Baby Boom, el primer producto de Shine Iberia, filial de la productora televisiva dirigida por la hija de Rupert Murdoch, Elisabeth.

Baby Boom es la adaptación del programa televisivo británico One Born Every Minute, un factual emitido en febrero de 2010 y ganador de un premio Bafta, que se ha trasladado también a Grecia, Francia, Suecia y Estados Unidos. Los ocho programas de la primera temporada de Baby Boom han sido emitidos durante abril, mayo y junio en La Sexta. 34 familias voluntarias fueron grabadas en la conocida como maternidad de O’Donnell (Hospital Gregorio Marañón) por 40 cámaras robotizadas, así como en entrevistas previas en sus casas.

En una nota de prensa del pasado 14 de junio remitida por El parto es nuestro y otras asociaciones que trabajan por la atención al nacimiento, se detalla lo que ellos consideran “malas prácticas observadas en el programa”: “Prácticamente todas las mujeres dan a luz tumbadas sobre la espalda e inmovilizadas durante todo el periodo del expulsivo”, “aplicación de enemas, administración de oxitocina sintética, amniorrexis, monitorización continua, posturas forzadas, pujos dirigidos, episiotomías por rutina, maniobra de Kristeller, etc.”, “no se ofrecen alternativas a la analgesia epidural”, “se mantiene un lenguaje paternalista, infantil y obsoleto” son algunas de ellas.

Los comentarios críticos fueron numerosos en la blogosfera. En el blog Habichuelas mágicas se reúnen otras trece visiones personales críticas con el programa. La cadena no ha manifestado ninguna reacción al respecto ni tampoco se conoce si se realizará una segunda temporada. “Es como si activistas del parto normal hubiéramos colocado cámaras ocultas en los paritorios para demostrar cómo se incumplen las recomendaciones más básicas que se suponen deberían estar implantadas”, escriben en el blog Mimos y teta. La televisión está demostrando interés hacia la maternidad, la productora Vamos a Ver Televisión prepara lo que anticipa como “un Supernanny para las futuras mamás” titulada Nueve meses, una serie tipo coach para embarazadas.

“Vergonzoso”, afirma la matrona Rodriguez Rozalén sobre Baby Boom. “No creo que aporte ningún beneficio de carácter didáctico a otras mujeres. Pongo en cuestión a la productora, al gerente o director del hospital que lo autorizó y a las parejas que han accedido a dejarse grabar en uno de los acontecimientos más íntimos de su vida convirtiéndolo en espectáculo. En cuanto a futuros programas sobre el embarazo, sí pueden tener un alcance informativo para las parejas siempre que se haga con seriedad y rigor científico”.

Como formación paralela a los cursos de preparación al parto que ofrecen los centros de salud, las reuniones que convocan asociaciones sin ánimo de lucro como El parto es nuestro, sirven a los padres para prepararse también psicológicamente y enfrentarse al parto con actitudes más activas que pasivas. En estas reuniones los padres ponen en común sus experiencias, que son de todo tipo. Desde los muy naturales a los muy instrumentalizados.

“Tenemos cientos de testimonios de violencia obstétrica. Muchos --dice Pariente--, y ya no hablamos solo de intervenciones innecesarias que pueden poner en riesgo a la madre y al bebé, sino de verdadero maltrato institucional y profesional que se ejerce a diario contra las mujeres. Pasan muchas cosas terribles de forma cotidiana y a veces el trauma es tan grande que las mujeres no se atreven ni a poner una hoja de reclamación. Pero las secuelas quedan y esos traumas terminan saliendo en algún momento”. Pero añade que “también hay que decir que en los últimos años hay cada vez más mujeres con buenas experiencias, partos cuidados y acompañados bajo las recomendaciones nacionales e internacionales; hay profesionales que lo hacen bien y hospitales que apuestan por ese cambio que deseamos todas”.

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