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Perder la brújula

MADRID, 29/03/2023.- Portada de la Revista Hola en la que aparece la actriz y empresaria Ana Obregón, de 68 años, que ha sido madre por gestación subrogada

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En esta Legislatura loca en la que de todo se ha visto y de todo se ha debatido con brutal intensidad, lo que nadie esperaba es que la presentadora de televisión Ana Obregón abriera los informativos de todo el país y se convirtiera estos días en materia de debate político. El dolor de otra madre habitual del cuore, Rocío Carrasco, ya fue un buen aperitivo. Ahora, aquello elevado al infinito porque la política y el periodismo que presume de serio tampoco se priva del espectáculo. 

Resulta que hace dos días la Policía Nacional detuvo a cuatro personas por intentar comprar un bebé y no hubo un solo titular de portada al respecto. Se trataba de una pareja que, con la ayuda de un familiar, quiso intercambiar 2.000 euros por el recién nacido de una mujer de Rumanía que acababa de dar a luz en el Hospital Comarcal de Don Benito-Villanueva, pero no se habló de ello en las tertulias políticas. Y lo mismo pasó en Sevilla, con otros cuatro detenidos por su presunta participación en un intento de vender a una bebé que iba a nacer en el Hospital Materno Infantil del Virgen del Rocío a una pareja que no podía tener descendencia y que le iba a abonar un “elevado importe económico”. Pues ni un titular en portada, oiga.

Tampoco Ciudadanos aprovechó ninguno de los casos anteriores para desempolvar su defensa de la llamada gestación subrogada. Ha tenido que comprarse Ana Obregón a sus 68 años una hija en EEUU para que los políticos, con la excepción de los naranjas,  recuerden lo obvio: que sólo las mujeres, con necesidades económicas, alquilan su vientre; que hay una maternidad incompatible con la biología y con nuestra propia legislación y que, sin embargo, los millonarios pueden viajar al extranjero, donde se pueden comprar un hijo y luego, en virtud de los derechos que amparan a los menores, registrarlo en España.  Es una maternidad, sin duda, egoísta y concebida como un derecho en una sociedad donde todo es susceptible de ser comprado, también el vientre de una mujer.

Y, claro, donde esté la compra de un bebé -llamemos a las cosas por su nombre- por parte de un famoso que se quiten el acuerdo de pensiones, los fondos europeos o la inflación. ¡Dónde va a parar! Con lo difícil que resulta explicar lo que es la subyacente o el cambio de paradigma que supone lo conseguido por el ministro Escrivá y lo fácil que ha sido en este caso poner de acuerdo a todas las mujeres  del Consejo de Ministros y a todos los tertulianos. 

Resulta que los precios bajaron más de dos puntos y medio en marzo, hasta el 3,3 según el IPC adelantado por el INE y hoy nadie habla de ello. Tampoco de que la inflación subyacente retrocede por primera vez desde el pasado septiembre situándose en el 7,5, no de que el dato sea de los mejores de Europa.

En España, tras la llegada de la pandemia, quizá mucho antes, se ha instalado la idea de que todo va mal y de que si algo va bien, o no se habla de ello o se pasa por alto. La derecha política y mediática han conseguido sembrar un pesimismo asfixiante en la sociedad española de tal forma que pareciera que cada día se acaba el mundo. Pero como los datos económicos desmienten su anhelado apocalipsis, qué mejor que desempolvar un debate que en España estaba resuelto desde hace años y sobre el que todo el arco parlamentario estaba de acuerdo con la legislación aprobada, excepto los naranjas, los únicos hasta ahora abiertamente a favor de los vientres de alquiler.

La gestación subrogada o gestación por sustitución es ilegal, haya o no un pago hacia la madre gestante a cambio del bebé. Lo prohíbe el artículo 10 de la Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida, que establece que «será nulo de pleno derecho el contrato por el que se convenga la gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o de un tercero».  

Pues ahora resulta que el PP no lo tiene tan claro y se abre a legalizar los vientres de alquiler, siempre que no haya interés mercantil de por medio. Bueno, no antes de las elecciones generales, claro, no vaya a ser que pueda pagarlo caro en las urnas. Y es que, entre los vientres de alquiler, su acercamiento a los evangélicos, su clamoroso  descrédito en las instituciones comunitarias y sus habituales patinazos, ha empezado a cundir el pánico habituales entre sus habituales apoyos empresariales y mediáticos y, sobre todo, a instalarse el mantra de que Feijóo ha perdido la brújula. 

Dicho lo cual, igual, el resto de políticos y medios de comunicación también hemos perdido un poco el norte al sucumbir al caso Obregón con gran alarde tipográfico y horas de televisión. No hay consenso ni político ni social para que en este país se apruebe el uso mercantilista del cuerpo de la mujer y tampoco la compra-venta de un bebé. Porque lo del altruismo produce hasta bochorno.

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