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El Plan de Apoyo a la Familia del PP

La vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, y el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, durante una rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros. / Efe

María Pazos Morán

Activista de la PPIINA. Autora del libro 'Desiguales Por Ley' —

El Plan de Apoyo a la Familia, recientemente aprobado por el Gobierno, empieza con datos escalofriantes sobre la situación: el 45% de los hogares no pueden irse de vacaciones ni una semana, el 38,5% de los hogares con menores son pobres (el 47,6% de los monoparentales), etc. También señala la extrema división sexual del trabajo y sus funestas consecuencias: “En la actualidad, las mujeres son las que, mayoritariamente, dejan de forma temporal su trabajo para atender a sus hijos... Es por esta mayor dedicación a la familia, en gran medida, por lo que las mujeres, en España, cobran una pensión un 37% inferior, de media, a la de los hombres (las negritas no son mías)”.

Pero no nos dejemos llevar por las primeras impresiones porque este no es un plan para resolver estos problemas ni para  ayudar a las familias reales sino para apoyar a la Familia del PP, y desgraciadamente en más de un sentido.

Primera trampa: el plan está valorado en un total de 5.394.125.528 euros durante el primer año, y algo más para cada uno de los dos años siguientes. Es curiosa tanta precisión global cuando ni una sola de las 225 medidas está cuantificada, pero la pregunta importante es: ¿significa esto que se va a incrementar el gasto público en política social por ese valor?  No, en primer lugar porque muchas medidas del plan no son nuevas, como por ejemplo las desgravaciones del IRPF ya incluidas en la última reforma fiscal; y son esas las que presumiblemente se llevarán la mayor parte de la cifra estimada. 

Hay que reconocer la jugada: inclúyanse medidas con coste aunque ya se hayan adoptado anteriormente (¿quizás afición por la doble contabilidad?); añádanse otras muchas hasta llegar a un número elevado… y resultará un plan espectacular. El problema es que se nota mucho. Es más, las alusiones del documento a la “recuperación económica en marcha” acentúan el olor a humo electoral, por no decir a quemado.

Segunda trampa: diagnóstico certero de un problema seguido de medidas para perpetuarlo en lugar de para resolverlo. Por ejemplo, ante el problema señalado de que son las mujeres quienes cuidan en el seno del hogar, ¿qué se ofrece? Justamente un conjunto de medidas para que lo sigan haciendo. Entre ellas, las dos estrellas del plan.

La primera estrella son las desgravaciones por descendientes, ascendientes incapacitados/as o familia numerosa, cada una de ellas por valor de 100 euros mensuales y acumulables. Como ya expliqué cuando esa medida se adoptó en la reforma fiscal de 2014, 100 euros mensuales solo pueden ser una “ayuda” (entiéndase más bien en el sentido de incentivo) a que una mujer se quede en casa cuidando a las criaturas y a las personas dependientes, sobre todo en ausencia de otras alternativas. En el plan no se habla de universalizar el derecho a la educación infantil; tampoco de garantizar la autonomía funcional de la persona dependiente mediante los servicios públicos, sino solo de “desarrollar programas de respiro familiar”. Eso sí, proclamando una y otra vez el supremo objetivo de que las personas dependientes permanezcan en el domicilio.

La segunda estrella del plan sí es nueva y, como reza la nota de prensa, “inédita en nuestro país”. Esta medida se ha analizado en artículos como este o este, demostrando que no reducirá significativamente la brecha de género en pensiones. Naturalmente, pero es que ni siquiera lo pretende; el plan mismo la presenta como un complemento para las nuevas pensiones “en reconocimiento a la aportación demográfica de las familias”.

En efecto, si se tratara de paliar la situación de las mujeres que han perdido derechos por haber estado cuidando, no se habrían olvidado de que esta medida no afecta a las que solamente han tenido una criatura, ni a las que no han tenido ninguna y también seguirán discriminadas por el solo hecho de poder tenerlas mientras los hombres sigan sin asumir su 50% del cuidado (lo que se conoce como “discriminación estadística”). Tampoco afectará a las mujeres que no llegarán ni siquiera a tener una pensión contributiva (el 79% de las mayores de 66 años, frente al 21% de los hombres), precisamente las más necesitadas.

Más ilustrativo aún, y coherente con la intención declarada: la medida no afectará a ninguna de las que ya están jubiladas sino solamente a las que se jubilen a partir de 2016. Es sencillo: una vez más se trata de ayudar a las mujeres, pero solo a que se metan por el camino del cuidado en solitario con la promesa de que van a ser compensadas.

¿Y qué hay de resolver la falta de implicación por parte de los hombres? Nada. No se incluye la equiparación del permiso de paternidad al de maternidad, a pesar de que el Congreso de los Diputados ya la ha reclamado por unanimidad. Es más, ni siquiera se incluye la ampliación del permiso de paternidad a 4 semanas, medida que ya fue aprobada por ley en 2009 y que sigue paralizada por el fraudulento mecanismo de incluir, año tras año, una disposición adicional en los PGE.

A la vez que se aprobaba este Plan, el PP votaba en el Parlamento Europeo por dos semanas más de permiso de maternidad, sin “acordarse” de que dos semanas de maternidad cuestan aproximadamente igual que las dos semanas de paternidad cuya aplicación sigue paralizando en su país con el argumento de que no hay dinero. ¿No es curioso?

¿Y qué hay de aumentar la dotación de los servicios públicos de cuidado? Prácticamente nada, excepto servicios sociales para casos extremos de “vulnerabilidad”.  O sea para cuando falle el plan diseñado de que las mujeres cuiden en casa, convenientemente incentivadas pero no por ello en condiciones menos inhumanas. Porque, debemos subrayar. ¿no son condiciones inhumanas cuidar 24 horas al día 365 días al año, por mucho que te ofrezcan un respiro de hasta 70 horas al mes para el máximo grado de dependencia? La otra alternativa, incompatible con el “respiro”, es que la cuidadora obtenga una “paguita”, que antes de los recortes de 2012, podía llegar hasta 442,59 euros/mes . ¿No es esto esclavismo? Está claro que el PP no trata bien ni siquiera a su Familia.

Este es el plan del PP, que en realidad consiste en consolidar el modelo actual. La pregunta decisiva, a mi entender, es si los demás partidos nos propondrán un cambio de rumbo. ¡El momento es ahora!  

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