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Cinco puñaladas de Felipe González a Sánchez y una sugerencia

Felipe González, la cólera de Dios.

Iñigo Sáenz de Ugarte

La entrevista de Felipe González en El País era esperada con una mezcla de miedo y expectación en el PSOE. Con tanto titular sobre las presiones de los barones regionales sobre Pedro Sánchez, lo último que necesitaba este era una enmienda a la totalidad procedente del expresidente. No fue para tanto, pero sí incluyó un análisis estratégico de la situación posterior a las elecciones muy distinto al que hace Sánchez. Claro que González dijo que no quería dar instrucciones. Lo suyo son reflexiones.

El fracaso del PSOE

En primer lugar, sobre el resultado electoral. A pesar de que fue el peor en la historia reciente del PSOE, Pedro Sánchez lo vendió en la noche del 20D como un gran logro en la medida de que abría la posibilidad de un Gobierno encabezado por su partido. Felipe González afirma que, al igual que el PP, su partido ha hecho una “lectura errónea de los resultados”, porque sufrió “una derrota clara en las urnas”.

Obviamente, toda la estrategia postelectoral pasa en primer lugar por interpretar el resultado de las urnas y lo que nos dice sobre la voluntad de los ciudadanos. Por tanto, hay que deducir que González cree que el líder del PSOE está equivocado desde el principio.

No hay mayoría progresista

Los dirigentes socialistas creen que hay una mayoría favorable al cambio con más diputados que los obtenidos por el PP. Que esa mayoría pueda dar lugar a un Gobierno sólido es otro asunto. González niega la premisa: “Ojalá existiera una mayoría progresista y reformista, porque esa sería la opción que preferiría como la mejor para España. Pero analizando la representación parlamentaria no creo que exista”.

Es cierto que el expresidente, bien porque no tiene todas las respuestas o porque no quiere decir en público lo que dice en privado, se contradice en algunos momentos de la entrevista. Le preguntan en otro momento si cree posible un Gobierno liderado por el PSOE. Ahí no lo descarta, pero no le concede muchas posibilidades: “Si tenemos en cuenta la aritmética parlamentaria, sí es posible ese Gobierno, pero con enormes dificultades para llevar adelante una tarea de Gobierno reformista y progresista”. Por tanto, si no cumple esas características, no es una opción que interese mucho a González.

Podemos es el mal

Pedro Sánchez está dispuesto a negociar con Podemos, aunque las dificultades para que haya acuerdo no se niegan en ambos partidos. La forma en que Pablo Iglesias hizo pública su propuesta de Gobierno de coalición ha enfurecido a muchos dirigentes del PSOE, en especial a los que no quieren un pacto nacional con Podemos.

Felipe González va mucho más allá. En realidad, no considera a Podemos una fuerza democrática, porque sostiene que el objetivo de sus dirigentes es “liquidar, no reformar, el marco democrático de convivencia”, y termina denominándolos “puro leninismo 3.0”. González no iría con ellos ni a tomar un café, mucho menos a negociar un acuerdo para toda la legislatura.

El PP es necesario

Sánchez ha dejado claro que tiene poco que tratar con el “partido de Bárcenas”. No sólo comunicó a Mariano Rajoy que no votarían su investidura, o se abstendrían, sino que lo hizo de forma que ya no tenía sentido continuar con las conversaciones en el futuro, al menos antes de la formación del Gobierno.

Una reforma de la Constitución requeriría la participación del PP. González está pensando en muchas otras reformas, no sólo en esa, y para ello cree imprescindible contar el partido de Rajoy y dialogar con él. “Es una obviedad recordar que para las reformas que necesita España hay que contar con el PP en bastantes casos, porque esa es la realidad parlamentaria”. Después insiste en la misma idea: “Me parece indiscutible que se debe dialogar con el PP. Otra cosa es que haya margen o no para acordar cosas que faciliten lo que acabo de decir”.

Todos mal

Felipe González hace también una crítica generalizada a los dirigentes de los principales partidos, entre los que evidentemente se encuentran los del suyo. “Lo que más me preocupa es la necesidad de un Gobierno para España basado en un programa que permita que haya reformas en la Constitución, en el sistema electoral, en educación, en sanidad o en relaciones industriales. Pero de esto no está hablando nadie”. Ese “nadie” incluye a Pedro Sánchez.

La sugerencia

González rechaza con claridad la idea de un Gobierno de gran coalición. Tampoco está claro cuál es entonces su alternativa, y además dice que no quiere dar instrucciones concretas a nadie. Sí apunta una vía que se puede interpretar como su opción preferida, o la única que sería viable para el PSOE: “Intentar llegar a un acuerdo con Ciudadanos dentro de la aritmética parlamentaria significa tener una base para las reformas que necesitamos. Si se habla de Gobierno de reformas y de progreso, hay que tener fundamentos programáticos y número de diputados para apoyarlos”. Eso se traduciría en un pacto político que contaría con el apoyo de 130 diputados, muy lejos de la mayoría absoluta.

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