Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Sánchez busca romper la unidad del PP para reformar la financiación autonómica
La Fiscalía pide la declaración del marido de la número tres de Ayuso y otro testigo
Opinión - Así se desmonta un bulo de Vox en directo. Por Raquel Ejerique

Sangrar sin saber dónde está la herida

Isabel Díaz Ayuso, durante un mitin en la pasada campaña. / PP

Esther Palomera

38

Esta es una historia de muerte y miedo. Y no precisamente una de esas leyendas sobre espíritus que vagan de noche por cada esquina de Madrid. Un día nos despertamos y la vida se había parado. Se nos dijo que 2020 tendría, en lugar de 12, 10 meses. Y esto tiene pinta de que igual son solo 9, 8, 7… No está escrito que la felicidad vaya a llegar tampoco con el desconfinamiento. La vida por un tiempo no volverá a ser la misma de antes de la pandemia. Y quizá salir demasiado rápido de la zona de confort en que se ha convertido nuestro hogar nos lleve a un infierno desconocido del que también queramos escapar.

En el fondo somos seres permanentemente insatisfechos y, a veces, pensar y sentir pueden convertir la vida en una existencia atormentada de la que no se salga nunca. Les pasa a los pobres de espíritu, a los pesimistas, a los agoreros, a los pusilánimes, a los cenizos... y parece que también a la presidenta de todos los madrileños. A ella no precisamente por pensar y sentir, sino por no pararse a medir las consecuencias más allá de las pérdidas económicas de las empresas.

Si el Gobierno dice A, ella dice B. Si Sánchez dice blanco, ella dice negro. Y si los expertos aconsejan prudencia, ella apuesta por el exceso. En marzo quería cerrar todo a cal y canto y ahora quiere abrir todo y a toda mecha. Uno mira hacia atrás e intenta descubrir cuál es el punto exacto en que empezó a cambiar de criterio y a bifurcarse de sí misma. Es difícil saberlo. Tanto como averiguar el porqué de todo ello. Si es debilidad, es inseguridad o es que sangra pero no sabe siquiera cuál es la herida.

El caso es que el virus, decíamos, nos robó parte de marzo, abril entero y, ahora mayo no parece que vaya a ser tampoco nuestro. ¿Junio? Depende de si uno vive en Madrid, Barcelona, León, Palma o Almería porque España camina, como siempre, a varias velocidades. Esto no es nuevo. La diferencia es que esta vez ni Barcelona ni Madrid serán las primeras en llegar a la meta. Ni la renta per cápita, ni el PIB, ni las grandes empresas, ni el emprendimiento, ni la capitalidad… Nada de esto puntúa para pasar de un par de horas de paseo a tener libertad de movimiento. Son sólo los datos sanitarios y epidemiológicos los que cuentan. Pero alguien se ha empeñado en extender que es culpa de Pedro Sánchez, de su mala fe, de su retorcida y bolivariana mente y de su obsesión por llevar a la ruina a la región más rica de España. Ahí es nada.

Tenemos un presidente del Gobierno que no tiene más motivación que jodernos la vida a los madrileños. En el mundo real esto sería motivo para la inhabilitación de cargo público, porque sería tanto como que Sánchez ha perdido directamente la cabeza. Por fastidiar a la derecha y a la popular Isabel Díaz Ayuso, prefiere que el Estado siga pagando 5.500 millones de euros al mes en ERTEs a que los empleados vuelvan a sus puestos de trabajo; que los comercios sigan cerrados para que nadie consuma; que los niños permanezcan para siempre en sus casas y no vuelvan a ver la luz del día salvo la horita del paseo mañanero; que los mayores se mueran de tristeza sin poder recibir los domingos a sus hijos y sus nietos; que a los enfermos crónicos les sigan posponiendo pruebas médicas; que las luces de la vida cotidiana se apaguen para siempre y que Madrid desaparezca del mapa.

En el mundo de Yupi en el que habita Ayuso y quienes se empeñan en hacer de ella la Lina Morgan de la política, ese es el único motivo por el que Madrid no pasa a la fase 1, las ínfulas dictatoriales de un presidente que quiere hundir su carrera y, por extensión, la vida de todos lo madrileños.

En el mundo de la cordura y el sentido común, lo que ha hecho el Gobierno con Madrid es lo mismo que con Castilla y León que, por cierto, está gobernada también por la derecha. La diferencia es que aquella es una Comunidad en la que el PP pacta con el PSOE y Podemos alaba las posiciones de Ciudadanos, en la que la oposición ha aparcado la crítica y apoyado la mesura de su presidente cuando ralentizó las solicitudes para cambiar de fase. Los castellanoleoneses siguen en fase 0, igual que los madrileños, y su consejera de Salud ha dicho que no se siente cómoda anunciando el paso a fase 1 “una semana antes”. Seguramente porque la suya, como la de muchos en estos meses, es una historia de miedo y de muerte. Temor a que otra vez se disparen los contagios y pavor a que vuelvan los fallecimientos. Hay quien dice en el PP que el titular de Sanidad de Madrid, médico de profesión, también es de esos, de los prudentes, de los de no correr más de la cuenta e innecesariamente, pero le han podido más las siglas y la lealtad mal entendida a una Ayuso insatisfecha con todo que ha transigido con la consigna de que en Madrid -pese a la severa advertencia del Colegio de Médicos sobre las carencias de la atención primaria- todo está en orden y que no entiende los motivos del Gobierno.

De Sánchez puede no entenderse su interpretación del mando único, sus rectificaciones, su falta de transparencia, la ausencia de explicaciones sobre lo que decide y por lo que lo decide, pero en el mundo de la cordura no hay margen para dudar de que ni tiene intención de hundir la economía de la capital de España ni de arruinar a los madrileños. Otra cosa es lo que Ayuso intente construir para escapar de ella misma, de su insatisfacción o de una herida que sangra sin saber siquiera dónde está. Quizá en los recortes de la Sanidad madrileña de los últimos diez años, en la negligente gestión de las residencias de mayores, en una coalición de gobierno a punto de estallar o simplemente en que no termina de acoplarse a su personaje.

Etiquetas
stats