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Vinnie Jones

La presidenta de Madrid Isabel Díaz Ayuso abraza al director del Gabinete de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Miguel Ángel Rodríguez

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Vinnie Jones fue un futbolista en torno al cual, en los años 80, el modestísimo Wimbledon londinense se transformó en la llamada Banda de Locos. No había nadie tan violento como Jones, nadie con tantas expulsiones como Jones, nadie tan ferozmente fiel a sus colores como Jones. Sus compañeros no podían hacer otra cosa que imitarle. Gracias a Jones, el Wimbledon ganó la copa en 1986 al poderoso Liverpool. Sus seguidores no le amaban, porque era difícil hacerlo, pero sabían que Jones era imprescindible. Se tomaban con humor sus salvajadas, porque con ellas se ganaban partidos.

Cuando se retiró del fútbol, Jones se dedicó al cine. Se especializó, obviamente, en papeles de matón.

Miguel Ángel Rodríguez me recuerda a Vinnie Jones: las mismas malas artes, la misma eficacia, la misma fidelidad perruna. Aunque Rodríguez nunca podrá ser un matón de cine, con esa vocecilla de Blancanieves, su talento para el patadón está fuera de dudas.

Resulta casi conmovedor verle ahora montando numeritos para atraer la atención y desviarla de su jefa, Isabel Díaz Ayuso, esa mujer rodeada de fraudes, negocios y negocietes. Rodríguez sabe, y todos sabemos, que sus amenazas a periodistas son fútiles, porque ni los periodistas de elDiario.es, ni los de El País, ni los de cualquier otro medio mínimamente decente, van a dejar de hacer su trabajo. Pero también sabe que si te metes con un periodista, su medio va a defenderle. Y ese ruido ya le sirve en el esfuerzo por convertir el “Caso Ayuso” en un “Caso Rodríguez”.

Como aquel Wimbledon de los 80, la cúpula del PP madrileño es una Banda de Locos dirigida por Rodríguez. Como aquel Wimbledon de los 80, da bastante grima contemplar el juego del PP madrileño, cada vez más imitado por el resto del PP. Como aquel Wimbledon de los 80, el PP madrileño muestra un absoluto desprecio hacia las reglas del juego pero obtiene victorias.

Ahora mismo, Miguel Ángel Rodríguez es un peligro público. Hará cualquier burrada que se le ocurra. Si cree que matando unos gatitos en la Puerta del Sol protegerá a Ayuso, los gatitos pueden darse por muertos. Insultará, pataleará, amenazará. Y, como Vinnie Jones, se justificará luego diciendo que es sólo fútbol, o sólo política. “Mientras yo pego en la cancha, la gente permanece atenta y no se pega en la grada. Por tanto, lo que hago tiene una utilidad, ¿no?”. Eso decía Jones.

Lo que hace Rodríguez también tiene una utilidad. Hay periodistas que le ríen las gracias. Hay periodistas sumisos a Rodríguez que invocan la aparición de un Vinnie Jones dispuesto a romper las piernas de otros periodistas no tan sumisos. Hay periodistas (y estoy utilizando el término “periodista” de forma muy liberal) que no se atreven a hablar de lo que pasa en torno a Ayuso, su novio, su familia y sus amigos porque Rodríguez maneja la bolsa de las subvenciones.

Le reconozco a Rodríguez la fidelidad a Ayuso, la misma que antes mostró con Aznar. A veces incluso me hace gracia. Releo los mensajes que le envió a una periodista de este diario, me lo imagino a él diciendo “os vamos a triturar” con esa vocecita que tiene, y me río. Espero que, como Vinnie Jones, saque un vídeo con sus jugadas más sucias. Será un éxito.

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