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Pensiones, el Ministro Escrivá y su mensaje facilón

Manifestación convocada por la Coordinadora General de Pensionistas de Madrid en defensa del Sistema Público de Pensiones, este sábado, en la madrileña la Puerta del Sol.

Santiago Herranz Castro y Juan José Andrés Hernández

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Al ministro del ramo, José Luis Escrivá, le ha tocado la china más incómoda: justificar lo injustificable. Entonces, meter la pata y exprimir el mensaje hasta intentar sacar líquido a un montón de arena es tan errado como imposible.

El señor ministro tiene que vender un recorte del sistema público de pensiones que le exigen los poderes económicos patrios y foráneos (UE) para conseguir los presuntos 140.000 millones de euros que nos corresponden de los fondos europeos para combatir los efectos del coronavirus

Hacer esta labor desde el supuesto progresismo de un gobierno de coalición, supuestamente también de izquierdas, es rizar un rizo imposible y entonces se recurre a vestir el recorte con mil prendas que no pueden encajar de ninguna forma en un cuerpo cada vez más desmadejado.

Escrivá comienza su alegato hueco hablando de lo que él considera el talento senior, de esa “cultura española de salir del mercado laboral cuando muchas veces es más pleno y saludable estar activo”. ¿Con quién se codea este señor? imagino que con la crême de la crême. No es un clamor de quienes trabajan en la construcción reclamar la cultura circense mientras hacen equilibrios con más de 60 años en los tejados; tampoco goza de muchas simpatías entre el personal que se dedica al transporte, bien sea de viajeros, bien de mercancías, la cultura de las cien mil horas de Le Mans, conducir hasta chocar o morir; ni encontramos a masas de kellys disfrutando de la contracultura que se encuentran día a día al tener que transformar habitaciones que parecen un cuadro abstracto en algo más limpio y formal; tampoco es un deseo generalizado entre el personal que atiende a personas dependientes, la inmensa mayoría mujeres, trabajar más allá de los 65 años limpiando culos ajenos, moviendo sus cuerpos para poder lavarles en condiciones y poniendo buena cara a pesar del tirón muscular y de sufrimientos varios, su talento senior no llega a tanto; ni disfrutan de similar talento el personal de la hostelería, ni quienes trabajan en las cadenas de montaje, ni...

No, no vemos lo que ve el señor ministro, no podemos justificar lo que justifica este señor, vive en una realidad paralela lejana y elitista donde trabajar puede ser un placer, para la inmensa mayoría no es así, bien sea por sus condiciones físicas, bien por las condiciones de precariedad, bien por el abuso de poder, por las jornadas extenuantes, por los salarios de miseria, etcétera. Entonces, no se puede admitir que el recorte de pensiones venga acompañado de mensajes del siguiente tenor: “En España vamos a lo facilón, a sacar a la gente del mercado laboral cuando ellos no lo desean”.

No es admisible en un país con la mayor tasa de paro juvenil de la OCDE, más del 42%, proponer como un avance cultural, social y económico, el retraso en la edad de jubilación, y no vale, en las condiciones de precariedad laboral existentes, alegar que ese retraso no implica taponar la posibilidad de que la juventud opte a un puesto de trabajo en condiciones. La realidad es tozuda, en los últimos años ha aumentado la edad de jubilación y, a la par, también ha aumentado la tasa de paro juvenil.

Primar con fondos comunes el retraso de la edad de jubilación es otro sin sentido más, quien quiera retrasar la edad de jubilación ya puede hacerlo, quien disfruta de su trabajo no tiene la obligación de jubilarse, es más, a quienes tienen largas carreras de cotización de más de 40 años ya se les incentiva con un 4% de pensión por cada año que retrasen su jubilación, hasta un máximo de 5. Lo que calla el ministro es que a esta modalidad se suelen acoger aquellas personas que tienen mejores salarios y condiciones laborales lo que redunda en una mayor esperanza de vida, luego disfrutan de una mayor pensión y por más tiempo, eso sí derrochando a raudales mucho talento senior.

También resulta tan facilón como tramposo tocar el nombre sin cambiar el contenido a la hora de renombrar el anterior factor de sostenibilidad, ligado a la esperanza de vida, como nuevo mecanismo de equidad intergeneracional, de igual modo ligado a la esperanza de vida. Trilerismo político o trampa lingüística, da igual que da lo mismo.

Lo facilón es justificar lo injustificable y remitirnos, a la postre, a la cultura y educación franquista: “la pensión con sangre entra”.

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