Servidumbre

“Son tan pequeños y tan mezquinos que piensan que su temporal y exiguo poder político puede acabar con el amor a la verdad y la decencia”. Elisa Beni.

La servidumbre tan cercana al servilismo, que se practica en la Corte populachera a la sombra de la lideresa madrileña, temblando bajo las iras del edecán con mando en plazo, real figurón que ordena y gobierna desde la sombra, aunque algunas veces le traicionen los nervios, la burda y maleducada rabieta, jurando y perjurando… sin finura, a las claras, sin disimulos, para qué, si el monstruo ya se ha acostumbrado a esos modales. “Con soberbia y descaro porque ha llegado a creerse impune”, y alguna pista tendrá, seguro, como para haber afirmado: “Os voy a triturar, vais a tener que cerrar, que os den, idiotas”. Dirigiéndose contra “elDiario.es”

De parte de Miguel Ángel Rodríguez, aunque resulte que el miedo de muchos haga pensar que, en el fondo les vaya a gustar. Se llama sadomasoquismo, o mejor dicho servilismo paralizante.

Sin titubear, con la displicencia barriobajera, y que nos perdonen los barriobajeros del tipejo, que, sin esconderse, por escrito, se atreve a amenazar de esa manera mafiosa, porque “su chica es intocable”, naturalmente, porque es la fuente de sus ingresos multiplicados, a costa de degradar el aire irrespirable que, a él, parece ser, le puede ser muy propicio.

Con “soberbia, crueldad y altanería”, otra prueba más de “la resistencia de una sociedad obligada a saber responder o callar”, depende.

En cualquier caso, no seamos tan ingenuos, y lleguemos a creer que, esta vez, la maldad consentida de un macarra más no pueda llegar más lejos aún. Y que, seguramente, haya más de “algún plumilla” meritorio, temblando de verdad.

Y es que recuerdo, no se me puede borrar la imagen, de Miguel Ángel Rodríguez abandonando un plató, hace bastantes años, vomitando aquello de “Nazi, nazi, nazi…” dirigido a calificar al doctor Luis Montes, encargado de “Paliativos” en el hospital Severo Ochoa de Leganés.

Así que cuidado con las amenazas que no suelen ser retóricas, siquiera en el intento, porque no son “humo de paja”.