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Rivales llegan a Berlín con objetivos divergentes y apuntan a posible fracaso

EFE

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Los dos gobiernos enfrentados en Libia llegan hoy a la Conferencia Internacional de Berlín con dos trayectorias muy distintas, el primero débil y acorralado en la capital y el segundo en abierta progresión militar hacia la conquista de Trípoli, tendencia divergente que extiende dudas sobre el eventual éxito del encuentro.

El más reticente a un acuerdo parece el mariscal Jalifa Haftar, tutor del Parlamento elegido en 2014 y del gobierno no reconocido en la ciudad de Tobruk, que domina más del sesenta por ciento del territorio nacional y controla la mayor parte de los recursos energéticos.

Antiguo miembro de la cúpula golpista que aupó al poder a Muamar al Gadafi, el mariscal desató las hostilidades y recrudeció la guerra civil el pasado 4 de abril, fecha en la que emprendió un cerco a Trípoli que ha causado la muerte a más de 1.500 personas, heridas a más de 15.000 y obligado a más de 140.000 a abandonar sus hogares y convertirse en refugiados internos.

UN ALTO EL FUEGO DEMASIADO TEMPRANO

Tras diez meses de combates, el llamado Ejército Nacional Libio (LNA), bajo el mando de Haftar, logró la semana pasada romper la resistencia en la estratégica localidad costera de Sirte y avanzar hacia la ciudad-estado de Misrata, principal aliado del Gobierno de Acuerdo Nacional sostenido por la ONU en Trípoli (GNA) y último muro defensivo de la capital.

Sus tropas, apoyadas desde el aire por aviones de combate cedidos por Emiratos Árabes Unidos, entraron en la fantasmal aldea de Abu Grin, un pequeño conjunto de casas abandonadas desde la lucha contra el Estado Islámico en 2016 situada a apenas un centenar de kilómetros de Misrata, principal puerto comercial de Libia.

“Haftar quería el alto el fuego, pero no tan pronto. Le hubiera gustado tener cuatro días o una semana más para afianzar sus posiciones. Y luego ya sí, parar, para reordenar sus fuerzas”, explica a Efe un experto militar que observa el conflicto.

“Por eso se resistió tanto al alto el fuego y se fue de Moscú sin firmarlo. Quería seguir un poco más pero la presión de Turquía fue muy fuerte”, agregó.

Sami Iyaz, periodista libio afincado en Túnez, cree, por su parte, que el mariscal, que durante años vivió en Estados Unidos bajo la protección de la CIA y tiene nacionalidad de ese país, va aprovechar esta ventaja militar “para imponer sus condiciones en Berlín, lo que augura poco éxito”.

EL FACTOR TURCO

Hafter, al que apoyan militarmente EAU, Egipto, Arabia Saudí y Rusia, se topó sin embargo con un potente enemigo, Turquía, que ha hecho de la defensa del GNA una cuestión nacional y asunto clave en su nueva política internacional de corte neoimperialista otomana.

Este sábado, el presidente turco, Recep Tayeb Erdogan, que la semana pasada advirtió a Hafter de que le daría “una lección” si no aceptaba el cese de las hostilidades, volvió a recordar que su país proseguirá en Libia hasta que el gobierno legítimo esté a salvo“.

Una consideración de la que dudan numerosos expertos, ya que el GNA, que cuenta, además, con el apoyo económico y militar de Catar e Italia, se formó en 2016 en el marco de un fallido plan de paz la ONU que agudizó la división en el país, no fue elegido por los libios

Desde entonces, nunca ha logrado controlar el país pese a que se beneficia del reconocimiento de la comunidad internacional y la ayuda financiera de la Unión Europea.

Aún así, Turquía -que pretende la consolidación del alto el fuego y tratar de arrastrar a Europa para que también envíe tropas- insiste en que está dispuesta a reforzar su injerencia militar para proteger los importantes intereses políticos, geoestratégicos y económicos que mantiene con Misrata, al que le une incluso vínculos de sangre.

LAS MILICIAS EN TRÍPOLI, SEGUNDO FACTOR CLAVE

Analistas locales e internacionales advierten, sin embargo, que uno de los factores claves para la resolución del conflicto es la posición que adopten las poderosas milicias islamistas que se reparten el poder desde 2015 en la asediada capital.

Fuertemente armadas, son el verdadero escudo protector de Trípoli frente a la fragilidad del GNA, que carece de una estructura castrense como el mariscal.

La semana pasada, la mayor parte de ellas se reunieron en la casa de uno de estos señores de la guerra para analizar el frente, en un encuentro inusual al que acudieron grupos que durante estos últimos años han estado enfrentados.

La tercera clave es el uso que puede hacer Haftar, al que apoyan políticamente Francia y Estados Unidos, del petróleo como arma de presión.

Este sábado, 24 horas antes del arranque de la Conferencia Internacional en Berlín, cerró los grifos en el golfo de Sirte, corazón de la industria petrolera libia.

La decisión del LNA de interrumpir el flujo en las centrales de Ras Lanuf, Brega, Hariga, Zueitina y Sidra no solo impide la producción de más de 800.000 barriles diarios de crudo, cerca del 75 por ciento de la producción nacional, si no que supone una declaración de intenciones.

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