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Antonio Rubio: “Los documentos revelados plantean que Felipe González no era desconocedor de los GAL”

El periodista Antonio Rubio.

Marcos Pinheiro

7 de enero de 2022 22:06 h

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Antonio Rubio lleva 38 años investigando a los GAL, los Grupos Antiterroristas de Liberación que actuaron en los años 80 contra ETA, pagados con fondos reservados y protagonizando una guerra sucia que trataba de devolver cada golpe de la banda terrorista con la filosofía del “ojo por ojo”. Casi cuatro décadas después, toda esa investigación se plasma ahora en formato podcast.

El triángulo, que puede escucharse en Podimo, narra la historia desde tres perspectivas: los verdugos, las víctimas –que Rubio cree que son las grandes olvidadas del conflicto– y el periodista que investigó la trama, y que llegó a tener que moverse con escolta policial por las amenazas de uno y otro bando. En esta entrevista con elDiario.es Rubio, ahora presidente de la Asociación Periodistas Investigación, afirma que su motivación es acercar a los jóvenes la historia de la guerra sucia, que muchos desconocen; sobre sus inductores, indica que todos los documentos apuntan hacia el entonces presidente del Gobierno, Felipe González, pero insiste en que “en la verdad judicial no se ha demostrado que esté implicado”.

De los GAL se han escrito artículos, reportajes, libros... ¿Por qué le surge la idea de contarlo en formato podcast?

Al ser docente –director del Máster de investigación periodística– últimamente me dedico a observar y analizar. Me he dado cuenta de que la juventud cada día lee menos, desgraciadamente. Entonces observé que fundamentalmente hasta los cuarenta y tantos o cincuenta, la gente va continuamente con los cascos puestos en el autobús, en el metro, en la calle, corriendo. Si ellos no vienen, yo voy. Y entonces lo que hice fue buscar una nueva narrativa para contar una historia con elementos nuevos, exclusivas, y contarlo de manera que lo pueda entender y lo pueda escuchar todo el mundo.

Y eso fue lo que me motivó fundamentalmente a darle ese giro y a plantearlo en un hecho que es evidente, y es que el podcast es una excelente plataforma, no solamente para hacer ficción, sino para hacer no ficción.

La historia del GAL es parte de la historia de ETA. ¿Por qué no se está contando a los jóvenes?

En España tenemos un problema de memoria, o más bien de desmemoria. Son unos hechos ocurridos en los años ochenta que tuvieron un recorrido importantísimo en los noventa, entre otras cuestiones porque el PSOE pierde el gobierno en el 1996 y en 1997 varios de sus dirigentes y ministros entran en la cárcel. El no conocimiento del ayer no nos permite entender el hoy, ni comprender el mañana.

Y fue lo que yo me planteé de alguna manera. Recuperemos esa desmemoria y, sobre todo, que la gente joven pueda tener contexto. Llevo 38 años investigando los GAL para poder contarlo desde un punto de vista diferente a como se ha contado hasta hoy y con elementos nuevos. Y es el tema del triángulo: yo creo que a la gente en general y a los jóvenes en particular hay que darles una nueva visión. Y la visión es la del victimario, es decir, el verdugo, la de la víctima y la del periodista de investigación. Con esas tres voces yo creo que le damos un punto, una sensibilidad y una visión diferente, sobre todo porque lo que intentamos es hacer ver una cuestión fundamental: el dolor no tiene color, no hay dolor de primera y dolor de segunda. El terrorismo es terrorismo, lo hagan los terroristas de ETA o lo haga el Estado. Es guerra sucia.

Lo comenta usted, durante estos años ha habido unas víctimas de primera y otras se segunda. ¿Las víctimas de los GAL son las grandes olvidadas del conflicto terrorista?

Totalmente. Y en eso quien está trabajando con ganas es Pili Zabala, es la que lleva la bandera de decir que no hay víctimas de segunda, que todas son víctimas. Y en esa dinámica es donde habría que reconocer tanto por la Unión Europea como por La Haya que son tan víctimas los unos como las otras. Y el problema fundamental es que no se ha reconocido a ninguno de ellos.

A Galdeano, que era corresponsal de Egin en el sur de Francia, y que lo mata un comando de los GAL, todavía no se le ha reconocido que haya sido víctima del terrorismo. Y como él, otros muchos. Todavía no se ha reconocido que sean víctimas del terrorismo. Eso es el gran fallo. Por eso insisto en poner las tres voces para que veamos que el terrorismo no tiene color y que todos son víctimas. Es decir, he intentado hacer ver eso, que el terrorismo es horrible en todas las facetas.

En el podcast se habla también de las torturas, hay un audio de un exagente de Policía describiendo algunas de las prácticas en el cuartel de Intxaurrondo, ¿por qué no se ha investigado debidamente?

Tristemente no ha ocurrido, ni creo que vaya a ocurrir nunca. Hay pruebas, testimonios y documentación, todo eso existe. Hay una cosa tan fácil y tan sencilla como reformar la ley de secretos oficiales.

Hay una reforma prevista pero no afecta a lo ocurrido con los GAL.

El Gobierno ha propuesto esa reforma, pero con dos condiciones: no tocar el 23F y no tocar los GAL. Creo que eso es insultante. Quiero saber cuál es la historia de mi país e indudablemente en la historia de mi país el 23-F es fundamental. Y el tema de los GAL, más todavía.

En El Mundo sacamos los papeles del CNI, donde se mostraba cómo y de qué forma se montaron los GAL, cómo y de qué forma se escuchaba a jueces, políticos y periodistas. ¿Cómo se utilizaron los fondos reservados para llevar a cabo la guerra sucia? El Gobierno dijo que no se desclasificaban los documentos cuando los jueces lo pidieron. El problema es que todavía no hemos demostrado ser una democracia seria y no somos capaces de pedir perdón por los errores cometidos.

En uno de los episodios se recuerda un audio en el que Felipe González, en 1997, presenta el libro de Barrionuevo y agradece a los generales todo lo que han hecho. ¿Es la asunción de que estuvo de acuerdo con los GAL? 

Te contesto como periodista. Yo me remito a los hechos. Delante de él había tres generales, entre ellos Manglano, Sáenz de Santamaría o Cassinello, el de la Guardia Civil. Y él presenta el libro de Barrionuevo y se dirige a ellos: todos ellos estuvieron de forma directa o indirecta implicados en los GAL o en las torturas. Y el señor al que le presentaba el libro al poco tiempo entró en la cárcel junto con Rafael Vera.

Barrionuevo requirió que el prólogo fuera del señor Felipe González. El prólogo va encartado. Es decir, que el señor Felipe González en principio no iba a escribir el prólogo. Imagino que por exigencias y recomendaciones del señor Barrionuevo tuvo que hacerlo. Describo los hechos, no califico, que cada uno saque las conclusiones que considere. Hay dos verdades, la verdad periodística y la verdad judicial. En la verdad judicial no se ha demostrado que Felipe González esté implicado. En la verdad periodística, digamos que el porcentaje de documentos revelados conlleva a plantear que Felipe no era desconocedor de los hechos.

¿Se conocerá en algún momento quienes fueron los inductores de los GAL?

Ese es el tema fundamental. Hay dos elementos: los autores materiales y los autores intelectuales, que son los inductores. Tanto Damborenea como San Cristóbal, como Perote y otros señalan directamente al que era presidente del Gobierno en aquellos momentos. Lo importante es que se puedan desclasificar los documentos para acreditarlo judicialmente. Si esa nueva ley que pretende hacer el Gobierno a instancias del PNV no recoge el apartado de los GAL, seguiremos siendo un país sin la suficiente democracia, porque lo que necesita este país es transparencia.

En el imaginario colectivo ha quedado el poso de que en los GAL se cometieron muchas chapuzas. El secuestro de Segundo Marey, el uso de cal viva de manera equivocada para hacer desaparecer los cuerpos de Lasa y Zabala... ¿Fue así realmente o eran situaciones puntuales?

Si hay 27 muertos, indudablemente no es una chapuza, es una organización que ha cometido demasiados atentados. Lo que ocurre es que luego entra la dinámica del dinero, de los fondos reservados, de cómo se aprovechan algunos miembros de ese estamento. Y eso conlleva determinados errores, como es el tema del secuestro de Segundo Marey, o incluso cuando en un momento determinado tres policías intentan secuestrar a Txapela y meterlo en un coche. Yo diría que es mitad y mitad: mitad mal trabajo y otra mitad ninguna eficacia.

En cuanto a los fondos reservados, por lo que yo he podido calcular, teniendo en cuenta que no tenemos todos los datos, fueron aproximadamente unos 1.200 millones de pesetas. Una cantidad importante de aquella época.

De hecho en uno de los capítulos se habla del empleo de esos fondos y de lo que implica que haya un dinero que se puede usar sin justificar, y cómo eso provocaba un descontrol sobre quién cobraba y por qué. ¿Sigue siendo así o los Gobiernos se andan con más cuidado?

Hay más cuidado, entre otras cosas porque cuando publicamos el tema de los fondos reservados, que cobraba el director de la Policía, el director de la Guardia Civil del Estado, el ministro y algunos gobernadores, uno de los gobernadores se querelló contra nosotros. Tuvimos un juicio y salimos absueltos porque sabíamos que todos ellos cobraban. Cobraban cinco millones de pesetas al mes, en negro, en un sobre, y José Luis Corcuera, si mal no recuerdo, dijo incluso que no tenían otra forma de pagarles por el trabajo y los servicios. Y uno de ellos llegó a decir que era, digamos, como el fondo de pensiones que se estaban creando para cuando dejaran de ser dirigentes políticos. Los fondos reservados se utilizaron para enriquecimiento de los propios dirigentes del Ministerio del Interior y para pagar la guerra sucia.

En la trama Kitchen también hemos visto el uso torticero del Ministerio del Interior y de fondos reservados. Salvando las diferencias, ¿ve similitudes?

Sin los fondos reservados, el señor Villarejo no se hubiera podido mover como se movió. Es decir, alguien pagó los viajes, alguien pagó las estancias, alguien pagó los gastos, y lo fue pagando con los fondos reservados. El problema es que son demasiado reservados. Claro que hay una similitud en cuanto a la mala utilización de los fondos reservados. Bueno, indudablemente en cuanto al resultado final, en el tema de los GAL hay muertos, y en el tema de de Kitchen no hay ningún muerto físico.

En junio de 2020, después de que saliera un informe de la CIA que hablaba de los GAL y Felipe González, varios partidos intentaron abrir una comisión de investigación en el Congreso. PP, PSOE y Vox lo impidieron. ¿Por qué cree que se niegan?

Cuando alguien tiene miedo a levantar las alfombras y a que se establezca transparencia, yo diría que a lo mejor tienen algún temor a que salga alguna documentación en la que tanto unos como otros puedan estar de forma directa o indirecta al tanto, o relacionados con el tema de la guerra sucia. Los americanos nos están enseñando cosas que nosotros no sabemos a través de la desclasificación de sus documentos y nosotros seguimos teniendo los documentos clasificados.

Fue Aznar el que se negó a desclasificar los documentos. A raíz de todo lo que publicamos y todas las relaciones que establecimos, las informaciones sobre el CESID [ahora CNI], donde se escuchaban periodistas, los jueces pidieron la desclasificación. Y Aznar dijo que no. Cada uno que saque sus conclusiones.

Uno de los capítulos trata sobre la muerte del médico Santiago Brouard, y hay un hombre que asume la autoría del asesinato. En otro se habla del papel de un fotógrafo que habría ayudado a los GAL a localizar a un objetivo ¿Hay alguna causa pendiente en la Audiencia Nacional que pueda reabrirse con nueva información?

En el tema del asesinato de Santiago Brouard, que me confiesa Luis Morcillo, es un tema juzgado, con lo cual teóricamente no se puede hacer nada. Más vale judicialmente hablar en el tema de la foto de García Goena, que aparece en manos de un comando de los GAL. Se reabrió el caso, se volvió a cerrar y ahora, con la agenda del señor José Amedo, manuscrita de los años 83 a 86, aparece un fotógrafo con nombre, con teléfonos, con referencias. El podcast ya ha sido publicado y a mí nadie me ha requerido la agenda. En esa agenda aparecen mercenarios, confidentes, colaboradores.

¿Cree que hay gente que hoy en día no ve con malos ojos que el Estado se entregara a la guerra sucia y que el podcast puede acabar con esa percepción?

Es mi idea, que el podcast sirva sobre todo para que los jóvenes entiendan que el ojo por ojo no es el resultado de una democracia, no debe ser el talante de una democracia, y que lo que está mal hecho es el terrorismo de Estado. En aquella época hubo gente que lo justificó, incluso algún medio. Vale, pero lo importante es darnos cuenta de que la democracia es levantar las alfombras y todo lo corrupto y todo lo mal hecho, hay que denunciarlo. El terrorismo es terrorismo, venga de donde venga. Y no se puede justificar que esto sí y otros no. Los muertos son muertos. Y como te decía al principio, el dolor es dolor, y el dolor no tiene colores.

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