El automóvil patrimonio de la Unesco cumple 130 años tan campante
Aunque haya evolucionado de forma increíble, el automóvil del que Carl Benz solicitara su patente a principios de 1886, no difiere demasiado del que nos mueve hoy en día. Tal es su importancia histórica que el documento forma parte del Programa de Memoria del Mundo de la Unesco, como la Biblia de Gutemberg, la Carta Magna o la Misa en Si de Bach.
Los carruajes de caballos desprendidos del tiro de su animal en favor de algún tipo de motor, comenzaban a verse por las calles de Londres o París desde mediados del siglo XIX. Aún no quedaba claro si la propulsión a vapor, eléctrica o por combustión interna, era la opción más adecuada. Tampoco si la tracción directa convenía más que la separada por embrague. Y para qué hablar de la dinámica de aquellos pesados engendros, con ruedas de madera en la mayoría de los casos, frenos por fricción y algún tipo de dirección primitiva con reenvíos de cadena en el mejor de los casos.
Imposibles de conducir por una persona que no fuera su inventor o algún valiente chauffer a sueldo, el carruaje a motor no se popularizaba por lo poco ambicioso del concepto: aquello no lo podía conducir cualquiera, y mucho menos, echarlo a andar o mantenerlo en condiciones sin un garaje y herramientas.
Daimler Benz observaba desde su fábrica de motores en Manheim la situación, y se puso manos a la obra empezando de cero un automóvil concebido como un conjunto racional de motor, chasis, suspensión, dirección y frenos, cubierto con una ligera carrocería y capaz de ser conducido sin demasiados problemas por alguien completamente ajeno a su mundillo de ingenieros: su esposa Bertha.
Rodado y puesto a punto en excursiones familiares con Bertha y sus dos hijos, el vehículo a gasolina tomaba forma hasta su tercera evolución cuando fue presentado en sociedad a mediados del mismo año de su patente. De hecho, fue en enero de 1886 y sin conocimiento de Carl cuando Bertha cogió el coche y sus planos, y se presentó en la oficina de patentes para registrar el invento. El coche práctico y funcional, acababa de nacer.
El certificado de patente DRP 37435 y sus cuidados documentos redactados a plumilla, se puede ver junto con una réplica original del triciclo de Benz en el museo de la marca en Stuttgart, que acaba de cumplir 10 años. Una unidad de la pequeña serie que la marca construyó con motivo del 125 aniversario y que tuvo rondando en el recinto del Salón Internacional de Frankfurt como improvisado y altamente demandado transporte para la prensa.