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El cambio presidencial inaugurará una nueva etapa en Taiwán bajo la mirada china

El cambio presidencial inaugurará una nueva etapa en Taiwán bajo la mirada china

EFE

Taipei —

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Tsai Ing-wen, del independentista Partido Demócrata Progresista (PDP), tomará posesión mañana, viernes, de la presidencia de Taiwán, y se convertirá en la primera mujer presidenta y la primera de la antigua oposición con mayoría parlamentaria, bajo la atenta mirada de China.

La llegada al poder de Tsai y la estrepitosa derrota del Partido Kuomintang (KMT, partidario del acercamiento a China), que en enero perdió no sólo la presidencia sino también, por primera vez en 67 años, la mayoría parlamentaria, anuncian grandes cambios políticos en la isla y sus lazos externos.

Mientras que en Taiwán la mayor preocupación es la reactivación de la economía, la comunidad internacional vigila de cerca eventuales cambios en el alineamiento internacional y tensiones con Pekín, que ha lanzado una intensa campaña de advertencias para impedir un alejamiento político de la isla.

“Tsai busca pilotar una diversificación de la dependencia taiwanesa de China, por medio del acercamiento a Estados Unidos y Japón, y una activa política de expansión en el Sudeste Asiático e India”, dijo a Efe el profesor de Relaciones Internacionales Bai Fang-ji, de la Universidad Tamkang.

Taiwán, a pesar de sus escasos 36.000 kilómetros de superficie, es la vigésima economía mundial, un actor clave en la cadena de suministros de componentes de alta tecnología y también goza de una situación geoestratégica privilegiada entre China y Japón, y Corea y Filipinas.

El origen étnico chino de la mayoría de su población y el hecho de que políticamente es heredera de la República de China, fundada en China continental, en 1911, le otorgan también una especial relación e influencia en la segunda economía del mundo: la China continental.

En la bienvenida a un grupo internacional de periodistas invitados a las ceremonias de este viernes, el presidente de la Asamblea taiwanesa, Jia-Chyuan Su, expresó su deseo de que la nueva política “traiga crecimiento económico y justicia social”.

En el exterior, en cambio, lo que más preocupa es que la llegada de Tsai al poder desencadene tensiones con Pekín y afecte a la paz y la estabilidad en el estrecho de Formosa, clave en el suministro de petróleo a Estados Unidos y de productos de alta tecnología para todo el mundo.

Tsai se ha negado a aceptar la base de las actuales relaciones entre Taiwán y China, el llamado “Consenso de 1992”, una fórmula ambigua y nebulosa que permite que tanto Pekín como Taipei se consideren parte de “China”, interpretando “China” cada uno a su manera.

La presidenta electa ha dejado claro que su política hacia China “seguirá a la opinión pública” y mantendrá el statu quo, definido como “un Taiwán libre y democrático”, y “una relación pacífica y estable en el estrecho de Formosa”.

Sin embargo, Pekín no parece contentarse con lo anterior y el ministro de la Oficina para Taiwán, Zhang Zhijun, haciéndose eco de declaraciones similares del presidente chino, Xi Jinping, advirtió de que si Tsai no acepta que “Taiwán es parte de China”, puede “hundirse el barco del desarrollo pacífico de los lazos”.

Pekín no se quedará con las manos cruzadas si Tsai no “obedece” y, en una reciente visita a la isla, un académico chino de la Academia de las Ciencias China, declaró a Efe que, “si Tsai no acepta el Consenso de 1992, la isla perderá aliados diplomáticos, también en Latinoamérica”.

Otros expertos en Taiwán anuncian otras represalias chinas tales como la intensificación del cerco internacional, la interrupción de los lazos bilaterales a alto nivel y el colapso de los “regalos” económicos chinos: envío de turistas y estudiantes e importaciones agropecuarias.

“China obstaculizará no sólo la participación taiwanesa en la Organización Mundial de la Salud, la Interpol y otros, sino igualmente su ingreso en el Acuerdo Transpacífico liderado por Estados Unidos y el Acuerdo de Asociación Económica Integral Regional liderado por Pekín”, manifestó a Efe la directora del Centro Asiático de Taiwán, Joyce Lin.

La llegada al poder de Tsai inaugura una nueva etapa política en Taiwán, donde una creciente mayoría no se identifica con China sino con la isla, no ve ventajas palpables de ocho años de acercamiento social y económico bilateral, y teme que Pekín recorte su democracia como en Hong Kong.

Estados Unidos, en un informe anual de Defensa el viernes pasado, señaló que “se opone a cualquier cambio unilateral del statu quo en el estrecho de Taiwán” y “no apoya la independencia”, lo que constituye tanto una advertencia a Pekín para que use medios pacíficos como a Taiwán para que no rompa con el principio de una sola China.

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