Los partidos de izquierda se rearman antes de pasar página de Unidas Podemos

Unidas Podemos es hoy un nombre: el de una de las dos partes del Gobierno de coalición, el de un espacio de coordinación parlamentaria entre diputados de diferentes partidos y el de una marca electoral que, salvo contadas excepciones territoriales, parece tener los días contados. Pero hubo un momento en que fue mucho más. Quizás la imagen que mejor resume el poder aglutinador que llegó a tener el proyecto político fundado por Pablo Iglesias es la del cartel electoral de las generales de 2016. Rodeando al que llegaría a ser vicepresidente aparecían Alberto Garzón, Íñigo Errejón, Mónica Oltra y Ada Colau, además de políticas como Irene Montero, Carolina Bescansa o el ex Jemad Julio Rodríguez. En la parte inferior, cerraban el cuadro los logotipos de hasta siete partidos políticos diferentes. El mensaje era potente: todas las izquierdas no independentistas alternativas al PSOE compartiendo un mismo espacio. 

Fue el momento culmen de un proceso de confluencia que incluía a Podemos, los Comunes e Izquierda Unida pero también a Compromís y a Equo, a lo que hoy es Más País, a los Anticapitalistas y a las izquierdas territoriales de Galicia, Andalucía, Baleares o Madrid. Tal fue el calado de ese proceso de convergencia que estuvo sobre la mesa hasta una suerte de fusión orgánica entre organizaciones, e incluso hizo falta poner en marcha un sistema de coordinación suprapartidista que, bajo el nombre de “mesa confederal”, reunía periódicamente a las direcciones de los diferentes partidos como espacio de trabajo común referenciado, eso sí, en el hiperliderazgo de Pablo Iglesias y, por tanto, de Podemos.

Ahora, y tras la salida de Iglesias y la designación por éste de Yolanda Díaz como sucesora, ese espacio político afronta un nuevo proceso de refundación que viene precedido de un largo tiempo de ‘desconfluencia’. Muchas de las formaciones o espacios que llegaron a compartir el proyecto de Unidas Podemos ya no están y las que quedan afrontan una vuelta a sus respectivos cuarteles de invierno para pertrecharse ante lo que está por venir. Donde antes se pronunciaba el nombre compuesto de la coalición ahora se habla de Podemos o de Izquierda Unida a secas, no hay mesas confederales desde hace un año, las reuniones de coordinación entre ministros son esporádicas y no programadas y, por lo que parece, la fórmula electoral dejará de tener vigencia. Una situación que, en boca de un dirigente de Podemos, tiene al espacio “manga por hombro” a pocos meses de las municipales y autonómicas y a poco más de un año de las generales. 

Refundación

El diagnóstico generalizado en las formaciones de izquierdas es que lo que toca ahora es “esperar” a ver cómo se concretan los pasos de Yolanda Díaz y de la plataforma Sumar, aunque los partidos intentan aprovechar esa espera fortaleciendo a la interna sus posiciones de cara al nuevo proceso de confluencia que, en teoría, se debe producir en torno a la candidatura de Díaz a las generales. “Nuestra aspiración es ampliar la confluencia, no reducirla”, explican desde Izquierda Unida, recordando que para ellos no es la primera vez que se enfrentan a un escenario así. “Nosotros ya hemos vivido un proceso de confluencia con actores más grandes, tenemos ese bagaje. Y los tiempos de reflexión que necesita cada partido son normales y legítimos”, apuntan. 

Sin mencionarlas, desde Izquierda Unida se refieren a las tensiones que está generando la hoja de ruta de Yolanda Díaz en Podemos, donde internamente se muestran muy críticos con los pasos dados por la vicepresidenta. Lo que creen los morados es que la política gallega “está montando un partido” al margen de Unidas Podemos y que, por eso, la vicepresidenta se ha “desentendido” del trabajo de coordinación del espacio, que ha ido menguando desde la salida de Iglesias hasta casi desaparecer. Un diagnóstico que no comparten otras formaciones. “Hay muchos actores políticos que tienen la pretensión de confluir en torno al liderazgo de Yolanda, y eso es positivo porque supone ensanchar el espacio”, apuntan desde Izquierda Unida. Los Comunes, por su parte, creen que un proceso de este tipo requiere “generosidad” de todas las partes, así como “la asunción del rol” que a cada uno le corresponde. 

La coordinación del espacio

Lo más parecido al funcionamiento de Unidas Podemos que había operado hasta ahora se produce a día de hoy en el Congreso de los Diputados. Lo normal es que semanalmente se reúna la dirección del grupo parlamentario confederal para ajustar el trabajo de las distintas formaciones, una cita a la que suelen acudir Pablo Echenique, Txema Guijarro, Enrique Santiago, Juantxo López de Uralde, Sofía Castañón, Jaume Asens y Antón Gómez-Reino. Las reuniones del grupo parlamentario al completo no son tan periódicas, aunque lo habitual es que se produzcan un par de veces al mes. Aún así, hay quien admite dentro del propio grupo que los “desajustes” son cada vez más frecuentes, que no es extraño que se tramiten enmiendas o iniciativas o se trace una línea política sobre algún tema sin coordinarse con el resto del espacio, o incluso que se vote diferente en algún Pleno. 

El de la coordinación entre ministros de Unidas Podemos es otro de los problemas al que se enfrenta la coalición. Tras el choque público entre Yolanda Díaz con Ione Belarra e Irene Montero a cuenta del envío de armas a Ucrania se decidió organizar una cita semanal de trabajo entre los ministerios del espacio, pero solo se celebró tres veces. Antes, y tras la salida de Pablo Iglesias y la llegada de Yolanda Díaz a la vicepresidencia, también se había intentando poner en marcha una reunión de coordinación los lunes por la mañana con dirigentes de Podemos, Izquierda Unida y los Comunes y la presencia también de los ministros, un foro que en la práctica vendría a sustituir a las convocatorias de la extinta mesa confederal. Pero también acabó por disolverse. Según fuentes de Podemos, la interlocución entre Díaz y Belarra es habitual, algo que no ocurre con Irene Montero. No obstante, esta misma semana se produjo la última discrepancia en el seno de Unidas Podemos, con los morados asegurando que desconocían el aumento del gasto en Defensa previsto en los Presupuestos y los de Yolanda Díaz insistiendo en que estaban al tanto. 

Ahora lo que tienen lugar los lunes por la mañana son únicamente las Ejecutivas de los respectivos partidos, siendo esporádicos y normalmente improvisados los encuentros de coordinación entre las distintas formaciones. En el caso de Izquierda Unida y de Podemos el contacto sigue existiendo y sus direcciones se reúnen cada cierto tiempo por cuestiones muy concretas. La última de esas reuniones tuvo lugar tras la crisis política derivada de las elecciones en Andalucía, que supuso un enfrentamiento de primera magnitud. Esos trabajos orgánicos, en cualquier caso, se desarrollan completamente al margen de la figura de Yolanda Díaz, que repite públicamente cada vez que le preguntan que los partidos “no le interesan” y que ella está “en otra cosa”. 

La mencionada crisis política de Andalucía tuvo además la consecuencia añadida de que la ‘desconfluencia’ entre Podemos e Izquierda Unida llegó incluso al Gobierno. En su día, los morados fueron los únicos que incorporaron a cargos de otras formaciones a ministerios de su competencia. Ocurrió, por ejemplo, con el caso de Enrique Santiago como secretario de Estado en el departamento de Derechos Sociales de Ione Belarra y con el de Amanda Meyer como alto cargo del Ministerio de Igualdad de Irene Montero. Santiago y Meyer, ambos de Izquierda Unida, fueron cesados de sus respectivos puestos tras el choque andaluz y sustituidos por cargos de Podemos. 

Unidas Podemos, una marca abocada al desuso

De cara a las generales, y teniendo en cuenta la hoja de ruta emprendida por Yolanda Díaz con el objetivo de “ensanchar el espacio”, todo el mundo da por superada la fórmula electoral de Unidas Podemos. Pero antes vendrán las municipales y autonómicas y ahí esa marca podría aún tener vigencia en alguna candidatura. Tanto Podemos como Izquierda Unida, inmersos en ese proceso de fortalecimiento de posiciones a la interna de cara al rol que aspiran a jugar en el proyecto de Yolanda Díaz e inmersos en la configuración de sus propias candidaturas, han acordado que sus respectivas marcas tengan más presencia, sean cuales sean las fórmulas de esas candidaturas. 

Coinciden en ambos partidos en que la voluntad es presentarse juntos en tantos sitios como sea posible, aunque la decisión final dependerá de cada territorio y en muchos de ellos esa coalición está en el aire. Por el momento, la única instrucción de las direcciones a sus territorios respecto a esa confluencia es que los logos y los nombres de los partidos estén en todas las papeletas, y que el nombre de la candidatura sea elegido en función de la utilidad que cada una de esas organizaciones territoriales crean que tengan. “Si en un ayuntamiento funciona bien la marca Unidas Podemos, igual deciden repetirla y no pasará nada. Y es muy probable que eso ocurra”, cuentan fuentes del espacio.