Sánchez se encomienda a la política exterior
Ocho de la mañana del jueves. Pedro Sánchez llega a Kiev tras una noche de viaje en tren desde Polonia para reunirse con Volodímir Zelenski (junto a la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen). Mientras él contempla el horror de la guerra en Ucrania, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, despliega en Madrid una nutrida agenda con grupos políticos, incluido el socio minoritario de la coalición, y medios de comunicación para denunciar el espionaje del que él fue víctima junto a varias decenas de personas vinculadas con el soberanismo. El presidente ha descargado en los equipos la interlocución a la que Moncloa fía la resolución de una crisis que los aliados parlamentarios del Gobierno no pretenden olvidar fácilmente y que ha obligado al Gobierno a reunirse de urgencia con el Govern este domingo ante la presión.
Por ahora Sánchez ha conseguido obviar el asunto públicamente. Se escapó en la entrevista en Antena 3 el lunes por la mañana en la que el crecimiento exponencial de la inflación fue el principal tema abordado así como la pelea con el PP. Los pronunciamientos sobre el espionaje se han limitado a la portavoz, Isabel Rodríguez, y la ministra de Defensa, Margarita Robles, de quien depende el CNI. La ausencia de explicaciones escudándose en razones de seguridad nacional bajo la premisa de que la ley impide dar públicamente información sobre las labores que desarrollan los espías ha sido la tónica del Gobierno, que confía en que los contactos que pilota fundamentalmente el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, permitan desenquistar la situación. Es él quien se va a desplazar a Barcelona para mantener una reunión con la consellera de Presidencia, Laura Vilagrà, en la sede del Palau.
“Este Gobierno apuesta y seguirá apostando por el diálogo y el acuerdo. Para el Gobierno es muy importante seguir manteniendo la misma voluntad de diálogo que se ha venido practicando hasta ahora con el Govern de Catalunya desde que Pedro Sánchez es presidente”, aseguraban fuentes gubernamentales este sábado.
Pero parece que la situación no es sencilla. El independentismo quiere explicaciones e incluso depuración de responsabilidades dado que parte del espionaje se produjo durante el mandato de Sánchez, incluso cuando se estaba negociando su investidura, y una vez que el procés había pasado y sus líderes estaban sentenciados. También se ha pronunciado en ese sentido Unidas Podemos mientras Moncloa descarta cualquier tipo de investigación -interna o parlamentaria- bajo la premisa de que todo se ha hecho conforme a la legalidad.
La intención del ala socialista del Gobierno es que pase el tiempo y se calmen los ánimos. No obstante, el presidente estará obligado a pronunciarse sobre el asunto a instancias del portavoz de ERC, Gabriel Rufián, en la sesión de control del miércoles, que estará prácticamente monopolizada por este asunto, de acuerdo al orden del día. En principio será la primera vez que Sánchez se pronuncie públicamente sobre el asunto, que amenaza con convertirse en un verdadero problema político para el Gobierno. Los socios han planeado una ofensiva parlamentaria en la que exigen desde una comisión de investigación hasta la comparecencia del presidente. El fragor por el espionaje quedó sepultado en buena medida por el viaje del presidente a Kiev.
La explotación de la agenda internacional es habitual en los presidentes cuando llegan a su segundo mandato. Sin embargo, en el caso de Sánchez se produjo desde el principio dada su atípica llegada a Moncloa a través de una moción de censura. Potenciar su imagen internacional fue uno de los objetivos de los socialistas desde que se puso el traje de presidente ante la certeza de que esa legislatura duraría poco.
Decisiones en la UE
Ha sido en el ámbito internacional en el que Sánchez se ha llevado más satisfacciones llegando a ser en algunos momentos uno de los dirigentes más relevantes de la socialdemocracia a nivel europeo. Los socialistas tienen incluso la presidencia del grupo en el Parlamento Europeo, que ostenta la vallisoletana Iratxe García. Pero la UE ha sido clave para la coalición en la gestión de la pandemia e incluso la ha ‘salvado’ gracias a los fondos europeos que han permitido llenar las arcas públicas ante la crisis sanitaria que obligó a paralizar las economías.
Sánchez ha tratado de emular el acuerdo comunitario del plan de recuperación para la salida a la crisis económica que deja el ataque ruso a Ucrania, pero el objetivo se quedó a medias. El Gobierno aguantó la presión durante semanas, en las que esperó a tomar medidas para frenar el inusitado crecimiento del precio de la energía para buscar una solución en el marco europeo, pese a las exigencias de todo el arco parlamentario a actuar cuanto antes. “Una respuesta europea a un problema europeo” se convirtió en su mantra durante algo más de dos semanas. Aunque tuvo que anunciar precipitadamente algunas dado el enquistamiento en la protesta del sector del transporte, Sánchez esperó a la cumbre de líderes de la UE para aprobar el plan de choque que se votará en el Congreso el jueves.
El gran éxito para España y Portugal en esa cumbre, que supuso el reconocimiento de la “excepcionalidad” del mercado eléctrico ibérico, se está atragantando en la negociación con la Comisión Europea. La propuesta de limitar a 30 euros por megavatio hora (MWh) -que permitiría bajar la factura en un 50%, según los cálculos gubernamentales- ha chocado con las compañías eléctricas, que están poniendo trabas. Aún así, la vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, confía en que el asunto esté resuelto a principios de mayo.
Unilateralidad en las armas y el Sáhara
En las últimas semanas la política exterior ha sido foco de conflicto dentro de la coalición, aunque Sánchez ha advertido de que es un asunto que se reserva en exclusiva. La estrategia quedó clara tanto en la resolución del conflicto con Marruecos, que llevó a Moncloa a imprimir un giro histórico en la posición respecto al Sáhara, y también en el envío de armamento a Ucrania. Ambos asuntos tienen el rechazo de Unidas Podemos.
Sánchez viajó a Rabat a reunirse con Mohamed VI con varios rapapolvos del Congreso a sus espaldas, pero el presidente minimizó las posiciones de los grupos, incluida la de su socio de coalición. “Al rey le importa lo que diga el presidente”, expresó a los periodistas sobre la votación en la que horas antes de su encuentro con el monarca alauí había rechazado el cambio de posición respecto al Sáhara, que es lo que en última instancia ha permitido al Gobierno restablecer las relaciones con Marruecos.
El presidente también ha desoído los recelos de Unidas Podemos por la cesión de material militar ofensivo a Ucrania, que ha tenido un último rifirrafe este viernes protagonizado de nuevo por las ministras de Derechos Sociales, Ione Belarra, y la de Defensa, Margarita Robles. La primera volvió a defender la vía diplomática y a cuestionar el envío de armas al denunciar la “hipocresía” de “esconderse tras el apoyo al pueblo ucraniano” para subir el gasto militar. “Ojalá pueda la señora Belarra convencer a Putin de que pare esta masacre que está habiendo en Ucrania. Mientras tanto (...) lo que tenemos que hacer es el apoyo y la solidaridad con el pueblo de Ucrania”, respondió la responsable política de las Fuerzas Armadas.
Un perfil internacional hasta las elecciones
Las nuevas críticas de la líder de Podemos se han producido 24 horas después de que Sánchez anunciara ante Zelenski el mayor envío de armamento desde que comenzó la guerra: 200 toneladas de municiones y otro material, 30 camiones y 10 vehículos ligeros. “Las atrocidades no pueden quedar impunes. Putin tendrá que rendir cuentas por sus crímenes”, expresó el presidente. “Hoy desde Kiev quiero decir que los ucranianos no están solos, Europa está con vosotros y el mundo no os abandonará”, agregó explotando su perfil más internacional.
Y es que Sánchez tiene previsto mantener ese perfil hasta el final de la legislatura con dos hitos que están marcados en rojo en la agenda de Moncloa y que permiten engrosarlo: la cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid y que permitirá a Sánchez hacer de anfitrión -y situarse al lado del presidente estadounidense, Joe Biden- y la presidencia rotatoria de la UE que corresponde a España en el último semestre de 2023. Ese será el primer gran escaparate electoral para las generales que Sánchez ha situado ya en diciembre de ese año.
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