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Unidas Podemos plantea una “nueva transición” tras el acuerdo en la UE para el fondo de reconstrucción

El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias,  en los Cursos de Verano en San Lorenzo de El Escorial

Aitor Riveiro

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La crisis financiera desatada en 2008, y que se tradujo en fuertes recortes del gasto público a partir de 2010, supuso un terremoto económico y social que provocó un tsunami político que acabó con el sistema bipartidista en España. Una década después de que se impusiera la agenda austericida, España (y el resto del mundo) han sufrido otro “temblor”, en palabras del líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, provocado esta vez por la pandemia del coronavirus.

Pero, a diferencia de entonces, la salida de la crisis que se está planteando tanto desde el Gobierno como desde las instituciones europeas apuesta por una importante inyección de dinero público. Una circunstancia que Iglesias cree que permitirá una “nueva transición” que estará “pilotada” por el Ejecutivo de coalición del que es vicepresidente. “Una nueva época, un nuevo tiempo, que estará lleno de dificultades, contradicciones y complicaciones. Pero que es algo completamente nuevo”, según el secretario general de Podemos.

Así lo expuso el pasado miércoles Pablo Iglesias en el seminario organizado por Podemos en el marco de los cursos de verano de la UCM bajo el título La Agenda 2030: el gran reto mundial de esta década. El curso, de tres días de duración, contó con la presencia de los principales referentes de Unidas Podemos, con los cinco miembros que tiene en el Gobierno a la cabeza. Allí plantearon cada uno sus proyectos en sus respectivos campos en el tiempo nuevo que ahora se abre. Todos ellos aludieron a los “cambios” que se podrán afrontar en el nuevo tiempo que se abre tras el histórico pacto sellado en el Consejo Europeo.

El acuerdo de la UE sobre el fondo de rescate ha sido recibido con una gran satisfacción en Unidas Podemos (UP). No tanto por la cantidad de dinero que llegará a España, 140.000 millones que se consideran insuficientes, sino por el cambio de paradigma que supone a nivel europeo y porque, salvo una catástrofe que nadie contempla en la coalición, permitirá al Gobierno sacar adelante los próximos presupuestos generales y, con ellos, encarrilar el resto de la legislatura. Las negociaciones para lograr unas cuentas públicas que entierren las de Cristóbal Montoro de 2018 serán muy complicadas, tanto dentro del propio Ejecutivo como en el trámite parlamentario,

Este análisis no lo hacen solo en UP. La clausura del curso corrió a cargo del expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, quien hizo una disertación sobre la situación de la gobernanza mundial. El exlíder socialista dijo sentir “afecto” por Podemos, arremetió contra Felipe González y se dejó fotografiar junto a Pablo Iglesias en un nuevo guiño a un espacio político que en el pasado le ha dedicado durísimas palabras. Zapatero fue el presidente que abrió la puerta a los recortes y que llevó a la Constitución la austeridad presupuestaria con la reforma del artículo 135. A Zapatero le estalló el 15M, que hizo del “¡no nos representan!” su insignia y de cuya hegemonía social se alimentó Podemos en su asalto los cielos. No lo lograron a la primera. Ni a la segunda. Pero finalmente llegaron al Gobierno, demediados y con riesgo cierto de que el espacio político no pueda remontar el vuelo si no arregla sus graves problemas organizativos.

En su charla, Zapatero también aludió a ese cambio de paradigma que se ha producido con la crisis provocada por la expansión del SARS-CoV-2. El expresidente entonó una suerte de mea culpa e impugnó su propio “cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste” con el que zanjó en 2010 cualquier debate sobre la vía de recortes sociales emprendida por su Gobierno. “El destino de este siglo XXI, después de la crisis financiera de 2008 y la de la COVID-19, nos va a interpelar de modo decisivo. Ante la primera, puedes equivocarte. Si te equivocas en la segunda, el fracaso del siglo será inevitable”, dejó dicho.

El giro copernicano en las políticas europeas tienen una “importancia política sin precedentes que explica muchas cosas”, aseguró Pablo Iglesias en su conferencia. Y que la mayoría de la investidura debería aprovechar para afrontar algunos de los cambios que hasta ahora no se han podido acometer. En opinión del secretario general de Podemos, las derechas “están en un momento de falta de comprensión histórica”. “Ni siquiera entienden a Merkel”, dijo, para parafrasear con ironía una de las míticas frases que se pintaron en las fachadas de los edificios del París de Mayo del 68: “Siguen preguntándose por qué ha hecho esto, por qué cuando ya tenían las respuestas, les cambiaron las preguntas”.

Iglesias sostuvo que los furibundos ataques protagonizados por “la derecha política, mediática y económica” solo se entiende porque el PP de Pablo Casado ha comprendido que está “atrapada por la extrema derecha” y que en estas circunstancias de multipartidismo y conflicto territorial abierto, “ha perdido la oportunidad de gobernar en el conjunto del Estado”. Mientras Vox mantenga una fuerte presencia parlamentaria, e Iglesias apuntó en su charla a que así será, el PP no podrá atraer los apoyos de los partidos nacionalistas que antaño auparon a José María Aznar y que hoy son imprescindibles ante la imposibilidad de alcanzar la mayoría absoluta.

“Modernización sin precedentes”

En este contexto llegan los 140.000 millones de la UE que, como dijo Iglesias, están condicionados a “reformas que tienen que ver con la transición ecológica, la economía cuidados, la lucha contra la pobreza y la inclusión social”. Esto abre la puerta a una “modernización sin precedentes” que contará con su presencia en lo que el líder de Unidas Podemos suele llamar “la dirección de Estado”. Y que se refiere desde las leyes que se puedan aprobar en los próximos años hasta la elección de cargos de designación política, como los miembros del Consejo General del Poder Judicial o el Tribunal Constitucional, pendientes de renovar desde 2018; el consejo de RTVE; o los múltiples organismos y empresas que dependen del Gobierno o del Congreso, como ya ha ocurrido en el caso de Enagás, para cuya dirección Podemos optó por Cristóbal Gallego, un experto no adscrito al partido.

Esa “nueva transición” tiene un guion de trabajo en la Agenda 2030 que desgrana los objetivos de desarrollo sostenible que marcó la ONU para dentro de una década y cuya misión, según Iglesias, es permitir “a las naciones del mundo enfocar el futuro desde criterios más racionales”.

Amante de las series de televisión y de utilizarlas en sus argumentos, como ya hiciera Podemos en su fundación en 2014 con Juego de Tronos, Iglesias planteó que frente a la “época Black Mirror” en la que parece triunfar “la distopía”, la Agenda 2030 “pone encima de la mesa una utopía disponible”. “Sin ser ingenuos, sabiendo lo que son las relaciones económicas, las correlaciones de fuerza, los intereses de corporaciones y Estados. Con el pesimismo de la inteligencia, pero sabiendo que hay oportunidades de que algunas utopías disponibles, que se han verificado a lo largo del tiempo, nos dan oportunidades de afrontar el futuro con un moderado, prudente, sensato optimismo”, señaló Iglesias.

En su disertación, el vicepresidente planteó la reindustrialización de España como una de las principales labores que deberá acometer el Gobierno con los fondos de la UE, teniendo en cuenta las “reformas verdes” y un “nuevo marco de relaciones laborales con más derechos para los trabajadores”.

“Pleno empleo y trabajo decente”

De ese nuevo marco de relaciones laborales habló la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quien intervino en una mesa redonda junto a dos profesoras universitarias colaboradoras habituales de su departamento. Díaz comenzó su charla con un aviso a quienes han visto en el acuerdo de los Veintisiete la posibilidad de restringir la aplicación del acuerdo de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos. “El acuerdo alcanzado en la UE nos permite caminar en una dirección diferente en términos políticos. No hay troika y no hay condicionalidades con las agendas soberanas de los países”, apuntó.

“Desde 1984 hemos tenido 52 reformas laborales y treintaitantas en materia de contratación. Todas en la misma dirección. Vamos a probar otras recetas diferentes”, subrayó Díaz, quien apuntó que los reales decretos aprobados durante la crisis provocada por el coronavirus ya han buscado “bordear y alejarse” del marco impuesto por la reforma laboral del PP de 2012 y cuya derogación es una fuerte disputa dentro del Gobierno entre la propia ministra de Trabajo y la vicepresidenta tercera, Nadia Calviño.

Díaz apuntó algunos de los retos que debe afrontar, como luchar contra la precariedad, “la gran anomalía española”, en sus propias palabras. “El legislador y el Ejecutivo actual lo vamos a intentar corregir”, vaticinó. La otra batalla será contra el paro. “Se pueden hacer las cosas de diferente manera”, aseguró la ministra, quien puso de ejemplo los ERTE, “que han salvado 540.000 empresas”, y quien se congratuló de que la primera norma aprobada por el Ejecutivo de coalición fuera, precisamente, la “derogación del despido por ausencias y bajas justificadas por enfermedad”.

Otro de los retos será avanzar en la legislación sobre el llamado trabajo a distancia o teletrabajo. “No vamos a desregular, vamos proteger a trabajadores y trabajadoras que accedan a esta forma de organización del trabajo”, dejó dicho la ministra. Y situar “los cuidados en el centro”. Regular el llamado trabajo informal.

“No quiero volver a la normalidad, sino caminar a una normalidad mejor”, concluyó Yolanda Díaz, quien parafraseó en el cierre de su conferencia la famosa Tesis 11 sobre Feuerbach que dejó escrita Karl Marx en 1845: “Lo que estamos haciendo es la tesis 11, transformar, decir alto y claro que sí, se puede”.

“Reparto de riqueza, tiempo y cuidados”

Sobre esa política de cuidados habló la ministra de Igualdad, Irene Montero, quien también compartió su tiempo en una mesa redonda. Montero apuntó a que la crisis del coronvirus la sociedad se ha dado cuenta de su “vulnerabilidad” y de que el “amortiguador, el colchón” han sido “los cuidados”. Esto ha llevado a otras pregunta: “¿qué son los cuidados, quién los hace? Fundamentalmente, mujeres en cadenas globales de cuidados, con mujeres que delegan en otras mujeres”. La Sanidad, la Dependencia, son materias que dependen casi en exclusiva del trabajo femenino. “No digamos la limpieza, con salarios devaluados pese a que son imprescindibles para el sostenimiento de la sociedad”, dijo Montero.

La conclusión de la ministra de Igualdad es que “hay cosas que tienen que cambiar” para que las “formas de organización no recaigan en las mujeres de forma invisible”. Y, para ello las políticas públicas sin imprescindibles. “Las políticas públicas han vivido de espaldas a los cuidados. Cuando las escuelas cierran, sin abuelos y abuelas, no hay conciliación. Nos hemos quedado sin estructuras sociales para abordarlo”, apuntó.

Esto pasa por “generar instituciones que cuidan y son conscientes del valor de lo común” y por abordar un “reparto de riqueza, tiempo y cuidados”.

Montero citó expresamente la Ley de Tiempo Corresponsable que prepara el Ministerio de Trabajo en colaboración con Igualdad. “La perspectiva de género tiene que permear normas que parecen neutras”, dijo. Y puso como ejemplo el teletrabajo que, en su opinión, “no es una medida de conciliación o al menos no la central”.

La ministra de Igualdad señaló que ambas normas “deben garantizar la presencia de las mujeres en el trabajo mientras sea una estructura fundamental de inserción social y mientras la presencia sea una condición para participar de espacios informales que sirven para la promoción y asunción de responsabilidades”.

Esta agenda, concluyó, “tendrá reacción” por parte de sus detractores. “Lo importante es que no nos pase por encima”, zanjó.

Un nuevo modelo de consumo

“La política industrial que nos dice cómo se produce tiene que ir acompañada de una política que nos diga cómo se distribuye cómo se consume”. Así explicaba el ministro de Consumo, Alberto Garzón, su planteamiento sobre los retos que afronta España en el siglo XXI. El coordinador federal de IU planteó en su conferencia, Cambio de paradigma del consumo en el contexto post-Covid y en el Horizonte 2030, que es el momento de pensar “el país que queremos dentro de 15 años” y apostó por “compatibilizar el modelo de producción y consumo con la educación”, hacer “el crecimiento económico compatible con un planeta sostenible”.

Garzón planteó la necesidad de hacer políticas públicas para reducir los desequilibrios“ o, de lo contrario, ”se incrementan“. El dirigente de IU señaló como fundamental los mecanismos fiscales ”para corregir dinámicas de la distribución“, frente a las políticas neoliberales de las últimas décadas, dirigidas a ”reducir la progresividad fiscal, favoreciendo a las rentas del capital y tramos de renta más elevados“. Un análisis que esta misma semana compartía la AIReF.

El ministro, Economista de formación, aseguró que “la tercera revolución industrial” está favoreciendo “la desigualdad” ya que el acceso a los cambios tecnológicos son “asimétricos”. “Volvemos a una polarización social” más propia de la primera revolución industrial, apuntó, para advertir de que esto tiene “un impacto de género”. Garzón apostó por “gravar la automatización no para impedirla, sino porque esas empresas ganarán más y así se compensa a sectores poblacionales que salen perdiendo” con el cambio.

Garzón señaló la necesidad de “transformar prácticas culturales que afectan a la producción y el consumo”, acabar con “el despilfarro” premiar fiscalmente los productos saludables para que sean más baratos, reducir la huella climática favoreciendo el consumo de proximidad.

El líder de IU señaló que la pandemia ha mostrado “lo que podría ser un colapso ecológico” y también advirtió de que “habrá resistencias” a los cambios que desde Unidas Podemos se quieren implementar.

Algunas de ellas son ya patentes, apuntan desde el espacio político, que señala a la ofensiva mediática de las últimas semanas como un ejemplo de que el cambio es ahora más posible que nunca. En palabras de Iglesias, es una “expresión del fin de una época, de la decadencia inevitable de buena parte de las élites que han mandado en este país. Un reseteo”.

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