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Memes: ciencia ficción para sobrellevar la realidad

Imagen que se viralizó en Enero de 2018 al considerarse que era un "Meme de memes".

Felipe G. Gil

Año 2520. Tras la firma del Tratado de Paz entre Robots y Humanos, un grupo de historiadoras se afana en reconstruir la historia del antiguo país conocido como España, ahora un árido territorio de la árida cuenca ibérica. Muchas ciudades y pueblos han quedado reducidos a escombros, pero aún es posible encontrar algunos restos visibles de una cultura pasada. En una zona al norte, en los escombros de lo que parecía ser una antiguo santuario o similar edificio religioso, se encuentran con esta imagen.

Bueno, vale. Puede que en la guerra entre Robots y Humanos exageremos, pero que el famoso Ecce Homo de Borja es un inexplicable, divertido y antológico accidente dentro de la historia de la representación que será estudiado en el futuro lejano, pues no, no exageramos. Recordemos la historia.

Historia de la Memética: el Ecce Homo de Borja

En 1930 y durante sus vacaciones, el modesto pero regionalmente conocido pintor Elías García Martínez lleva a cabo su versión de Ecce Homo en el Santuario de Misericordia de Borja, provincia de Zaragoza. La obra original consistía de una pintura en un muro interno del Santuario, de unos 50 centímetros de alto por 40 de ancho. Según la prensa la pieza poseía un “valor escaso” y “poca importancia artística”.

En agosto de 2012, Cecilia Giménez, de 82 años de edad y aficionada a la pintura que antes había realizado algunos pequeños trabajos de restauración en otros centros religiosos, decidió ponerse manos a la obra con el Ecce Homo. Pero tras haber retocado o repintado la túnica, perdió el control de la situación con el rostro de Cristo. Un corresponsal de la BBC en Europa dijo que la obra se transformó en un “esbozo de un mono muy peludo vestido con una túnica de una talla inadecuada”. El terremoto multimediático no había hecho más que empezar.

Probablemente si esto hubiera sucedido en la era pre-Internet, habría pasado desapercibido o como mucho habría sido la comidilla de las efemérides que sirven de noticias en el Telediario después de El Tiempo. Pero Internet es una Máquina Infinita de Multiplicar Objetos. Si una historia es lo suficientemente graciosa y genera una imagen risible, es susceptible de ser replicada de forma incontrolable. A este proceso de réplica se conoce como memética.

Patrick Davison, un autor contemporáneo a Richard Dawkins (en su obra “El Gen Egoísta” como la mezcla entre “gen” y “memoria/mímesis”), realizó una sub-categorización a partir de este definiendo los Memes de Internet como “Una pieza cultural, normalmente chistosa, que gana influencia a través de la transmisión online”. Lo grandioso de Cecilia Giménez es que puso patas arriba esta definición, rompiendo con la tan manida e insistente distinción fronteriza entre “lo virtual vs lo real”.

El viaje de ida y vuelta entre lo digital y lo analógico es tan rápido y se produce en tantos lugares al mismo tiempo que es una pérdida de tiempo concentrarse en tal distinción. Porque como cuando un meteorito impacta en otro cuerpo celeste, lo que antes era un objeto puede transformarse en miles que viajan en distintas direcciones. Y estos a su vez pueden chocar de nuevo y volver a sufrir la misma transformación. Por eso merece la pena seguir el rastro de algunas las colisiones meméticas del Ecce Homo de Borja.

Gramática del meme: LOL

Uno de los principios fundamentales de la gramática del meme podría resumirse en “Todo por el LOL”. LOL es la abreviación de “Laughing Out Loud” (“Reírse fuerte”). Ahora ya sabemos de la ambivalencia de este principio: desde seguidores de Trump hasta activistas ecologistas pueden abrazarlo. Jaron Rowan en “Inteligencia idiota, política rara y folclore digital” menciona “Las reglas de Internet” creadas en 4Chan como ejemplo de esta cultura. La regla 3 es «somos anónimos». La 13, «cualquier cosa que digas puede ser convertida en otra cosa». La 20, «nada se debe tomar en serio». La 21, «los contenidos originales solo lo son durante unos segundos, antes de hacerse viejos». La 22, «el copy-paste se ha diseñado para arruinar cualquier principio de originalidad».

La risa es el motor de la viralidad. Como indica Henry Jenkins en su texto “Si no se comparte, está muerto” podríamos categorizar los contenidos que se comparten en función de:

  • Si tiene humor, hace reír, etc.
  • Si provee diferentes niveles de compromiso (no necesitas pillar el chiste entero para que te guste) o es una parodia y requiere de un cierto conocimiento cultural (lo cual hace sentirte bien acerca de ese conocimiento y de pillar el chiste).
  • Si te fuerza a buscar más información, así que tratarás de involucrar a tu comunidad para ello (buscando los orígenes, qué significa realmente, quién lo hizo), etc.
  • Si el contenido está inacabado y te obliga a interactuar con él de alguna forma para terminar de comprenderlo.
  • Si apela a la nostalgia y al sentimiento comunitario.

Todas estas reglas en realidad desvelan que vivimos en un momento con una profunda y arraigada falta de respeto hacia las imágenes que nos rodean. Si al principio de existir el cine y la fotografía eran bienes preciados y escasos que nos hablaban de nuestra trascendencia, hoy cada persona produce tal cantidad de imágenes con su dispositivo móvil que el valor de cada una de esas imágenes es muy bajo en relación al resto. Esa sobreabundancia y esa devaluación provocan que todo sea susceptible de ser convertido en otra cosa, especialmente si hace reír.

Otra de las características de los contenidos que entran en la rueda memética es la capacidad que tienen para poner a dialogar dos o más universos narrativos. Este meme, que además no necesita de muchas destrezas técnicas, realiza un comentario jocoso sobre el aspecto de Sergio Ramos y tal y como antes mencionábamos, obliga por un lado a saber quién es el personaje en cuestión y qué explica que vaya vestido así, pero también qué son las guerras carlistas y como iban vestidos los soldados de aquella época.

Los memes funcionan como una herramienta de ciencia ficción que emulan una realidad de por sí bastante bizarra. Si hace años nos hubieran dicho que un presidente del Gobierno iba a salir a dar explicaciones a una sala llena de periodistas a través de una pantalla de plasma, nos habría parecido inverosímil. Por eso, cuando lo inverosímil es emulado, además de bordear los límites de lo posible, está redundando en el absurdo al que nos enfrentamos diariamente. El meme nos hace reír por fuera mientras lloramos por dentro.

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