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Por qué la Casa Real es una fábrica de memes

Varios miembros de la Familia Real asisten a los Toros el pasado mes de Agosto de 2017 (Agencia EFE)

Felipe G. Gil

Cada vez que La Casa Real tiene alguna actividad pública suceden dos cosas: sus asesores de comunicación pierden años de vida y se multiplican como setas los memes. Los últimos tiempos están siendo un auténtico carnaval memético a costa de la Familia Real. 

Esta semana las redes veían emerger casi cada minuto y como si fueran setas todo tipo de experimentos, manipulaciones, bromas y comentarios sobre el incidente entre la Reina Letizia y Doña Sofía.

La verdad es que es complicado no darse por enterado: los memética es transversal y viaja de Twitter a Whatsapp a la velocidad de la luz. 

Curiosamente, estos días también se ha viralizado una imagen que sin embargo fue publicada en Agosto de 2017. Juan Carlos I asistía a los toros con la Infanta Elena y sus nietos Felipe Juan Froilán y Victoria Federica. Y un fotógrafo captó esta instantánea.

Automáticamente y aunque esta foto no tenga tanta potencia mediática como el incidente entre Letizia y Sofía, se activa una maquinaria que funciona como un ejército de semiólogos espídicos que genera auténticas maravillas como un tuitero que compara en un hilo la fotografía con secuencias de la película El Gatopardo de Visconti y con el estilo de Goya u otro que directamente hace una serie para ver cómo funciona la imagen en distintos estilos gráficos y pictóricos generando una pieza que bien podría estar en un comic de Frank Miller.

Lo que cabe preguntarse tras repasar estos dos incidentes es ¿Qué tiene La Casa Real para generar tantos memes? Aquí van varias posibles respuestas:

1. La cultura oficial es socavada a base de memes. Cada día es más complicado sostener un relato institucional. Si a esto le sumamos escándalos de todo tipo (un Rey Emérito pidiendo perdón por salir a cazar elefantes en África, un yerno de una Infanta acusado de prevaricación, malversación, fraude, tráfico de influencia y 2 delitos fiscales o su reciente y torpe intento por mostrar naturalidad y familiaridad en aquel falso-falso documental donde se les veía almorzando, tenemos un combo complicado de sostener mediáticamente de forma coherente. 

2. La sociedad civil es contestataria.  Precisamente por ese descrédito hacia muchas formas de institucionalidad que hay y por la desafección que ha generado la crisis, la sociedad civil es contestataria. La red, como representación amorfa y múltiple de la sociedad civil, es descreída y voraz: no respeta la historia que nos es contada y la replica constantemente (aunque sea de formas no orquestadas y contradictorias políticamente). 

3. Cada vez hay más ojos mirando y más manos produciendo contenidos. Cuando en los dosmiles se hablaba de la democratización en el acceso a los medios de producción de contenidos mediáticos y digitales nadie esperara que sucedieran 'cosas' como Trump. Sin embargo, hay una realidad incontestable: cada vez hay más personas con la capacidad para escrutar una imagen y luego reescribirla. 

Así es que probablemente La Casa Real dejará de ser una fábrica de memes cuando deje de existir. Y paradojicamente, muchos de los que hoy se afanan en hacer humor para derribarla quizás la echarán de menos como objeto de una contradictoria pero potente inspiración. 

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