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Descubriendo a...

Rigoberta Bandini, de doblar a Caillou a arrasar en la música electrónica: “Rosalía abrió camino en la experimentación y ahora todo vale”

Samuel Martínez

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Paula Ribó (Barcelona, 1990) es, ahora, Rigoberta Bandini. En su día fue Caillou —o, más bien, su voz— y hasta la princesa Mérida, de Brave, pero ahora es Rigoberta Bandini y con sus cuatro singles, sus casi 120.000 oyentes mensuales en Spotify y el más de un millón de reproducciones que acumulan sus dos mayores éxitos todo parece indicar que ha llegado a la música electrónica española para darle un vuelco, para mezclarla con todo y, por supuesto, para quedarse. A Paula —o Rigoberta— todos la conocíamos sin saberlo. Todos la hemos oído en boca del pequeño Caillou y en la de otros muchos personajes que ha doblado. Hemos oído hasta a su hermana, “que ponía voz a Spinelli, en la Banda del Patio”. Sin embargo, no la conocimos del todo hasta que un buen día se transformó en Rigoberta y se puso a componer unas canciones que han interesado al mismísimo C-Tangana, que viralizó su tema ‘In Spain We Call it Soledad’ cuando lo incluyó en una de sus playlists de Spotify. Algo dispersa y volátil, pero impulsiva e intensa emocionalmente —así se define—, Paula Ribó se siente cómoda con la etiqueta de ‘electrónica espiritual’ para referirse a su música, aunque cree que “ese tipo de clasificaciones son más un juego que otra cosa”.  

Su aventura musical empezó hace 10 años, mientras estudiaba interpretación en el Institut del Teatre. “Todo fue bastante fortuito”, recuerda. “Estábamos en una fiesta, empecé a cantar unas canciones mías y dos amigas me hicieron los coros”. Esas amigas, por aquel entonces desconocidas, eran las actrices Paula Malia (El Vecino, Valeria, Gente que viene y bah, etc.) y Bàrbara Mestanza (Amar es para siempre, Mercado Central, etc.). Juntas formaron el grupo The Mamzelles y pasaron una década de escenario en escenario, especialmente en Cataluña. “Fue increíble explorarlo todo juntas”, resume Paula, aunque reconoce que es en este momento de su carrera, al dar el salto a cantar en solitario, cuando se siente “en el núcleo, en el centro” de ella misma: “Me siento más yo que nunca artísticamente”. Con el lanzamiento de su personaje Rigoberta Bandini —un nombre que se le ocurrió de casualidad—, tiene claro que solo hará aquello que le apetezca. “Siempre existe el peligro de verte forzada a hacer algo que no te convence para llegar a más gente o vender más”, apunta, “pero a fin de cuentas eres tú la que tiene la última decisión”. 

Fan de Paolo Sorrentino, a quien le gustaría regalar la banda sonora para una de sus películas, y de Nicolas Jaar y Kate Tempest, con quienes le encantaría colaborar en alguno de sus temas, Paula siempre se sintió inspirada por la música de Franco Battiato y por el poderío de Beyoncé, con quien “no comparte demasiado en lo musical”, pero que “es un referente como mujer”. Tampoco se siente muy cercana al trap, aunque considera muy importante su irrupción porque “ha roto todas las cadenas”. Y en cuanto a Rosalía…, “ella abrió el camino de la experimentación. Todos tenemos mucho que agradecerle”. Para Paula Ribó, que Rosalía encontrara la fórmula para tener éxito con un producto tan distinto fue el embrión de mucho de lo que está llegando después. “Ahora todo vale”, exclama al tiempo que avisa: “Eso entraña el riesgo de que la mediocridad se abra paso en la industria”, pero insiste: “Tiene muchos más aspectos positivos que negativos”. No hay reglas y aparecen nuevos sonidos. “Nueva música muy valiosa”. Si no, que se lo pregunten a ella misma. 

Una familia grande, una casa en la playa y mucha música

Si hace diez años Paula tenía 20, cursaba estudios de Interpretación y se enrolaba en The Mamzelles, dentro de una década se ve rodeada de música, colaborando con grandes artistas y con una familia mucho más grande. Tanto mejor si la idílica estampa es en una casita blanca a pie de playa. “Ese es el paisaje al que me transportaría ahora mismo”, responde la cantante y escritora. Lo haría, por supuesto, junto a su pareja, Esteban, y junto a su hijo nacido hace unos pocos meses. “Son tiempos de celebración constante para nosotros”, sonríe Paula. “Cada nueva mirada, cada nuevo gesto de nuestro hijo nos emociona y, por si fuera poco, Rigoberta no para de darnos alegrías”. Unas alegrías que Paula comparte al 100% con Esteban: “Nosotros dos somos el epicentro de las decisiones. Yo compongo una canción y él me ayuda a nivel de estructura y acordes”. Ese es el proceso que sigue un single hasta que lo ponen en manos de un productor, el mismo que ha seguido su próximo tema, que saldrá a la luz el 20 de noviembre: “Una versión de una sinfonía de Beethoven que a su vez ya versionó Mocedades”, explica. “Una reversión, vamos”. 

En el futuro más próximo, Paula no tiene intención de aventurarse con un álbum, sino de “continuar sacando temas”. No obstante, sí cree que en 2021 llegará un momento en el que le apetecerá algo más grande, “con más dramaturgia”. De todos modos  no se pone normas ni se mete prisa. Paula, en sus propias palabras, va “con el flow”, respetándose como artista y disfrutando cada segundo, como ha hecho hasta ahora. Desde este punto, y parafraseando una de las citas más recordadas de la saga de Toy Story, en la que ella dobló a la niña Amy, ‘hasta el infinito y más allá’. Donde no hay reglas, tampoco hay límites.

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