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No estamos todas, faltamos las cojas

El pasado 8 de marzo, tuvo lugar uno de los momentos más importantes del feminismo en nuestro país. La convocatoria de primera Huelga de Mujeres, tanto laboral como de cuidados y consumo fue todo un éxito. Fue todo un éxito antes de que ya fuera un éxito. Ahora todos lo saben. Ahora los que no creían en nosotras ni daban un duro por nuestras reivindicaciones, incluso se mofaban de ellas, tienen que estar como poco alucinados. Algunos de ellos incluso se han sumado al caballo ganador, que no es caballo, sino es mula. Ahora el feminismo vende y compra votos. Nos mantendremos alerta, porque el éxito es nuestro, señoros.

El pasado 8 de marzo fue todo un éxito sin precedentes, pero tenemos que seguir escribiendo capítulos en la historia de la igualdad. Me gustaría incidir en el hecho de que muchas faltaban en las movilizaciones. Muchas cojas, en silla, locas, ciegas, dependientes, enfermas, etc. Yo acudí con mi bastón-paraguas, algo que no dentro de mucho patentaré y me haré millonaria. A pesar del momento tan maravilloso, había instantes en los que tenía que pararme y luego seguir. Tuve que hacer atajos porque no era capaz de hacer el recorrido entero, entre tantísima gente. Yo fui acompañada por amigos y pareja que entienden mi situación, pero me consta que hay muchas mujeres que necesitan de ese apoyo para poder asistir a movilizaciones como éstas. Se me ocurre que para la próxima habilitemos un carril especial en la medida de las posibilidades, con voluntarias para que se pueda tener un acceso más universal.

Algunas de nosotras no pudieron estar, pero somos las que más desigualdad sufrimos. Es importante que destaquemos esto dentro del feminismo. Las cojas, locas, bolleras, gitanas, trans, migrantes… somos las más desfavorecidas del sistema. Las que más discriminación sufrimos. Las más solas. Seguro que me dejo a cientos más, porque hasta dentro de nuestra propia diversidad no vemos la que no nos atañe directamente. Yo en concreto, me encargaré de hablar de las mujeres con discapacidad.

Y es que 1,4 millones de mujeres tiene una discapacidad reconocida en nuestro país. Un gran número es víctima de la violencia machista (el 80%) y tiene un riesgo cuatro veces mayor de sufrir violencia sexual. Estos son datos de este artículo donde puedes encontrar más información sobre nuestra situación.

Si somos las que más sufrimos las consecuencias del sistema patriarcal, ¿por qué somos las grandes olvidadas? No sé cómo se han sentido otras mujeres en este tipo de situaciones, pero yo me he sentido una carga, una amargada, una deprimida. Sentí que ese pódium al que optaba en mi vida se quedó en un “a ver si hoy puedo levantarme de la cama”. Frustración. Seguro que existe algo de victimización en mi situación, porque también creo que lo mental y lo físico está muy relacionado.

Me preguntaban en “Las Mujeres Que Opinan son Peligrosas” -organizada por la Diputación de Pontevedra- qué fuerza hace falta para que la administración cambie la inercia y se haga cargo de las personas con diversidad funcional. Necesitamos echar una mano a las mujeres víctimas de esta situación. Muchas de ellas dependientes, otras de ellas encerradas, maltratadas. ¿Cómo llegar a este colectivo? Me preocupa, me pregunto, ¿llamar puerta por puerta?, ¿reuniones virtuales? El colectivo Frydas, organizado por mujeres con discapacidad, está dando pasos en esta dirección. Son mujeres que se están organizando desde sus diversidades, para visibilizar los problemas que sufrimos todas.

Desde el feminismo no podemos ni debemos dejar a ninguna compañera atrás. Cada una tiene sus peculiaridades, todas somos diversas, pero es importante que tengamos en cuenta este dato.

Por eso mando un mensaje al feminismo para hacernos cargo de las más desfavorecidas y ayudar al empoderamiento de las cojas y las locas. Necesitamos más sororidad en la diversidad y potenciar entre todas la autonomía y autoestima tan necesarias para la vida y la lucha. Necesitamos un feminismo diverso.

No nos dejéis atrás, vamos más despacio porque vamos lejos.

El pasado 8 de marzo, tuvo lugar uno de los momentos más importantes del feminismo en nuestro país. La convocatoria de primera Huelga de Mujeres, tanto laboral como de cuidados y consumo fue todo un éxito. Fue todo un éxito antes de que ya fuera un éxito. Ahora todos lo saben. Ahora los que no creían en nosotras ni daban un duro por nuestras reivindicaciones, incluso se mofaban de ellas, tienen que estar como poco alucinados. Algunos de ellos incluso se han sumado al caballo ganador, que no es caballo, sino es mula. Ahora el feminismo vende y compra votos. Nos mantendremos alerta, porque el éxito es nuestro, señoros.

El pasado 8 de marzo fue todo un éxito sin precedentes, pero tenemos que seguir escribiendo capítulos en la historia de la igualdad. Me gustaría incidir en el hecho de que muchas faltaban en las movilizaciones. Muchas cojas, en silla, locas, ciegas, dependientes, enfermas, etc. Yo acudí con mi bastón-paraguas, algo que no dentro de mucho patentaré y me haré millonaria. A pesar del momento tan maravilloso, había instantes en los que tenía que pararme y luego seguir. Tuve que hacer atajos porque no era capaz de hacer el recorrido entero, entre tantísima gente. Yo fui acompañada por amigos y pareja que entienden mi situación, pero me consta que hay muchas mujeres que necesitan de ese apoyo para poder asistir a movilizaciones como éstas. Se me ocurre que para la próxima habilitemos un carril especial en la medida de las posibilidades, con voluntarias para que se pueda tener un acceso más universal.