Homenaje a Almudena Grandes: “Cuando se pierde el nosotros, hay dos muertos: uno, el que enterramos, y otro el que sigue en pie”

Carmen Camacho y Luis García Montero en la Estación de los Libros de La Rinconada

Alejandro Luque

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La memoria de Almudena Grandes, fallecida en noviembre de 2021 después de padecer un cáncer, fue objeto de homenaje este miércoles en el programa La Estación de las Letras, que celebra esta primavera como cada año la localidad sevillana de La Rinconada. Esta vez, el recuerdo de la novelista vino de la mano de su viudo, el escritor y actual director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, quien le dedicó recientemente un poemario titulado Un año y tres meses (Tusquets).

En conversación con la también poeta Carmen Camacho, García Montero insistió en la idea de que un libro como el citado es algo más que una crónica del acompañamiento de la enfermedad o un ejercicio de literoterapia, sino un esfuerzo por ir del yo al nosotros. “Siempre digo que el poeta que se pasa un día pensando en un poema representa al ser humano que quiere ser dueño de sus opiniones. Cuando tienes una ocurrencia, sueles repetir algo que flota en el ambiente y que pertenece a una moda más que a ti. Para ser dueño de tus propias opiniones, la verdad no puede ser un punto de partida, sino de llegada. Se trata de establecer un diálogo con la propia conciencia, un viaje de ida y vuelta entre el yo y nosotros bien interesante”.

En este sentido, hablar de ese año y tres meses desde que le fue confirmado el diagnóstico de cáncer a Grandes hasta su muerte, ha sido para el autor “meditar sobre la muerte como algo que te afecta, pero que también te trasciende y te lleva a la consideración del ser humano te puede sacar de tu propio ombligo y que el dolor deje de ser solo tuyo, sino también una emoción que puede habitar al lector. Por eso estos libros son tan puñeteramente difíciles de escribir. Tienes que mantener, por una parte, tu verdad biográfica y al mismo tiempo hacerla compatible con una verdad literaria que la lleve más allá del simple desahogo”.    

Cuidadores y cuidados

“Uno no se inventa las palabras, nace en una comunidad, en un nosotros”, prosiguió García Montero. “En este sentido, los poetas, cuando indagan en su propio sentimiento, están indagando en la Historia. Para ser un poeta comprometido no hace falta hablar de una huelga general o de las elecciones que se nos vienen encima. Y la Historia no es solo hablar de grandes batallas, un poema de amor es también eso: la Historia pasa también por los sentimientos. Y si queremos transformar la Historia general, hay que transformar también los sentimientos”.

En esa búsqueda, el granadino encuentra también una lectura cívica: “Me parece imposible hablar de amor sin hablar del nosotros, o hablar de la enfermedad sin hablar de los cuidados. Y saber que lo que nos une no es la fuerza ni el predominio, sino la vulnerabilidad. Desde que nacemos y decimos ‘madre, tengo frío’, somos seres que necesitan ser cuidados y que estamos encaminados a cuidar. Por eso me pone tan nervioso el discurso neoliberal que confunde la libertad con la ley del más fuerte y la vida con el sálvese quien puede y el último que cierre”.

Por otra parte, García Montero recordó que la autora de novelas como Las edades de Lulú o Los aires difíciles era una seguidora de la escuela de Pérez Galdós y de Max Aub, “que unen Historia y vida. Que entren los franceses a España y hagan una revuelta, un golpe de Estado en el 36, todo eso está en la Historia. Pero que no se nos olvide que son hombres y mujeres los que ven entrar a esos franceses y viven ese golpe de Estado con sus propios sentimientos”.

El pudor de la poesía

También se refirió García Montero a la facilidad con que la amnesia se apodera de la ciudadanía. “Ahora, como los medios de comunicación están como están, uno no sabe si la gente responde solo a discursos prefabricados. Pero que solo sobrevivimos cuando nos cuidamos, es la primera lección de vida”, aseveró. “Los seres humanos sobreviven como raza porque aprenden a hablar, y ese es un bien superior a la fuerza. Avisar de que viene el lobo y poder esconderte antes de que lleguen. Y al mismo tiempo, aparece el ser humano que saca beneficio a la mentira: el que grita que viene el lobo para que los otros huyan, y comerse su comida. Deberíamos valorar lo que fue salir de la crisis anterior, sometidos a los bancos, frente a salir de la pandemia viendo si podemos mejorar la dignidad de los salarios y pedir una cita sin tener que esperar meses. La conciencia de comunidad debe visibilizarse”.  

Regresando a la poesía y su papel en la sociedad actual, García Montero afirmó que “puede aportar un sentido del pudor. Si lo invado todo, no te dejo espacio para que el duelo sea tuyo también. Y para emocionar, hay que estar en diálogo con la dignidad humana. La poesía nos ha ido enseñando a cómo hablar de nosotros en público, llegando a la verdad, sin hacer el ridículo. Mira las redes sociales, que pueden ser estupendas si tú te presentas honestamente ante el público. Pero en cuanto te descuidas, el paso de lo privado a lo público se convierte en insulto, o contarse la vida se convierte en un negocio de salsa rosa, y todos atentos a ver quién ha dejado a Tamara Nosecuántos… Frente a esta mercantilización, el pudor de la poesía involucrándote con tu propia honestidad, es algo a tener en cuenta”.   

Entre citas de Antonio Machado, Gustavo Adolfo Bécquer y Joan Margarit, el poeta no eludió referirse al hecho de haber sobrevivido a su compañera, para concluir que “perdido el nosotros, hay dos muertos, uno el enterrado y otro que sigue en pie. La verdadera nostalgia, lo que nos hace ser melancólicos tiene menos que ver con el pasado que con el futuro. Nos hacemos creyendo en un nosotros y en un futuro, y cuando el nosotros se acaba, te quedas en el vacío”.    

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