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Las 268 fosas comunes de la guerra y el franquismo en Madrid que no estaban en el mapa oficial

Labores de exhumación en una fosa común de Valladolid.

Marta Borraz

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Saber cuántas, dónde y quienes fueron enterrados en las fosas comunes durante la Guerra Civil y la dictadura es aún una tarea inacabada en la Comunidad de Madrid. El mapa oficial del Gobierno, que nació en 2011, solo muestra 54, pero son muchas más. ArqueoAntro, la asociación de arqueología y antropología que se ha encargado desde 2020 de ampliar el estudio gracias a una subvención del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, acaba de finalizar la investigación y ha identificado 268 más.

La Secretaría de Estado de Memoria Democrática ha trazado un plan a cuatro años para intentar exhumar todas las fosas pendientes de intervención, pero abrir las fosas y, en su caso, recuperar los restos humanos de los fallecidos, no puede hacerse sin este trabajo previo que en Madrid ha llevado décadas empezar a completar. Aún así es un primer mapeo, y desde ArqueoAntro asumen que la cifra real supera las 322: “No es un trabajo que se haya acabado para nada, de hecho, está empezando”, asegura Jesús Martín, arqueólogo de la asociación. Además, se trata de un proyecto de documentación, pero no quiere decir que en todas las fosas haya restos. Hay en las que sí, en las que no y en otras se desconoce.

El investigador insiste en la “provisionalidad” de los resultados del estudio. Falta documentar más enterramientos, asegura, porque hay un “sesgo” en las fuentes de información que han podido consultar para llevar a cabo el proyecto. Así, la mayoría de los nuevos puntos en el mapa de la Comunidad de Madrid, el 67%, son fosas que han llamado “de la retaguardia republicana”, es decir, de afines a los sublevados, ejecutados por los republicanos durante la guerra. Seis son de la retaguardia franquista y siete de la posguerra mientras que 62 pertenecen al frente de guerra, muertos en combate.

En total, las fosas se utilizaron para enterrar a 15.906 personas, de las cuales 5.600 están sin identificar. La mayor parte fueron asesinadas entre otoño de 1936 y los primeros meses de 1937, ha esclarecido el estudio. La documentación del enterramiento es un primer paso porque, sostiene Martín, hace falta un trabajo posterior para intentar determinar qué restos quedan en cada uno de ellos. “Es algo muy complicado. Casi todas las fosas de la retaguardia republicana fueron tocadas en la dictadura. Hay restos que fueron exhumados en algún momento y trasladados a cementerios. Pero además en muchos casos sería muy difícil individualizar los restos para recuperarlos”, cree Martín.

Acceder a los registros civiles

El “sesgo” en las fosas identificadas es la consecuencia de que la principal fuente de información que ha utilizado el equipo han sido los archivos de la Causa General, un fondo promovido por la justifica franquista tras la contienda con el objetivo, fijaba literalmente su preámbulo, de “averiguar los hechos delictivos cometidos en todo el territorio nacional durante la dominación roja”. Es una “importante fuente” para localizar enterramientos, porque abarca el territorio controlado por la República, pero deja fuera los asesinatos cometidos por los franquistas tanto durante la contienda como durante la represión de la dictadura.

La base de datos de la Asociación Memoria y Libertad, que engloba a los asesinados republicanos durante los primeros años del franquismo en la tapia del cementerio de La Almudena, Carabanchel y otras poblaciones de la comunidad, también ha sido fuente de información, pero los arqueólogos lamentan no haber podido acceder a los Registros Civiles de los 179 municipios debido a dos motivos: las restricciones por la pandemia y el impedimento por parte de algunos registros. La idea de la asociación es continuar con la investigación si obtiene financiación. “Daría una noción más exacta y precisa de la represión porque toda la zona oeste de la comunidad cae en manos franquistas desde el invierno de 1936 y eso queda pendiente identificarlo”, señala Martín.

A diferencia de lo que ocurre con los republicanos, las fosas comunes franquistas sí fueron tratadas durante el franquismo, pero “es algo que se hizo de manera bastante chapucera”, asegura el arqueólogo. Un ejemplo es la exhumación en 1939 de los restos de la fosa de Soto de Aldovea, en el término municipal de Torrejón de Ardoz. Había pasado muy poco tiempo desde el enterramiento, pero aún así fueron identificados solo 70 cadáveres de los 414 enterrados. “El franquismo hizo su propia reparación grupal, pero tenían información y datos para hacerla también individual”, explica el arqueólogo. Estos enterramientos, de los que fueron trasladados los restos, también constan en el mapa.

“Si lees la documentación de algunas de las exhumaciones, ves las barbaridades que hicieron. En el antiguo cementerio de El Pardo, por ejemplo, el juez llega a decir que no está pudiendo conocer quién ha exhumado”, ejemplifica Martín. En los informes de la Escuela de Medicina Legal de la Universidad de Madrid, adjuntados a la Causa General, se percibe el descontrol. El forense asegura en 1940 sobre una exhumación en el Cementerio de Aravaca para su posterior reinhumación en el actual Cementerio de La Almudena que en cajas donde debía haber dos o tres cadáveres, “se han encontrado cinco entremezclados”.

Al mapa han sido incorporados los osarios dentro de la necrópolis de La Almudena donde se enterró a los 2.936 fusilados por los franquistas en la tapia del cementerio, el grueso de la represión sistematizada en Madrid. El destino de esos restos, que se creían incinerados desde los años 80 en el Crematorio de Carabanchel, ha sido puesto en cuestión por la aparición el año pasado debido a las lluvias de huesos en uno de los dos osarios sin exhumar. La primera exhumación con garantías técnicas en la Comunidad de Madrid se llevó a cabo en el año 2014, en Arganda del Rey. “Desde entonces no se ha realizado prácticamente ninguna intervención memorialista”, dice el investigador.

Del total de fosas incorporadas al mapa oficial, hasta un 16% se desconoce la ubicación exacta mientas que la mitad, un 49%, se encuentran dentro de los cementerios municipales o parroquiales (hay que tener en cuenta que la inmensa mayoría de las descubiertas por ArqueoAntro son de la retaguardia republicana). El 75% son hombres y el 3% mujeres mientras que del resto no se ha podido identificar. Solo de un tercio se sabe la profesión: de ellos el 76% eran civiles, el 19% militares y una minoría religiosos (2%), políticos o nobles (3%). “Cabe destacar que muchas personas consideradas como civiles tenían algún cargo político”, advierte el estudio.

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