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Los artesanos de la Atenas histórica pelean por su permanencia en la calle

Los artesanos de la Atenas histórica pelean por su permanencia en la calle

EFE

Atenas —

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Todo turista que pasea entre el Agora y la Acrópolis de Atenas se para en algún momento a apreciar los puestos de los artesanos que flanquean la calle Apostolu Pavlu. Ahora, esta comunidad está amenazada de desalojo, porque las autoridades consideran que afea el centro histórico.

Hace algo más de una semana la Policía Municipal se plantó ante ellos y les obligó a recoger sus tenderetes. Desde entonces, los agentes cuidan que nadie venda nada y transeúntes que pasean por allí encuentran sus sillas en su sitio, pero vacías.

Al final de esta calle, llamada así en honor al apóstol Pablo, predicador del cristianismo en la Grecia romana, artesanos y vendedores se reúnen diariamente para protestar y recoger firmas contra el desalojo de un espacio público que ha sido su taller y puesto de venta durante esta década crítica para el país.

“La calle es nuestra vida y sostiene nuestra supervivencia. Queremos permanecer aquí con dignidad”, reza una pancarta.

La decisión ejecutada por el Ayuntamiento viene propuesta por el ministerio de Cultura griego, según ha confirmado a Efe Eleni Banu, directora del Departamento de Arqueología de Atenas.

“Queremos que las calles peatonales arqueológicas (Dionisiu Areopayitu, Apostolu Pavlu y Adrianú) estén libres. Además, hemos recibido protestas de los vecinos contra los vendedores”, explica.

Para sacarlos de las calles arqueológicas, el Ayuntamiento propone lugares alternativos de venta. Sin embargo, la presidenta de la Asociación de Artesanos y Vendedores Ambulantes, Evi Litsa, sostiene que no son adecuados.

Son las plazas Avdi y Victoria, por donde apenas pasa su público principal: los turistas. Esta última, conocida como campamento improvisado para cientos de refugiados en 2015 y 2016, se encuentra en un barrio que, a pesar de ser céntrico, está muy deprimido.

Litsa asegura a Efe que a pesar de sus protestas, el Ayuntamiento no ha tomado ninguna iniciativa de diálogo.

“Nosotros sí, muchas veces. Hemos enviado varias propuestas por escrito como pagar un alquiler por el sitio que ocupamos en la calle o hacer los tenderetes uniformes por razones de estética, y nunca recibimos una respuesta”, asegura Litsa.

Nely Papajelá, vicealcaldesa responsable de gestión de espacios públicos, explica a Efe que han propuesto otras zonas más transitadas para el traslado de los artesanos pero que el Departamento de Arqueología de Atenas las ha rechazado “por estar al lado de sitios arqueológicos”.

María, camarera en una cafetería en esa calle agradece la medida.

“Creo que hay que asegurarles puestos legales con reglas precisas en puntos donde no provoquen problemas a las tiendas. Que no continúe como hasta ahora, que teníamos que echarles la bronca porque se colocaban delante de nuestra terraza”, asegura.

Julio Picuasi, artesano ecuatoriano, lleva trece años en Grecia, nueve de los cuales ha estado en esta calle elaborando y vendiendo productos típicos de su tierra.

“En parte el Ayuntamiento tiene razón al hacer un control pero tampoco nos ha consultado. Los que estamos aquí no tenemos trabajo. Este sitio es para los artesanos desempleados y no nos han consultado qué haremos después, no piensan en nosotros. Estamos en el aire”, lamenta Picuasi.

Una visión similar ha expresado a los medios Petros Konstantinu, concejal en Atenas por el Frente de la Izquierda Anticapitalista Griega (Antarsya), quien sostiene que “la campaña para mejorar el centro histórico y comercial de Atenas se ha convertido en una palanca para el exterminio de los pobres de la ciudad”.

La presidenta de los vendedores defiende que no sólo trabajan en el centro histórico y comercial, si no que lo protegen y cuidan, pues la delincuencia en la zona se ha reducido drásticamente y recogen tanto sus desperdicios como los que los transeúntes tiran al suelo ante la falta de papeleras.

“Cuando no estábamos aquí los artesanos esto estaba muy desolado y pasaba muy poca gente. Recuerdo que cuando llegamos la calle se llenó de colores”, añade Picuasi.

Este fin de semana, aquellos que han paseado por el centro han vuelto a apreciar los puestos de los artesanos que, a pesar de la presencia policial que les advierte, han decidido ocupar sus sillas y abrir al público para reclamar su derecho a trabajar.

Ana Mora Segura y Yannis Chryssoverghis

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