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Ciudadana Clara Campoamor: 89 años de deuda democrática por la igualdad

Ciudadana Clara Campoamor: 89 años de deuda democrática por la igualdad
Madrid —

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Madrid, 1 oct (EFE).- Con la profunda convicción de que era ciudadana antes que mujer, Clara Campoamor consiguió hace 89 años que España aprobara el voto femenino: tantas décadas después, el país sigue en deuda con el legado de esta abogada pionera que tanto luchó por alcanzar la democracia y la igualdad plenas.

El 1 de octubre de 1931, la diputada Campoamor defendía en el Parlamento el sufragio universal en un discurso que presentaba a las mujeres como ciudadanas de pleno derecho, al igual que los hombres, como sujetos que debían incorporarse a las leyes: la República no podía construir una democracia sin contar con las mujeres.

“Os disteis a vosotros mismos las leyes; pero no porque tengáis un derecho natural para poner al margen a la mujer. Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros”, clamaba Campoamor.

Dispuesta a defender “hasta la muerte su ideal”, puso la “cabeza y el corazón” en la consecución del voto femenino.

Casi 90 años después de aquel discurso, la actual presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, reconoce a Campoamor como la promotora y defensora del sufragio universal, “elemento fundamental de la democracia” de España.

“Hizo que, por primera vez, España fuera una democracia plena y la situó, en su momento, entre las más avanzadas del mundo. Contribuyó a mejorar nuestra sociedad, a hacerla más digna y más justa”, destaca Batet a Efe.

También la ministra de Igualdad, Irene Montero, incide en que es la figura icónica ligada a la pelea de las mujeres por ser consideradas ciudadanas de pleno derecho, no sólo por reivindicar el voto femenino, también otros derechos fundamentales y garantías de libertad.

Campoamor desafiaba intelectualmente a sus compañeros diputados (en 1931, sólo tres de los 470 parlamentarios eran mujeres) asegurándoles que carecían del derecho fundamental “que se basa en el respeto a todo ser humano” y que se limitaban a detentar el poder. “Dejad que la mujer se manifieste y veréis como ese poder no podéis seguir detentándolo”, alentaba.

Vindica Irene Montero la “complejidad y la riqueza” del pensamiento de Campoamor, así como su contribución, como jurista, a la consideración jurídica de las mujeres en todos los planos de la vida socioeconómica, política y cultural del país: más allá del derecho al voto, logró incluir el derecho al divorcio en la constitución.

“Sin duda fue una aportación trascendental” a un concepto de ciudadanía que tenía que ver con “articular un republicanismo radicalmente democrático”, un concepto que iba más allá del voto y la papeleta, apunta la ministra. Así, además de por el divorcio, peleó por eliminar el delito de adulterio femenino. Su visión de la igualdad era “amplia y rica”.

“La historia de Clara Campoamor es la del compromiso por una sociedad de hombres y mujeres por igual, con los mismos derechos, las mismas responsabilidades y las mismas libertades. (...) Representa el espíritu de transformación de la sociedad”, coincide la presidenta del Congreso.

El periodista Isaías Lafuente, autor de “La mujer olvidada: Clara Campoamor y su lucha por el voto femenino”, define a la diputada republicana como unan “pionera a nivel mundial” por su lucha por la igualdad plena de los derechos civiles.

“Su historia es apasionante. Si en vez de ser española hubiera sido estadounidense, habría tenido tres o cuatro películas que nos hubieran recordado su historia y se la habría conocido en todo el mundo. Era una ciudadana extraordinaria, una mujer que ponía sus principios por delante de su trayectoria política. Al defender el voto femenino se estaba jugando su carrera política”, considera Lafuente.

De hecho, sus compañeros del Partido Radical la dejaron sola y votaron en contra del sufragio femenino aquel 1 de octubre.

Batet, Montero y Lafuente están de acuerdo en que su figura aún resulta desconocida para parte de la sociedad española, que está “en deuda con ella”. La dictadura franquista contribuyó a ese olvido, además de obligar a la política a vivir en el exilio hasta su muerte en 1972.

Costurera, telegrafista, abogada, escritora, diputada, masona. Su logro más renombrado, el derecho al voto de la mujer, no fue reconocido ni por su partido ni en las urnas (en 1933 no resultó reelegida como diputada). Después llegó la tristeza del exilio y el olvido.

“Pagar esa deuda, con Campoamor y con las mujeres que hasta 1936 empujaron la lucha feminista en España, pasa por reconocerlas y estudiarlas, por incorporarlas a nuestro presente como país. El Franquismo fue especialmente beligerante con el modelo de mujer ciudadana de la República y debemos abordar esa violencia específica restañando nuestro vínculo con el pasado desde las aulas”, aboga la ministra de Igualdad.

Batet lamenta que “aún hoy, quien debería ser una de las figuras políticas más ilustres de la historia de España del siglo XX, permanece casi invisible”, por lo que señala como una obligación reivindicar su trascendencia, honrar su memoria y su legado y reconocer su aportación fundamental a la construcción de la democracia española.

“Clara Campoamor merecería que levantáramos uno de los leones del Congreso y pusiéramos una estatua suya”, subraya Lafuente, que pide que sus restos, que reposan en San Sebastián, sean trasladados al Panteón de Hombres Ilustres, “que tendría que ser renombrado como el Panteón de las Personas Ilustres”.

El legado de Campoamor, revivido con la democracia constitucional, aún resuena en el Congreso de los Diputados. Batet pide que su voz se vuelva a oír: “Ella dijo 'no cometáis el error histórico de dejar al margen a la mujer, no podéis construir una democracia sólo con la mitad de la ciudadanía'”. Un mandato que sigue vivo.

Por Violeta Molina Gallardo

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