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Colas de seis horas para votar en las elecciones del Colegio de Enfermería de Madrid

Cola esta tarde para votar en el Colegio de Enfermería de Madrid.

Daniel Sánchez Caballero

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Son las ocho de la tarde y Marta y Marina salen de la sede del Colegio Oficial de Enfermería de Madrid tras votar en las elecciones para presidente. Sonríen incrédulas mientras lo comentan con otras personas que esperan pacientes su turno. Marta y Marina llevan esperando para votar desde las dos. Como los centenares de personas que rodean tres fachadas de la manzana de la sede del colegio hasta la calle paralela mientras gritan “vergüenza”.

Las primeras elecciones reales en 23 años en el Colegio Oficial de Enfermería de Madrid –hubo una convocatoria hace seis años sin avisar, por lo que no se votó, según contó la Cadena Ser– han despertado una gran expectativa entre el colectivo y, por falta de previsión o limitaciones estatutarias, como defiende el Colegio, o por intentar boicotear la votación del personal, como aseguran desde la candidatura alternativa a la oficial, la situación se ha desmadrado: había una urna para 55.000 colegiados. A las 0.35, seis horas y media después del teórico cierre de la mesa, seguía votando gente, según fuentes de la candidatura alternativa.

Mar Rocha, portavoz del Colegio, explica que la situación ha resultado inevitable porque así está estipulado el proceso electoral en los estatutos. “Nos alegra esta participación”, explica de primeras, “pero los estatutos marcan que solo hay una mesa electoral”, que es quien toma las decisiones relativas a las elecciones, aunque admite que los estatutos se han quedado obsoletos. La misma explicación para el horario de votación, de diez de la mañana a seis de la tarde, que muchas enfermeras califican de “ridículo” con los turnos que tienen que hacer. “Decisión de la mesa”, explica Rocha.

“Llevamos semanas advirtiéndolo”

Desde Iniciativa Enfermera, Maite López Pascual asegura que esto se veía venir y que lo habían avisado hasta ayer mismo, con cartas al Defensor del Pueblo incluidas. “No hay derecho, llevamos semanas advirtiéndolo y parece que aquí lo aguantamos todo, pero están limitando el derecho al voto presencial”, y cuenta que las esperas se han producido desde el primer momento de la mañana porque el proceso para votar es muy lento. “Ahora han agilizado un poco, pero llevan todo el día tardando un minuto por persona en votar entre que entran, buscan en el censo, que es un libro enorme, y salen”, relata. Por culpa de estos retrasos, desde la candidatura alternativa denuncian que mucha gente se ha tenido que marchar sin poder votar.

Belén Doncel lo ha conseguido de milagro. Ha llegado a votar sobre las 16.30 tras acabar su turno y recoger a su hija del colegio. Pasadas las ocho las dos siguen esperando. A su pequeña se le empieza a hacer larga la tarde. “Tengo el turno 1.375 y está votando el 240”, relata mientras explica que a las seis de la tarde, hora teórica de cierre de la mesa, se han repartido turnos entre los presentes para asegurar que podían votar. Pero a ella le urgía moverse. “Tengo a la perra esperando desde las seis de la mañana sin salir de casa”, cuenta indignada. Sus compañeras de fila se hacen cargo de su situación y le dejan colarse. “No quieren que votemos, esto es anular un derecho”, denuncia.

El recuento final dirá si repite el actual presidente, Jorge Andrada, o si se impone la candidatura alternativa, Iniciativa Enfermera, pero la decena de personas preguntadas en la cola tienen ganas de cambio. “Me quedo aquí hasta que vote”, contaba Verónica, la última persona de una cola kilométrica y consciente de que fácilmente le iba a dar la madrugada. Ha llegado dentro del plazo por los pelos. “He trabajado hoy de 7.30 a 16.30, y vivo en el sur. Le he tenido que pedir a mi padre que me trajera”, relata. ¿Por qué tanto interés en votar? “No nos sentimos representadas [por la actual dirección]. Yo tuve un problema legal que requería cierta urgencia y se supone que el Colegio lo cubre, pero no me ofrecieron solución y me tuve que buscar la vida por mi cuenta”, relata. En su caso, además, es una de las personas que la Comunidad de Madrid contrató como refuerzo COVID y luego despidió. No se sintió respaldada por la institución. La historia se repite, cada uno con su matiz, por toda la calle Menéndez Pelayo de Madrid.

Las personas presentes en la cola cuando cae la noche se van indignando por momentos. Doncel recuerda que estar colegiado en Madrid es obligatorio para ejercer y que les cuesta 53 euros al trimestre colegiarse. “Pagamos por trabajar y encima esto”, relatan. Maite López, de Iniciativa Enfermera, recuerda que el Colegio maneja un presupuesto de 10 millones de euros anuales. “Nos jugamos si este dinero se sigue manejando con opacidad”, relata, y asegura que piensan denunciar toda la situación de las colas ante la Fiscalía.

Rocha, del Colegio, asegura que parte del retraso se debe a “ciertos incidentes” que ha provocado un grupo de personas en el interior, que han interrumpido la jornada y producido más colas. López lo niega: “Unas personas con unas pancartas han gritado un poco fuera, pero ya está”, sostiene. Los dos policías municipales que observan pacientes en la puerta corroboran que, al menos en su turno, no ha habido incidentes.

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