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La crisis trae al joven de vuelta al campo

“El 90% vuelve a la explotación familiar, y alguno a la de los abuelos. Casi nadie puede empezar de cero”. Foto: José A. Otero

José A. Otero

“Trabajé desde los 23 en el metal, la construcción o las campañas contra incendios. Después de dos años en paro, mi padre se jubiló: quedaban ahí las fincas y decidí cogerlas”. Francisco Javier Padierna describe así cómo se hizo agricultor justo antes de cumplir 40 años, y cómo ha puesto en marcha su explotación esta campaña como salida laboral. Hace unos años, no se lo planteaba, a pesar de haber nacido en una familia y un pueblo agroganadero de la provincia de León, Quintana de Rueda. “También me gusta. Y tienes quien te enseñe o te dirija incluso”, indica.

La crisis está trayendo al joven de vuelta al campo. La agricultura y la ganadería ralentizan gracias a ellos la sangría laboral respecto a otros sectores. Pero según los propios protagonistas y organizaciones agrarias como Asaja, no se están convirtiendo en áreas económicas de oportunidades: fundamentalmente se trata de casos como el de Padierna. “No es la leche, pero es un sector que se ha mantenido o incluso está tirando un poco”, reflexiona desde una de las tierras que está roturando para sembrar maíz.

Un buen ejemplo es Castilla y León, donde “en 14 o 15 meses se ha doblado el número de incorporaciones, de 500 a 1.000 al año”. “Pero las salidas son aún más”, explica el secretario general de Asaja en esta región, José Antonio Turrado. “Aquí perdemos el 2,5% de campesinos, y en algunas provincias como León más, el 3,5%”, detalla. Son más los mayores que abandonan que los jóvenes que toman el relevo.

Turrado indica que esa vuelta al campo es engañosa también porque hay quien trabaja la tierra como segunda actividad mientras “es su padre el que figura como titular de la explotación”. Aunque por las oficinas de Asaja “viene gente cada día para ver cómo empieza”.

En todo caso, “el 90% vuelve a la explotación familiar, y alguno a la de los abuelos. Casi nadie puede empezar de cero”. Porque a las dificultades generales se añade que el campo ya tenía antes su propia crisis. Aunque ahora los precios se hayan estabilizado, se multiplicó el del gasóleo. También los recortes han acabado con prejubilaciones que facilitan el relevo generacional. Más cuando la estructura de la propiedad pasa a manos de hijos en otra actividad, quienes conservan en cambio los derechos de las ayudas PAC de la UE son otros. “Se ayuda al poseedor, no al productor de la tierra”, indica Turrado.

Según las estadísticas de la EPA y el Ministerio de Empleo, el campo ocupa a 754.200 personas en España, 65.000 menos que en 2008. Son un 8% menos, y por tramos de edad, de 35 a 50 años la caída es escasa, lo que indica incorporaciones al campo. La afiliación en el sector, según Empleo, sólo ha caído en unas 33.000 personas, e incluso en 2010 llegó a crecer hasta los 1,2 millones de afiliados, frente a los 1,12 de la última estadística en marzo.

Aunque no es nada fácil. “Si partes de cero, no puedes, lo primero porque no te darían el dinero en ningún banco. Y la gente que se incorpora ahora tiene que tener tierras; si no, es imposible”, dice rotundo Francisco Javier. Está al pie de tractores y aperos o propiedades que cuestan más de 100.000 euros, cultivando 60 hectáreas en tierras de regadío recién modernizado que rondan los 5.000 euros por hectárea y cerca de otras de secano que se acercan a los 3.000. A eso hay que sumar naves, adquisición de semilla y fitosanitarios, pago de agua de riego, impuestos y gasóleo. “En combustible, ahora que empezamos la campaña, gasto 1.000 euros cada dos días”, resalta.

Harían falta más de 360.000 euros de inversión para partir de cero con una explotación como la suya. Castilla y León otorga hasta 30.000 euros para inversiones y 4.000 por ser joven. Eso si las obtienes. Además, hablamos del caso de agricultura extensiva de interior, en Castilla y Leon o la Meseta: en Andalucía y Levante, Cataluña, Galicia o Rioja el precio por hectárea está entre 10.000 y 20.000 euros, según la encuesta de precios de la tierra del Ministerio de Agricultura.

“Yo aún estoy pendiente de que me aprueben las ayudas, y creo que me las darán”, subraya. Ha invertido “mucho más” ya en tractores y complementos, y parte con algunos aperos y tierras de su padre y otras que alquila a una media de 150 euros por hectárea. También sembrará cereal y avena. Padierna tuvo además que pasar un curso de formación económica, ambiental, agrícola y legal. Lo hizo a través de Asaja, que es quien le está asesorando.

Innovar, transformar y comercializar

Innovar, transformar y comercializarLa principal organización agraria del país advierte que para que una pequeña explotación de este tipo sea rentable es necesario además “agrupar y modernizar para que luego también puedan venir asalariados a las explotaciones, no sólo autónomos”. Turrado comenta que las circunstancias son distintas en función de cada región española. En Murcia se necesitan unas pocas hectáreas, más agua y mano de obra asalariada, y aquí una explotación ganadera requiere 300, una de secano 200 y 50 o 60 de regadío para que viva un joven solo, según detalla Asaja.

Desde la organización agraria ven clave “innovar”. “Es necesario mayor inversión y riesgo con jóvenes que elaboren y transformen sus propios productos porque tampoco hay iniciativas de este tipo. Lo ideal es que tuviera las ovejas, hiciera el queso y lo comercializara”, comenta Turrado. Pero avisa que para eso se precisan “vocaciones agrarias, no que se venga al campo como último recurso por la crisis que padecemos”.

Si no, recalca, “van a tener poco recorrido y se van a generar un problema para toda la vida”, por la enorme deuda que van a arrastrar si fracasa la explotación. “Las administraciones están recortando ayudas, y financiación privada, como para todos los demás, no hay”.

Por este modelo sostenible se encamina Padierna. “La idea principal es modernizar la explotación, y si te incorporas hay un plan de mejora de hasta 120.000 euros a dos años, que si te aprueban, te dan el 60%”, proyecto que ha presentado y del que está pendiente. “Si no, va a ser difícil, porque aunque vivo en el pueblo con mis padres y ni tengo hipoteca, tienes que adelantar 160.000 euros. Y ¿quién te adelanta eso? Yo para el crédito tengo las tierras y me avalan mis padres. Si no…”, subraya el nuevo agricultor. Por eso “aquí en Quintana de Rueda somos sólo 4 ó 5 agricultores de menores de 40 años”.

Padierna sólo anima a que sigan su ejemplo “si además te gusta el campo y tienes un nivel mínimo de conocimiento para saber cuándo sembrar, regar y cosechar”. Y si se tiene su ilusión. “Porque este es al final el motor de un país. Si falla, te quedas sin nada, no comes”, apostilla antes de volver a subir al tractor. Un domingo.

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