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La 'marea verde' desafía este domingo al gobierno de Baleares

Pintando carteles en el IES Porto Cristo de Mallorca.

Jaime Mora

Palma de Mallorca —

Aina y Biel cambiarán sus hábitos este domingo. Por primera vez en mucho tiempo, esta joven pareja se va a perder un partido del Mallorca. Los bermellones juegan a las cinco de la tarde en el Mini Estadi. Pero cuando arranque la segunda parte en Barcelona se pondrá en marcha desde la plaza España de Palma la que, se prevé, sea una de las manifestaciones más importantes en la historia de Baleares. Y estos padres de dos niños de 5 y 8 años no quieren faltar a la cita.

“Es nuestro deber como padres el defender una enseñanza de calidad, en la que los profesores impartan clases en una lengua que dominen, para evitar la frustración de maestros y alumnos”, explica Biel, que hace ya días compró camisetas para toda la familia. “Los abuelos también tienen la camiseta preparada”, afirma con orgullo.

Y es que el 29-S se ha marcado en verde en el calendario de una gran parte de la sociedad balear. En juego, sí, está el ya famoso Tratamiento Integral de Lenguas, que quiere acercar el trilingüismo a las aulas de forma algo precipitada y sacrificando el catalán. Pero aún por encima de eso, la convocatoria de este fin de semana quiere convertirse en una forma de reclamar al gobierno de José Ramón Bauzá (PP) un cambio en su forma de actuar. Un giro hacia una manera de hacer política más dialogante, que evite conflictos como el que ahora se libra en la educación, pero que antes ya se vivió en la sanidad pública y en otros tantos frentes que el ejecutivo de Bauzá ha abierto en poco más de dos años de gobierno.

“La mayoría absoluta no da carta blanca para imponer decisiones a golpe de decreto, sin consensuarlas con aquellos que vivimos el día a día”, señala una profesora que prefiere no identificarse y que no formará parte de la marea verde del domingo, aunque sí apoya la causa. “Es de justicia que se escuche a la comunidad educativa”, enfatiza.

Una movilización sin precedentes

Tras dos semanas de huelga, con las aulas todavía vacías, pero con las primeras vías de negociación por fin abiertas, padres, profesores y alumnos se vestirán este domingo con la camiseta verde, culminando una movilización sin precedentes en la casi siempre tranquila y acomodada sociedad mallorquina.

No en vano, el TIL ha chocado no sólo con la oposición de la mayoría del sector de la enseñanza, sino con la perplejidad de buena parte del propio Partido Popular, que no comparte lo que Toni Nadal definió como “animadversión hacia el catalán” del Ejecutivo. Las discrepancias internas han llegado con especial fuerza desde la llamada part forana, aquella parte de Mallorca más alejada de la capital, donde alcaldes del PP han dejado clara su disconformidad con la norma, ya aprobada por el Parlament Balear.

Municipios como Pollensa, Campos o Alaró, con gobiernos populares al frente, han votado en contra del TIL en sus plenos celebrados esta semana. Mientras, desde el Govern, Bauzá asegura que existe “unidad” en el partido respecto a este tema, al tiempo que su conseller más díscolo, Carlos Delgado, advierte de que “tomará nota” de quienes se hayan salido de la línea oficial marcada por la formación.

“Grita, por una educación pública de calidad”, es el lema con el que se han estampado miles de camisetas verdes durante las últimas semanas. De hecho, es imposible caminar más de 100 metros por Palma estos días sin cruzarse con alguna persona vestida con esa prenda, que se vende al precio de cuatro euros.

200.000 euros recaudados

Ese dinero, así como un buen puñado de aportaciones anónimas, han alimentado desde días atrás la llamada 'caja de resistencia', con la que se pretende apoyar económicamente a unos profesores que ya han perdido, de media, entre 800 y 1.000 euros por cabeza. Hoy, dicen, esa caja podría acumular ya cerca de 200 mil euros para compensar a quienes han estado en huelga desde el arranque del curso escolar.

Era precisamente esa capacidad de resistencia económica la que debía poner a prueba la fuerza del movimiento 'verde'. Tras diez días sin clases, el sector de la enseñanza ha mostrado su músculo a un gobierno que, tras mucho tiempo mirando hacia otro lado, ha aceptado finalmente sentarse en torno a una mesa para desbloquear la situación.

Eso sí, los profesores no se dan por satisfechos con eso. “Nuestra causa está justificada, contamos con el apoyo de los padres y de buena parte de la sociedad balear, y defenderemos una educación de calidad aunque sean necesarias más semanas de huelga”, subraya Tomeu, profesor. “Pero padre por encima de todo”, insiste en puntualizar.

Desde luego que también hay quien no apoya la huelga en la enseñanza. Pero son pocos, muy pocos. Al menos públicamente es complicado encontrar a alguien que se muestre contrario a las reivindicaciones de unos profesores que luchan, recuerdan una y otra vez, “por el futuro de nuestros hijos”.

El domingo, a partir de las seis de la tarde, Aina, Biel, Tomeu, y decenas de miles de personas se enfundarán la camiseta verde para pedir diálogo al ejecutivo autonómico. Bauzá echará mano a las pocas horas de la últimamente tan mentada mayoría silenciosa. Pero en Baleares todos saben que la manifestación del 29-S será el termómetro que mida hasta qué punto el actual Ejecutivo ha perdido el apoyo que las urnas le dieron no hace mucho tiempo.

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