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Los ciudadanos creen que España es un país más inseguro de lo que es

La sensación de inseguridad de los ciudadanos es superior a los datos de delincuencia real.

Mario Pais Beiro

España es un país seguro, pero sin embargo la ciudadanía percibe delincuencia en los barrios por encima de los niveles reales de la misma. Mientras un 10% de los encuestados afirma haber sido víctima de un delito, la tasa más baja de los países participantes de en la International Crime Victims Survey, un 33% de los encuestados asegura sentirse inseguro por la noche en las calles, dato muy por encima de la media.

De las 34.251 secciones censales de España que se han utilizado para la elaboración del estudio La delincuencia en los barrios, en 117 más de un 90% de los ciudadanos considera la delincuencia y el vandalismo un problema. La mayoría de ellas se sitúan en el sur, con Sevilla, Málaga y Córdoba, con 35, 20 y 7 encabezando la lista. Sin embargo, Madrid y Barcelona, con una gran concentración poblacional, apenas presentan cuatro secciones censales en las que se den estos porcentajes.

El tamaño de los barrios, la movilidad residencial, los procesos de desintegración familiar y el ruido y suciedad del entorno influyen en la percepción de la ciudadanía. Para Alfonso Echazarra, doctor en Análisis Estadístico aplicado a las Ciencias Sociales y autor de la investigación, todos estos factores aumentan la sensación de inseguridad. Por el contrario, el nivel socioeconómico es inversamente proporcional a esta percepción: a mayor nivel, menos delincuencia percibida.

Para el autor no se trata de una cuestión menor, pues la percepción que la ciudadanía tenga de los niveles de delincuencia tiene repercusiones sobre nuestras vidas. Por ejemplo, en decisiones tomadas por miedo, como “la contratación de seguros o dejar de salir a hacer deporte o caminar por el barrio en horario nocturno”. Además, también erosionan la cohesión social, al aumentar la desconfianza hacia nuestros vecinos, empeorando la calidad de vida del barrio.

Para ello, Echazarra apuesta por el diseño de políticas públicas que ayuden a disminuir esa percepción y acercarla a los niveles de delincuencia reales. Reducir la creciente desigualdad social española, fomentar la vida asociativa en los barrios, políticas contra el ruido y la suciedad en las calles o la realización de campañas cuyo propósito sea alinear percepciones con realidad son algunas de las que menciona.

Sin embargo, asegura, las políticas del Estado no van precisamente en esa dirección. Estas políticas permanecen en un segundo plano o son inexistentes, mientras España dedica más riqueza nacional a Seguridad que la media de la Unión Europea. El autor no cree que la poca voluntad del Gobierno y las Administraciones Públicas para reducir la percepción de inseguridad ciudadana en España responda a una voluntad de aprobar medidas más restrictivas, aunque afirma que “sí podrían responder a intereses de otros actores privados que saldrían beneficiados con estas medidas”.

Más proclives a aceptar el recorte de libertades individuales

Otro de los factores que señala el autor que influyen sobre la percepción ciudadana es el número de comercios presentes en el barrio, sobre todo bares y discotecas, así como el estado de los edificios. Estos provocan un aumento de los niveles de ruido y suciedad, así como un deterioro de la imagen que proyecta el barrio, y llevan asociados una subida de la percepción de inseguridad en los vecinos. Para ello, el doctor Echazarra propone que “la concesión de licencias se haga atendiendo a criterios estratégicos y con inteligencia, a la vez que se realice una inversión en acondicionar y mejorar el aspecto de las edificaciones.”.

Para Echazarra la adecuación de la percepción de inseguridad a los niveles reales de delincuencia es un punto vital, pues juega un papel importante en la sociedad. Cuando dichas percepciones se sitúan por debajo de los niveles reales de delincuencia, se produce una acomodación y relajación en la ciudadanía, que puede facilitar el ser víctima de un delito. Sin embargo, si la situación es la contraria, la amenza de alarma social estará presente y seremos más proclives a tomar decisiones que coharten nuestra libertad individual impulsados por el miedo.

Para un futuro próximo, Alfonso Echazarra pronostica un panorama incierto, pues dos factores afectarán de manera contrapuesta a la percepción de la violencia: por un lado, las tendencias demográficas, con un envejecimiento de la población y una reducción del número de adolescentes, provocarían un descenso de dicha percepción. Sin embargo, en la actual situación de crisis económica, las desigualdades, el desempleo, la degración de edificios por falta de inversión o la mala situación de limpieza de algunas calles provocarían el efecto contrario.

El director general de la Obra Social La Caixa, Jaime Lanaspa, ha presentado el acto como editor de la obra. Ha resaltado que “España es objetivamente, un país de baja delincuencia”, hecho que se contrapone a la “alta tasa de reclusos de nuestro país, una de las más altas de Europa”. Ha abogado por políticas de intervención social en los barrios que favorezcan la cohesión social y la convivencia, y que ayudarían a disminuir tanto la delincuencia real como la percepción, aparte de suponer un ahorro en políticas penintenciarias.

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