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Una residencia de mayores blindada ante el coronavirus

Una residencia de mayores blindada ante el coronavirus
Cercedilla —

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Cercedilla, 28 feb (EFE).- Hace un año la residencia de mayores Mirasierra, en Cercedilla, tomó unas medidas que parecían excesivas ante los primeros casos de coronavirus, pero en este tiempo el centro no ha registrado ningún contagio y piensa seguir limitando las visitas aunque todos sus residentes y trabajadores ya están vacunados.

En este centro rodeado de pinos, con aires de posada tirolesa, dos personas hacen cola en la calle: están esperando su turno para ver a sus padres.

Dentro, en un antiguo almacén de material reconvertido en una sala de visitas, esperan tres mujeres de muy avanzada edad y con un deterioro cognitivo bastante alto.

Una de ella, con pelo corto y muy blanco, sentada en una silla de ruedas, levanta sus dos manos con entusiasmo y grita: “¡estamos bien!”.

El centro está repleto de zonas techadas al aire libre para que “los abuelos” -como los llama cariñosamente la directora- puedan estar fuera.

Estos tejados, que antes de la pandemia eran el lugar de celebración de “las fiestas y los bailes” de los residentes, son ahora uno de los refugios de los ancianos ante un virus que no han llegado a conocer de cerca.

Un año después de que se detectara el primer caso de contagio por coronavirus de la Comunidad de Madrid, esta residencia privada de la sierra sigue libre de covid-19, un hecho casi milagroso que su directora atribuye a la premura y la constancia a la hora de tomar medidas de prevención.

La última semana de febrero de 2020, el hijo de un residente fue a visitar a su padre pero la directora no le dejó pasar porque veía que tenía “cara de acelga” y días después acabó ingresado por covid.

Tras este episodio, la directora comunicó a los familiares que iba a cerrar la residencia a las visitas y a limitar al mínimo la entrada de proveedores porque el equipo médico “no se fiaba nada” de lo que podía pasar con un virus “que ya circulaba por Europa”.

Estas medidas, que en aquel momento podían parecer excesivas, son las que protegieron a los residentes y el personal de unos contagios que acabaron siendo mortales en muchas otras residencias de la Comunidad de Madrid y el resto de España durante la primera ola.

Otra de las claves para mantenerse libre de contagios, según la directora del centro, es que tanto los familiares como los trabajadores han ido “todos a una” en esta lucha, con una disciplina que conservan en la actualidad, aunque los 43 residentes y todos los empleados ya están vacunados.

Pero la directora no se fía y por eso mantiene las visitas limitadas, pese a que desde esta semana la Comunidad de Madrid las ha ampliado a tres por semana y permite además que los residentes vacunados salgan del centro sin limitaciones.

En este centro, en cambio, sigue siendo más habitual que los familiares contacten con los residentes con videollamadas.

“Sus familias ahora les cantan, les cuentan historias en las videollamadas, consiguen captar su atención y se relacionan incluso más que antes; vamos a estar muy atentos y tomaremos decisiones con mucha calma”, dice la directora.

Ataviada con doble bata quirúrgica, gorro y rodeada por incontables botes de lejía y gel hidroalcohólico, no baja la guardia en su afán de mantener la residencia libre de coronavirus.

La tarea ha sido especialmente difícil al estar ubicada en el pueblo de Cercedilla, cuya tasa de incidencia ha superado durante muchas semanas consecutivas los 1.000 casos por cada 100.000 habitantes y que ha estado confinado hasta hace dos semanas.

Una realidad de la que esta residencia ha logrado mantenerse al margen a base de mucha contención y disciplina.

Inés Verdejo

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