La sensibilidad con el medio natural nace en la familia, según un divulgador

Las familias son un “factor clave” en la educación ambiental y en el nuevo proceso de concienciación ecológica y de sostenibilidad que vivimos en el siglo XXI, ha asegurado en un entrevista con EFE el divulgador y ex presidente de la asociación de periodismo ambiental Luis Guijarro.

“La infancia es una etapa en la que se ha de enseñar a los niños a reutilizar y reciclar, porque durante esa fase los valores cogen forma y las conductas se interiorizan”, ha apuntado este ambientalista, quien considera que enseñar “en sostenibilidad” propicia “aprendizajes significativos en el desarrollo pleno del niño”.

Por ello reivindica, además, la figura del profesor que sigue siendo esencial entre más jóvenes, tanto en la parte teórica como ejemplo de vocaciones y, en este sentido, la docencia de las cuestiones medioambientales debe ser un aspecto clave desde la educación primaria, ha explicado.

Guijarro, que ha dirigido publicaciones como la revista “La Tierra” considera que, la carencia en materia medioambiental a edades muy tempranas es la responsable de que “el cuidado de la naturaleza no cale entre los ciudadanos”, pese a que muchos estudios sí apuntan a un desarrollo de la concienciación sobre el entorno natural.

A su juicio, aunque a la mayoría de universidades españolas les queda mucho camino por delante en desarrollo sostenible, los jóvenes han de llegar con “una conciencia ambiental adquirida”.

“La sociedad actual necesita una formación continuada en cuanto a medio ambiente se refiere y a estas instituciones académicas les corresponde el papel de no formar sólo a alumnos, sino también a técnicos, empresas y administraciones”, ha añadido este divulgador, quien asegura que el primer paso es contar con la mejor información.

Por eso explica que ha dado un paso más desde el periodismo ambiental con la creación de una asociación naturalista en la localidad toledana de Yuncos.

La razón es sencilla, tras años de vida urbana, se he trasladado a un entorno rural, y es precisamente en las zonas rurales donde se concentran todos los problemas ambientales en un ámbito muy reducido, aunque “pensemos que en el campo todo es idílico”.

“Sobre el terreno puedes comprobar cómo proliferan los vertederos ilegales, cómo los aspectos perniciosos con la naturaleza que se generan en un municipio determinado se resuelven o no por el ayuntamiento de turno, así como el efecto que poseen las decisiones que se toman desde diputaciones, comunidades autónomas, el Estado e incluso Europa”, ha puntualizado.

Según Guijarro, informar o denunciar sobre los problemas ambientales en un marco rural es más complicado que en la ciudad, por la proximidad, ya que “cuando paseas o haces la compra, te encuentres con la persona que no desempeña su labor adecuadamente” y se genera “una situación incómoda”.

Por otra parte “los urbanitas que llegan al campo” quieren encontrarlo en un perfecto estado y se olvidan de que estos entornos también son habitados por personas “con los mismos vicios ambientales” que ellos.

“Aunque poseen un conocimiento enorme de su hábitat y saben que, por ejemplo, la culebra bastarda es inofensiva o que a los ratones les gusta entrar en las casas, también se sienten condicionados por la denominada sociedad de consumo”, ha señalado.

Como ejemplo de lo que “no se debe hacer” ambientalmente en localidades como Yuncos cita el “estado lamentable” de un considerable número de parques y el abandono de uno de los pinares que “sería la envidia de cualquier pueblo o ciudad, pero la dejadez hace que no sea atractivo para la población, que apenas lo visita”.

Creemos que todos los problemas ambientales vienen de las urbes, pero “tenemos municipios con más de diez mil habitantes que, como Yuncos, no disponen de punto limpio” y los residuos que deberían depositarse allí “aparecen esparcidos por el campo”.