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ENTREVISTA
Director del Institute of Network Cultures

Geert Lovink: “Es irónico que el punto final de las redes sociales sea parecerse tanto a la televisión”

Geert Lovink

Carlos del Castillo

30 de junio de 2023 22:13 h

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Geert Lovink (Ámsterdam, 1959) es uno de las grandes teóricos de los medios sociales y los estudios críticos en Internet. Dirige el Institute of Network Cultures (Instituto de Culturas en la Red), un laboratorio de referencia en este campo perteneciente a la Universidad de Ámsterdam, donde también es profesor. Sus siete libros, publicados en los últimos 30 años, representan una crónica independiente del camino de la sociedad digital, desde los primeros que avisaban sobre los peligros que encerraba la corriente tecno-optimismo que prometía que podríamos resolver casi cualquier problema social aplicándole nuevas tecnologías; hasta el último, en el que reconoce que llevamos casi 10 años Atascados en la plataforma (Bellaterra Edicions). “Una década perdida”, lamenta Lovink, en la que a pesar de que somos bastante conscientes de que tenemos que salir de ahí, no llegamos a ser capaces de configurar un camino como sociedad para dejar atrás la toxicidad de las redes sociales.

Lovink ha pasado este mes de junio por España presentando su último libro. Atiende a elDiario.es justo después de una charla con profesores y alumnos de Cibersomosaguas, el grupo de investigación sobre espacios tecnológicos de la Universidad Complutense, y sendos eventos en el CCCB de Barcelona y el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

¿Qué es estar atascado en una plataforma?

En Internet hay una enorme diversidad de aplicaciones, ¿verdad? Pero si nos fijamos en los teléfonos de la gente promedio, veremos que hay solo un puñado de aplicaciones clave que se utilizan todo el rato. Seguimos volviendo constantemente a las mismas, a pesar de que ya llevamos más de 10 años buscando alternativas con mucha intensidad. Es mucho tiempo, ¿no? Pero no hemos logrado que la gente utilice la diversidad que existe en Internet, ni siquiera para probarlas. Eso es lo que yo llamo estar atascados en la plataforma. No solo no podemos salir de ellas, sino que no podemos ni siquiera pensar en alternativas que podríamos probar.

¿Qué estrategias utilizan para que ni siquiera nos planteemos alternativas?

La táctica principal es, por supuesto, que no podemos migrar nuestros contextos a otro lugar. El problema es que en estas plataformas tenemos nuestra familia, nuestros amigos, los contactos del trabajo, tal vez los puntos que nos unen con nuestra vida cultural. Aparte de eso, tenemos también todas nuestras preferencias en cuanto al consumo de noticias, de lo que compramos, lo que nos gusta, la música que escuchamos, y así sucesivamente. Es una nube muy grande e interrelacionada. Y la razón principal por la que pueden chantajearnos para que nos quedemos es que no podemos migrar juntos a otro sitio: lo que ocurre es que si quieres parar y abandonar la plataforma, existe una presión social imaginaria muy grande para que no lo hagas. La familia te preguntará: “¿Qué te pasa? ¿No te gustamos?” Tus amigos te dirán: “¿Te sientes mal? O, ¿quieres suicidarte? ¿Te pasa algo?”. La presión para quedarse es muy grande y la gente no quiere pasar por todas esas explicaciones.

¿Por qué denuncia que no deberíamos decir que somos “adictos” a estas plataformas?

Hay entre tres y cinco mil millones de personas en este planeta utilizando estas aplicaciones. Ya no tiene ningún sentido decir que todos ellos están enfermos, que son ellos los que tienen una desviación de su estado normal. No puede ser una condición especial si más de la mitad de este planeta está sufriendo esto en algún momento de sus vidas. No tiene sentido considerar que son ellos los que tienen el problema, que deben ir a ver al médico o tomar medidas. Está claro que hay algunos casos extremos en los cuales se deben tomar precauciones especiales, creo que en los jóvenes y TikTok por ejemplo el límite está fijado en cuatro horas al día. Pero a nivel general no, lo rechazo. Pensarlo de esa forma no es útil. Nos han atrapado dentro, pero no somos nosotros los que sufrimos adicción a las plataformas.

En su libro explica que las redes se venden como espacios de diversión, descubrimiento y contacto con seres queridos, pero que la realidad es que producen aburrimiento y tristeza

Sí, es una contradicción porque, originalmente, antes de las redes sociales, una red social era algo donde conocías a la gente, donde te preocupabas por los demás, donde participabas activamente en un montón de cosas. Una comunidad en la que todo el mundo tiene un papel y contribuye activamente de alguna manera. Es algo que se contradice completamente con un ambiente en el que hay tanta gente hablando de cualquier cosa todo el tiempo, incluso tal vez hablando contigo, que te hace sentirte solo y deprimirte. Esto es así porque hay una expectativa de que tú no hables con sinceridad de cómo te sientes realmente. Tienes que mostrar que estás activo, ya sabes, como en un sentido neoliberal, de que eres productivo y estás haciendo cosas bien constantemente: “Mírame, me han ascendido en el trabajo”, “Tengo un coche nuevo” o “Mira qué maravillosa es mi nueva relación”, y así sucesivamente.

Es algo que en el pasado, hace unos diez años, empezamos a asociar mucho con el culto al selfie y pensamos que era una moda pasajera. La toma de un selfie como símbolo de que te sientes bien y quieres todo el mundo lo sepa. Había quien pensaba que eso pasaría pero por desgracia no, todavía está aquí, muy presente entre nosotros.

Ahora no solo nos tomamos selfies sino que hemos empezado con el vídeo en directo

Exacto. Así que, en ese sentido, esta cultura de venderte a ti mismo, de tener que competir con los demás, de demostrar que tienes éxito, sigue siendo muy fuerte. Es algo que funcionó muy mal durante el periodo de la COVID-19, que fue un momento en el que la gente comenzó a tener dudas y a cuestionarse muchas cosas. Pero la presión para seguir haciéndolo, incluso en ese período, fue bastante alta. Todo eso desemboca en un sentimiento de soledad, porque nadie o muy pocas personas pueden saber cómo te sientes.

A todo esto se suma que cada vez las personas parecemos querer interactuar menos. Las redes están sufriendo un proceso de transformación que las está acercando cada vez más a lo que eran los canales de televisión. La gente solo quiere un flujo constante de imágenes en movimiento. Eso es TikTok, eso es lo que es ahora Instagram, Netflix. Es irónico que el punto final de las redes sociales sea parecerse tanto a la televisión, eso que la gente pensaba que era tan aburrido cuando surgieron estas plataformas. Hoy día, muchas de las experiencias en Internet se desarrollaron simplemente mirando pasivamente lo que otros piensan que tenemos que ver. El cambio es que nosotros podemos tomar nuestras propias decisiones y añadir nuestro contexto social, algo que la televisión siempre intentaba hacer pero nunca lograba.

Usted denuncia que parte de la política de estas plataformas no es solo atraparnos dentro, sino convertirse en infraestructuras críticas para que su protección recaiga sobre toda la sociedad. Esto es interesante si se tiene en cuenta lo que pasa por ejemplo con los cables submarinos de fibra óptica.

Lo de los cables es un nuevo desarrollo en ese sentido. Es algo que hasta hace algunos meses nunca habíamos pensado y demuestra todas estas infraestructuras son bastante vulnerables. Habíamos proyectado su vulnerabilidad solo en los hackers, pensamos que su único punto débil era que los hackers pudieran encontrar una manera de entrar, pero no pensamos en este aspecto de la infraestructura física, de los centros de datos, satélites, cables submarinos.

Hay mucha gente que también ha detectado estos problemas y ha decidido hacer cambios, pero cuesta que todas esas decisiones individuales fructifiquen en un cambio estructural

Es que es un cambio que definitivamente no se puede hacer de forma individual. No hay manera. No se trata de un cambio de comportamiento individual como utilizar el teléfono un poco menos o algo así. Para hacer ese tipo de cambios, es necesario hablar con amigos, reunirte con 5 o 10 de ellos, discutirlo e ir e implementar algún cambio juntos. Eso es divertido y tiene muchas más posibilidades de funcionar. Esto es lo que llamamos el éxodo social. Y funciona. Lo que no lo hace es apelar a cosas como por favor, use su teléfono un poco menos, o por favor, no use Facebook. Eso es inútil.

¿Qué le parecen alternativas como Mastodon?

Lo bueno de Mastodon es que no es realmente una alternativa porque tiene una lógica muy diferente. Así que cuando entras ahí, empiezas a crear algo totalmente diferente. Por eso creo que considerar Mastodon una alternativa a Twitter o Facebook es un error, es la pregunta equivocada. Mastodon podría ser un modelo realmente inspirador para repensar la interacción social y la relación con la información de una manera completamente diferente. Sin embargo, hay otras alternativas uno a uno, que sustituyen una herramienta por otra, como DuckDuckGo, que es una alternativa relativamente buena para el motor de búsqueda de Google. Deepl es es una buena alternativa, incluso mejor, para las traducciones. Tanto Signal como Telegram son absolutamente fiables e incluso más seguras que WhatsApp. Es algo positivo que ya estemos tan lejos en el desarrollo de estas alternativas, pero sin embargo estemos tan lejos en otras que son cruciales, como son las redes sociales. Ahí todavía tenemos un problema.

¿Cree que eso puede deberse a que los poderes políticos y económicos han aprendido a utilizarlas en su beneficio?

Lo creo, definitivamente. En España es bastante obvio que se trata de una necesidad. Durante las últimas elecciones, fue de nuevo muy visible. Y ahora, con las próximas elecciones parlamentarias, veremos algo muy parecido. Los partidos gastarán todo su dinero en marketing en redes sociales. 

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