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Cinco recomendaciones para dejar de ser un trol en Twitter

Trump y la Rana Pepe, imagen usada por los trols de ultra-derecha en Estados Unidos.

Felipe G. Gil

La polarización ya no es un simple objeto de estudio de investigaciones académicas o una expresión que incluir en un titular para hablar sobre redes sociales y política. Con el paso del tiempo se ha terminado por convertir en un estado tangible de las cosas que ha terminado por consolidar gobiernos en muchos países (Trump, Bolsonaro, Orban), marcar la pauta en las declaraciones públicas de los políticos (estilo confrontativo y celebración continua de 'lo políticamente incorrecto') y generar un estado de ánimo que marca la forma de relacionarse en redes. Rezando a la Virgen de la Empatía para no ser troleados por este texto, proponemos 5 recomendaciones para dejar de ser un trol en Twitter:

1. Al otro lado hay personas, no muñecos

Ver un avatar o saber que no estamos en presencia de la otra persona es algo que facilita decir una barbaridad. En ocasiones nos olvidamos de que a ambos lados de una conversación digital hay personas, con sus miedos, sus inseguridades, sus problemas. En una ocasión, la actriz Sarah Silverman fue insultada por un tuitero que le dijo: “Cunt” (puta). La respuesta de ella fue investigar en su 'timeline' y, tras descubrir que el hombre tenía problemas, decidió intentar empatizar con él.

“Yo creo en ti, leo tu 'timeline', y veo lo que estás haciendo, y tu rabia es dolor velado. Pero tú lo sabes. Conozco ese sentimiento. PD: Mi espalda también está jodida. Mira lo que sucede cuando eliges el amor. Lo ven en ti”. Jeremy Jamrozy, que es como se llama quien la insultó, le reconocía su lectura: “No puedo elegir amor. Un hombre que se parece a Kevin Spacey me lo quitó a los 8 años (...) Me jodió y soy pobre así que es difícil conseguir ayuda”. Lo que sigue es una conversación dura pero amigable que dejó atrás el insulto inicial. Al otro lado siempre hay personas, no muñecos. No pagues con otras personas en Twitter el dolor que te hagan sentir tus problemas.

2. Diferencia entre debatir educadamente o dar zascas

Es evidente que las redes sociales han aumentado la capacidad para fiscalizar lo que dicen los demás. En el momento en el que hay una omisión deliberada, la red se suele dar prisa en señalarla, especialmente si ha sido pronunciada por políticos o personas muy conocidas. Esto no es malo per se. Lo que ocurre es que lo que suele imponerse es el zasca. El zasca es una réplica cortante, rápida y a menudo ofensiva en un debate o una conversación en espacios digitales. Y la cultura que abraza al zasca es una espectacularización del debate en el que más que intercambiar opiniones, importa dar la “bofetada verbal” más grande. Como en los patios de colegio, vamos.

Lo más curioso es que la cultura del zasca tiene su origen en una broma machista. Zasca viene de la expresión “¡Zas, en toda la boca!”, pronunciada por Peter Griffin en la versión doblada de la serie Padre de Familia. En una de las escenas icónicas, el propio personaje hace referencia a lo mucho que le gustaba Jackie Gleason. Y Gleason interpretaba a Ralph Kramden en la serie de humor 'The Honeymooners' en los años 50. Cuando este amenazaba a su mujer con pegarle en la boca decía: “Algún día, algún día…¡zas, en toda la boca!” (Pow! Right in the kisser en la versión original).

¿Qué tal probar a debatir educadamente en buscar el zasca?

3. Todos llevamos un trol dentro: retenlo

La ira es un sentimiento muy humano. A menudo tendemos a pensar que “el trol siempre es el otro”. Una vez entramos en el juego de dar zascas y lanzarle a 'nuestra comunidad’ a alguien que consideramos que nos ha troleado... también estamos troleando. El troleo es inflamable y viral. Cuesta tiempo, energía y probablemente algún calmante estomacal contestar de forma educada cuando alguien es maleducado o nos insulta. En 'Lo que aprendí contestando pacíficamente comentarios maleducados en Twitter' se definen cinco pasos para no trolear a un trol (y entrar en guerra). Son reglas muy específicas de Twitter, pero pueden aplicarse. A riesgo de que alguien pudiera pensar que estaba siendo impostado, tomé una serie de decisiones a priori y empecé a ponerlas en práctica de forma sistemática:

  1. Contestar a todo el mundo, incluso a los comentarios más maleducados.
  2. No hacer en ningún caso RT con comentarios, solamente respuestas individuales.
  3. Responder con mucha educación, intentando usar palabras que no sean hirientes y obviando las que puedan hacerte daño.
  4. Intentar podar todo tipo de malentendidos hasta llegar a un debate saludable. En el caso de no ser posible, abandonar la conversación amablemente.
  5. No interactuar de ninguna forma (ni RT ni Fav) a personas que aun estando de acuerdo contigo, insultan a quien te insulta.

Los resultados cuando sigues esto pueden ser sorprendentes. Las personas a tu alrededor ven que existe un camino y quizás, aunque de forma más lenta, esta forma de contestar en Twitter también pueda viralizarse.

4. Quizás el poder que necesitas no vas a encontrarlo en Twitter

Un usuario de la web 'Good Therapy' dejó una pregunta en la que planteaba la siguiente cuestión: “Supongo que soy una de esas personas a las que llamaría trol: publico cosas malas e insultantes en línea de forma anónima a personas que no conozco. Por las noches, mi medio de vida es acceder a YouTube, encontrar vídeos de vloggers, especialmente de mujeres, y dejar comentarios sobre ellas.. Me burlo de su apariencia e insulto su inteligencia (...) Nunca he sido un matón en persona ni nada pero sé que no está bien atacar a las personas y me gustaría saber por qué lo hago y cómo detenerlo. ¿Podrían ayudarme?”. La psicóloga Lisa Vallejos, especialista en psicología existencial y ciberfeminismo, le ofreció una reveladora respuesta que podría explicar el origen de estas conductas.

“Quizás el problema más grande aquí es por qué sientes la necesidad de participar de esta manera. Según lo que escribiste, parece que te puede emocionar sentirte poderoso (...). Eso me lleva a preguntarme si tal vez te sientes menos poderoso en tu vida diaria y si esta es una manera de hacerte valer. Dado que ocasionalmente también eres amable con tus padres, puede ser que estés viviendo una situación en tu vida que sea una causa para buscar el poder de cualquier forma que puedas encontrarlo y que Internet sea una fuente fácil”, le contestó Vallejos entre otras cosas.

Es por eso que en una situación asimétrica con respecto al poder, las personas más conocidas tienen una responsabilidad mayor en ejercer sus privilegios. Como hizo por ejemplo el humorista Patton Oswalt, quien tras contestar a un trol descubrió que éste estaba enfermo, rectificó y trató de ayudarlo.

5. Ser educado también es sexy

A menudo encontramos argumentos que confunden defender lo políticamente incorrecto con ser maleducado. Tal y como describe Ángela Nagel en su libro 'Muerte a los normies' sí que hay una correlación entre el aumento de la polarización, el ascenso de figuras políticas como Trump y una nueva misoginia que se expande en redes. La pregunta es, ¿por qué hay personas, especialmente hombres, que piensan que trolear es mejor que ser educado? Ser educado no tiene porque ser ni más aburrido, ni menos interesante. Los tiempos del olor a sobaco sudado y de abusar de otros como forma de obtener legitimidad social quedaron atrás. Ser extremadamente educado puede ser es extremadamente sexy.

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