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El Cabildo de Tenerife fulmina el programa para educar sobre gestión de residuos más importante de Canarias

José Antonio Valbuena, en un acto con escolares del 'Recíclope' a finales del curso 2016-17, el último activado

D. M.

Santa Cruz de Tenerife —

Una cosa son los titulares en prensa y en otros medios de comunicación y otra, muchas veces bien distinta, la realidad tal y como es y además se presenta ante los ojos del observador. Así mismo ocurre entre algunas acciones que pregona ante un micrófono o una grabadora el consejero de Medio Ambiente en el Cabildo de Tenerife, el socialista José Antonio Valbuena, y lo que luego consigue consolidar o hacer, lo que se convierte en tangible, principalmente bajo su responsabilidad público-institucional en la gestión de residuos en la isla.

Esta cuestión se formula debido a que Valbuena tiene casi todos los puntos para convertirse, si antes no lo remedia (y queda poco tiempo), en el responsable insular de Medio Ambiente que ha fulminado (ya lo ha hecho, en dos años consecutivos) el programa estrella del Cabildo de Tenerife en materia de educación ambiental: el bautizado como Recíclope, una iniciativa pública concebida, nada menos que desde el año 2005, para sensibilizar a los escolares y profesores de Tenerife acerca del problema de los residuos y de la importancia de su correcta gestión, lo que sin duda pasa por reducirlos en peso y volumen, por su reutilización y por su reciclado.

Ese plan, que beneficiaba a nada menos que 10.000 escolares por curso (son datos oficiales del Cabildo) cuando se desarrollada en toda su extensión, se ha finiquitado desde el curso 2017-18 y nadie sabe exactamente por qué. Tampoco los técnicos públicos de la Corporación insular encargados de tal iniciativa a favor de la sostenibilidad.

El último que se realizó al completo fue el de 2016-17, el ejercicio al que llegó la herencia dejada por el anterior consejero de esa área, entonces de CC y llamado Miguel Díaz Llanos. Los premios de esa edición sí los entregó Valbuena, pero solo eso.

Tras esa última convocatoria pública, Recíclope no sale a licitación, y antes lo hacía con un presupuesto en torno a los 150.000 euros por campaña escolar (el dinero sigue estando en los presupuestos insulares). Ello permitía su desarrollo integral, el formado por la articulación de gran variedad de acciones dirigidas a la educación óptima en gestión de residuos domésticos, centradas en las nuevas generaciones de tinerfeños, los hoy niños o adolescentes.

Los parches del curso pasado

En el ejercicio académico pasado, algo se hizo, pero solo fue un parche, una acción incompleta y a la desesperada que se construyó a partir de la adjudicación del servicio con contratos menores, también a la entidad sin ánimo de lucro que ha sido destinataria habitual de ese servicio integral: la Fundación Canarias Recicla.

A día de hoy, nadie sabe explicar por qué “el consejero pasa de realizar la convocatoria pública” de ese servicio, lo que tiene a muchos del departamento insular que gestionaba el Recíclope hablando solos. Lo cierto es que ya son dos cursos sin tal programa integral y que el impacto de ese abandono es que menos de la mitad de los escolares que antes se formaban en residuos son los que ahora lo pueden hacer (el curso pasado, que de este aún no se sabe nada), pero solo de manera incompleta, prácticamente con la única acción de visita al complejo ambiental localizado en Arico; o sea, sin asistencia al aula ambiental de ese recinto, preparada para tal fin, y sin seguimiento de las actividades didácticas en los centros escolares de los usuarios de ese programa de educación ambiental, entre otros elementos no completados.

Pese a que el aprobado Plan Territorial Especial de Ordenación de Residuos de Tenerife (PTEORT), hoy conocido como Tenerife + Sostenible, dedica uno de sus ejes principales a la formación y educación ambientales sobre la gestión de residuos, de manera especial la destinada a los más jóvenes, el plan Recíclope sigue sin licitarse, y van dos años, ante el desconcierto de colegios y profesores y también del principal adjudicatario hasta ahora: la Fundación Canarias Recicla.

En la última entrega de premios del programa Recíclope, la celebrada el 20 de junio de 2017 y, por lo tanto, la correspondiente al curso 2016-17, Valbuena señaló en una nota remitida por el Cabildo que “el alumnado que tomó parte en la iniciativa será el futuro de nuestra sociedad, por lo que se antoja fundamental que adquieran pronto esa visión global del cuidado de nuestro entorno y entiendan la importancia de aprovechar los residuos que generamos en el día a día”.

Lo que queda en los papeles y las promesas incumplidas

Llegados a este punto, volvemos a aquello de que una cosa son los titulares en prensa y otra, a veces bien distinta, la realidad visible. Queda claro pues que el Recíclope nunca ha estado entre las prioridades del consejero insular del PSOE José Antonio Valbuena, y parece que el presidente del Cabildo de Tenerife, el nacionalista Carlos Alonso, aún de eso no se ha enterado.

Tenerife, como otros territorios comunitarios, debe cumplir en el año 2020 la directiva comunitaria que fija que el 50% de los residuos municipales tienen que ser reciclados-reutilizados y, por lo tanto, previamente depositados de forma separada.

Ese porcentaje ya se puede decir que será difícil alcanzarlo en la isla, y ello pese a que hasta el presidente del Cabildo de Tenerife, Carlos Alonso, se refirió, en su intervención de 2016 en el congreso Tenerife + Sostenible (celebrado en el Auditorio Adán Martín, en Santa Cruz)a la posibilidad de alcanzar el vertido cero en un decenio (no verter residuos en las celdas del complejo ambiental). De esto, también nada de nada, y menos con los tres años que ya lleva prorrogado el contrato de gestión del complejo ambiental de Arico y las plantas de transferencia hacia ese recinto, en manos de Vertresa (Urbaser).

Ese contrato público caducó el 31 de diciembre de 2015 (era por 30 años), con lo que ello supone de paralización en las inversiones previstas en el PTEORT (ya un trienio, y ni se sabe cuándo se convocará el concurso, de unos 20 millones de euros anuales y prorrogado en tres ocasiones, la última, hasta el 31 de diciembre de este año).

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