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La brutal represión del régimen iraní: “Los agentes atacaron sin piedad, nunca antes había visto algo parecido”

Protestas y disturbios en Irán contra la subida del precio de la gasolina.

Michael Safi

“¿De qué tienes miedo?”, le pregunta la mujer del abrigo negro: “Explícame para que pueda comprenderlo”. Se dirige a un agente uniformado que patrulla en una gasolinera. “Nos estáis arruinando la vida”, grita, mientras el hombre se aleja.

El episodio quedó registrado por una cámara el viernes 15 de noviembre, alrededor de la una de la madrugada, en la ciudad iraní de Shiraz, situada en el sur del país. Horas antes, el Gobierno había anunciado por sorpresa que iba a triplicar el precio del combustible. Esta medida no hará más que aumentar la presión sobre una población que ya sufre las consecuencias de una economía asfixiada por las sanciones de Estados Unidos.

La subida de los precios de la gasolina ha desencadenado la que puede haber sido la mayor revuelta en los 40 años de historia de la República Islámica. La semana pasada, las autoridades iraníes estimaron que 200.000 personas participaron en las protestas y disturbios que dejaron un balance de 7.000 detenidos y que, según algunas estimaciones, desencadenaron la respuesta más sangrienta de toda la historia del régimen a una manifestación.

Amnistía Internacional ha confirmado que al menos 15 manifestantes han muerto solo en la ciudad de Shiraz. Los que estaban en el lugar de los hechos afirman que la cifra de víctimas mortales es más elevada. Un informe de la organización publicado este lunes sostiene que el número de fallecidos a nivel nacional es de 208, “aunque la cifra real probablemente es más alta”.

Como en el resto del país, Shiraz quedó incomunicada del resto del mundo tras un apagón de Internet sin precedentes durante cinco días. Todavía no se sabe con certeza qué ocurrió en Shiraz, epicentro de la cultura persa y conocida como la Ciudad de las Rosas.

Sin embargo, las entrevistas con activistas de Shiraz y de otras ciudades, así como con expertos en las redes sociales, permiten formarse una idea de la que se cree que ha sido una de las mayores olas de protestas en Irán y que ha provocado una de las respuestas más sangrientas jamás registrada en el país.

Antes de irse de la gasolinera, la mujer del abrigo negro se dirige a los otros conductores y los exhorta a dejar sus coches en medio de la carretera para protestar por la subida de precios. “El sábado, los hombres de verdad dejarán sus vehículos en medio de la calle”, afirma desde la puerta.

El sábado, muchas otras personas seguían el ejemplo de esta mujer y de muchos otros ciudadanos e instaban a participar en actos masivos de desobediencia civil. De hecho, al menos una de las principales carreteras de Shiraz se había convertido en un estacionamiento de vehículos. “La gente está protestando y ha bloqueado las calles”, afirma una voz, ante una gran cantidad de vehículos estacionados en una zona industrial de la ciudad. Los conductores charlan unos con otros fuera de sus vehículos. En esta carretera, franqueada por palmeras, la marea de coches se pierde en el horizonte.

Los activistas explican que a medida que fueron pasando las horas los manifestantes se fueron dando cita en las calles de las zonas periféricas de la ciudad. Las imágenes en las redes sociales permiten constatar que en al menos seis sitios distintos se produjeron disturbios relevantes. Los dos incidentes más destacados tuvieron lugar en el barrio de Sadra y en el bulevar Maliabad, una larga avenida que atraviesa el norte de Shiraz y en la que se concentran muchas sucursales bancarias y tiendas.

Las protestas fueron pacíficas y, al principio, también lo fue la respuesta del Estado. Las imágenes muestran a los manifestantes aplaudiendo y entregando flores a los policías antidisturbios. Los manifestantes aseguran que se sentaron en el suelo, formando grupos, y cantaron y jugaron a las cartas.

Más tarde, un manifestante grabó un mensaje de voz para Masih Alinejad, una activista iraní que vive en Estados Unidos y en el que reflexionaba sobre la jornada. “Todo iba bien y la gente sonreía y estaba contenta”, recuerda. “Vi cómo los manifestantes daban rosas a la policía, las protestas de los primeros días fueron muy pacíficas y todo iba sobre ruedas. Incluso los agentes estaban tranquilos”.

La calma no tardó en quebrarse. Unas imágenes que según los activistas probablemente fueron tomadas en el bulevar Maliabad ese mismo día muestran a agentes de seguridad cargando contra los manifestantes, mientras estos intentan huir. También se puede observar algo que parece ser gas lacrimógeno.

Todo parece indicar que también se produjeron disturbios. Unas imágenes que parecen haber sido registradas en la ciudad muestran varios incendios provocados por los manifestantes en distintos puntos. También provocaron destrozos en comercios. Las imágenes muestran papeles y escombros en las carreteras.

“Mientras estos ladrones tengan el control de Irán, los jóvenes no tienen futuro”, afirma un manifestante a Alinejad en una grabación a la que ha tenido acceso The Guardian. “Ya no podían soportar esta situación y les hervía la sangre. Llevaron las cosas a otro nivel”.

“La situación escaló cuando la policía empezó a golpear a los manifestantes. Nos defendimos como pudimos; teníamos que defender nuestras vidas”, añade.

En algunas partes de la ciudad, los manifestantes, entre ellos muchos de los barrios obreros, se enfrentaron contra los agentes de seguridad, utilizando clavos para pinchar los neumáticos de las motocicletas y los automóviles de la policía.

En algún momento de la tarde, la policía empezó a disparar. Los activistas han difundido imágenes del sábado que muestran cómo los agentes disparan cerca de una comisaría situada en el bulevar Maliabad.

“Esto que ven es Shiraz y los agentes disparan contra la población”, señala un hombre en un vídeo grabado delante de la comisaria. El hombre consigue atravesar a una multitud que grita y que rodea a un joven que yace en el suelo sobre un charco de sangre. Se trata de Mehdi Nekouyee, de 20 años, la primera víctima mortal de las protestas de Shiraz.

Debido al apagón en Internet, los familiares de Nekouyee que viven en el extranjero se enteraron de su muerte cuando alguien que vive en Irán les dio el pésame a través de las redes sociales. “[Mehdi] era un chico tranquilo y muy abierto de mente”, recuerda su tío: “Quería libertad, libertad de expresión”. Su muerte hizo crecer la indignación entre los manifestantes. Los activistas explican que los manifestantes empezaron a arrojar piedras contra la comisaría de policía. Esa misma noche, afirman, el edificio ya ardía.

“[Los agentes] dispararon contra los manifestantes y los atacaron con gases lacrimógenos, pero la multitud reaccionó con valentía y no se doblegó”, afirma un hombre en otro mensaje grabado y enviado a Alinejad. “Pedimos a las personas que estaban quemando mobiliario urbano [que dejaran de hacerlo], no sabemos quiénes son, pero estaban furiosas y no pudimos detenerlas”.

“Fue una situación horrible en la que todos temieron por sus vidas. Los agentes atacaron sin piedad. No podía creer que unos y otros fueran personas del mismo país… nunca antes había visto un nivel de violencia parecido”, añade. A lo largo de todo el fin de semana, las manifestaciones se fueron encadenando por toda la ciudad.

Un activista con contactos en la ciudad afirma que Golshan, un barrio situado en el noroeste de Shiraz en el que viven muchos miembros de la minoría Qashqai, se convirtió en “un campo de batalla”. “Las fuerzas de seguridad entraron con munición pesada y helicópteros”. Todas la carreteras de acceso a la zona se cerraron desde el sábado hasta el martes siguiente.

Todo parece indicar que los manifestantes consiguieron mantener el control sobre Sadra durante la mayor parte del fin de semana. El domingo 17 de noviembre, los manifestantes habrían prendido fuego a la oficina del imán mayor en el área, un ataque directo a la élite religiosa del país.

Los activistas dicen que las autoridades respondieron a esta acción con rapidez. Contraatacaron con helicópteros, dispararon contra los manifestantes y con gases lacrimógenos. Varias informaciones apuntan a que esta táctica se ha utilizado también en otros barrios, pero ha quedado registrada en Sadra.

Ruhallah Gashgaei, un activista con contactos en Shiraz, señala que todavía es imposible determinar el número exacto de muertos. Sin embargo, según sus cálculos, a partir de los relatos de varios testigos oculares independientes, habrían muerto unas 60 personas en Shiraz y otras nueve en el suburbio de Sadra. Cree que a medida que las distintas partes de la ciudad recuperen el acceso a internet será posible contrastar esta información y tener cifras más exactas.

Todo parece indicar que las autoridades recuperaron el control de gran parte de la ciudad el lunes 18 de noviembre. Las imágenes registradas el domingo 17 y que fueron enviadas a The Guardian muestran una ciudad convulsa, llena de escombros y de coches quemados.

Un activista de Shiraz calcula que los manifestantes incendiaron unas 80 sucursales bancarias y siete gasolineras. La policía y la Guardia Revolucionaria llevan a cabo redadas en casas y en hospitales con el objetivo de arrestar a presuntos manifestantes. El líder supremo del país, Ali Jamenei, ha atribuido los disturbios a una “conspiración muy arraigada, extendida y peligrosa” orquestada por los enemigos de Irán en el extranjero.

“Anoche Shiraz estaba bajo el control de los ciudadanos”, afirma un manifestante en un mensaje de voz enviado a Alinejad. “La afirmación de las autoridades de que controlan la situación es absurda. Bajaron las temperaturas y hacía mucho frío. Incluso Dios está de su parte [el régimen].

“Sí, sobrevivimos”, dice una mujer en uno de los mensajes grabados. “Vi como disparaban a dos personas cerca de mí. Desde el lunes hay toque de queda militar, hay oficiales Basij [paramilitares] por todas partes. Estaban muy asustados y con cada leve sonido reaccionaban de una manera extraña”.

Los activistas creen que la cifra de muertos en Shiraz es de varias decenas, pero no lo pueden demostrar. El gobierno iraní afirma que la cifra de fallecidos a nivel nacional que ha dado Amnistía Internacional no es correcta, pero no ha proporcionado una cifra oficial.

“Todos salimos a la calle, tenía muchas esperanzas de que esta vez hubiese un cambio”, señala uno de los mensajes a Alinejad: “Durante dos días, el pueblo se hizo con el control de Shiraz y no pasó nada malo. Reinaba la paz. Que la ciudad estuviera en manos del pueblo fue un hecho muy importante. Vi cómo sería el país si los ciudadanos estuvieran al mando”.

Traducciones al inglés de Mohammed Rasool

Traducido por Emma Reverter

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