La escabrosa cripta de Roma que decora las paredes, techos y suelo con las calaveras de sus monjes
En pleno corazón de Roma, a pocos pasos de la elegante Via Vittorio Veneto, se encuentra un lugar que combina historia, religión y un escalofriante sentido estético: la Cripta de los Capuchinos, o Santa Maria della Concezione dei Cappuccini. A simple vista, parece un templo más de la Ciudad Eterna, pero al bajar a sus cinco capillas oscuras, el visitante se enfrenta a un escenario tan fascinante como inquietante: paredes, techos e incluso suelos adornados con cráneos y huesos de más de 3.600 frailes.
Historia de los capuchinos y su cripta
Los capuchinos surgieron en 1525 como una rama más austera de los franciscanos, con el objetivo de volver al espíritu esencial de San Francisco. Sus hábitos sencillos, con túnicas y capucha que daba nombre a la orden, simbolizaban humildad y renuncia a lo superfluo. Fue entre 1626 y 1631 cuando se construyó la cripta bajo la supervisión del papa Urbano VIII, quien impulsó la obra por la vinculación de su hermano, Antonio Barberini, con la orden. Lo que comenzó como un espacio para el descanso eterno de los frailes se transformó en un singular museo macabro: los restos de los monjes fueron organizados como auténticas obras de arte, una forma de meditación sobre la mortalidad.
Hoy, la cripta alberga los restos de frailes enterrados entre 1500 y 1870, dispuestos en composiciones que parecen esculturas hechas con calaveras, fémures y tibias. Cada capilla tiene un diseño diferente, desde arreglos geométricos hasta símbolos religiosos formados con huesos, mientras que una capilla central mantiene el altar intacto, libre de restos óseos.
Qué ver en la Cripta de los Capuchinos
La visita comienza en el pequeño museo anexo, donde se contextualiza la vida de los capuchinos y se exhiben obras de arte, incluyendo un lienzo de Caravaggio que representa a San Francisco. Después, el recorrido continúa en las cinco capillas de la cripta. Entre los fragmentos óseos, destacan los cráneos alineados y las figuras creadas a partir de esqueletos completos, un recordatorio visual de la frase que cierra el recorrido: “Quello che voi siete noi eravamo, quello che noi siamo voi sarete” —exactamente lo que tú eres ahora, nosotros fuimos; lo que nosotros somos ahora, tú llegarás a ser.
La iglesia adyacente, Santa Maria della Concezione dei Cappuccini, completa la experiencia. Su arquitectura y decoración contrastan con la austeridad macabra de la cripta, ofreciendo un remanso de recogimiento tras el impacto de las capillas.
Información práctica para visitantes
La Cripta de los Capuchinos abre diariamente de 9:00 a 19:00 horas, aunque cierra en días festivos puntuales. La entrada general cuesta 10 euros, con tarifas reducidas de 6,50 euros para menores de 18 años y mayores de 65. Además, se ofrece audioguía por 6 euros y visitas guiadas desde 39 euros, en las que un guía en inglés acompaña al visitante explicando la historia de los capuchinos y los detalles de la cripta. La parada de metro más cercana es Barberini, en la Línea A.
Visitar la Cripta de los Capuchinos no es solo recorrer un museo extraño: es una experiencia que mezcla historia, arte y filosofía sobre la vida y la muerte, un lugar que invita a reflexionar sobre nuestra propia mortalidad en el corazón de Roma.
1