Omán, Oriente Medio en todo su esplendor

La Mezquita del Sultán Qaboos, en Mascate

Roberto Ruiz

Entre todos los destinos que se nos pueden pasar por la cabeza para alimentar nuestras insaciables ganas de viajar hay algunos que pueden quedar un poco olvidados, y Omán es uno de ellos. Es cierto que no es un país muy conocido, no lo verás en las típicas listas de “10 destinos imprescindibles a los que viajar antes de morir”, pero Omán tiene mucho que ofrecer a aquellos que quieren viajar a un tierra auténtica, llena de tradición e historia, y recorrer playas, desiertos, fortalezas y oásis lejos del turismo de masas.

Omán se encuentra en la esquina sureste de la península arábiga y tiene como vecinos a Yemen, Arabia Saudí, Emiratos Árabes y al mar de Arabia, que baña sus costas con aguas cristalinas. Tiene su capital en Mascate, donde harás tu primera parada, y un viaje por algunos de los puntos más llamativos del país puede llevar unos nueve días. Un tiempo en el que podrás adentrarte en sus paisajes, entre pronunciados cañones y brillantes desiertos, en pueblos hechos de adobe, en vistosos resorts de playa, en viejos barrios pesqueros, en los escarpados montes de Hajar o en las aguas de la península de Musandam.

Es importante que tengas en cuenta que Omán es un país cálido, terriblemente caliente en verano, por lo que lo mejor es viajar en meses como octubre y noviembre, o febrero y marzo. De hecho, en octubre se añade un importante aliciente, y es que unas 20.000 tortugas desovan cada año en las costas de Ras al Jinz, e incluso se organizan circuitos nocturnos para conocerlas. Pero vayas cuando vayas hay algunos lugares imprescindibles que sin duda debes incluir en tu ruta por Omán, y aquí tienes varios de ellos para que vayas abriendo boca.

La Mezquita del Sultán Qaboos, en Mascate

La Gran Mezquita del Sultán Qaboos está sin duda entre las primeras paradas que has de hacer una vez en Omán. Y no solo por su espectacularidad, sino porque además es la única abierta a los no musulmanes. Cinco minaretes y un mármol blanco y reluciente para dar forma a una obra descomunal, en la que cuelgan enormes lámparas de araña y pisamos la mayor alfombra de una sola pieza del mundo, con sus 70 x 60 metros. Mucho lujo y mucha elegancia para empezar por uno de los elementos más emblemáticos del país.

El barrio de Mutrah, en Mascate

Si buscamos ambiente, Mutrah es nuestro sitio. Aquí la gente viene y va, los barcos zarpan y atracan bajo el Fuerte de Mutrah, y las charlas se alargan durante horas bajo cualquier sombra. Pero como en cualquier país oriental, donde han de llevarnos nuestros pies es al zoco, el más famoso de Omán. El zoco de Mutrah es un lugar para perderse entre aromas y colores, entre frutas, artesanías y recuerdos, y un buen lugar para hacerse con una buena variedad de dátiles, una auténtica delicia omaní. Es turístico, sí, pero mucho menos agobiante que los zocos de otros países.

Bahla, Patrimonio de la Humanidad

Bahla parece estar un poco en medio de la nada, pero aquí esa sensación la tendrás una y otra vez. Se ubica en un reducto de vegetación rodeado por montañas desérticas y su castillo, conocido como el Fuerte de Bahla, fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1987 como ejemplo de arquitectura militar omaní y como vestigio de la tribu de los Banu Nebhan, que impuso su poder sobre el conjunto de los clanes de la región desde el siglo XII hasta finales del siglo XV.

Un oasis llamado Wadi Shab

Wadi Shab cumple con la perfecta definición de oasis, como un vergel rodeado de desierto en el que incluso encontramos unas piscinas naturales de agua dulce esperándonos para refrescarnos. Tras atravesar en barca un pequeño lago nos adentramos por un cañón a lo largo de una espectacular ruta de senderismo, rodeados por altas paredes rocosas y avanzando por el cauce del agua turquesa superando diferentes pozas. 

Nizwa, la otra gran ciudad

Nizwa es la segunda ciudad más importante y poblada de Omán, agradable y bonita, y también se merece una visita. Su ajetreado centro nos recibe con dos de esos lugares que no deberíamos pasar por alto: su fortaleza de planta circular, perfecta para ver atardecer desde lo alto, y su zoco, cómo no, donde se vende prácticamente de todo y no falta prácticamente de nada. De nuevo, si te consideras un amante de los dátiles estás de enhorabuena porque la variedad que aquí encontrarás entre frutas, verduras, cerámicas, telas y subastas de pescado a pleno grito, llega a ser abrumadora. 

Wahiba Sands, un desierto de postal

El 80% de la superficie de Omán está cubierta por desiertos, pero uno de los más característicos, por su belleza y simbolismo, es el de Wahiba Sands, o también conocido como Sharqiya. Con sus grandes dunas de arena dorada es una de las imágenes más populares de Omán y además de las excursiones que se pueden hacer en todoterreno podemos completar la experiencia pasando la noche en uno de sus campamentos de típicas tiendas beduinas, y así dejarnos arropar por su inmensidad.

Para que nada falte: pueblos de montaña y playas del sur

Omán tiene la peculiaridad de tener un poco de todo y su tamaño es lo suficientemente manejable como para que en unos días nos dé tiempo a ver sus caras más características. Una de ellas la encontramos en sus montañas, salpicadas por pequeños pueblos que se encaraman en sus laderas. Hay varios que no debes olvidar incluir en tu lista de visitas, como Birkat Al Mouz, Al Hamra y Misfat al Abriyeen, donde las verdes palmeras se encargan de romper el omnipresente rojo de la tierra.

Y para poner un punto final como se merece un viaje por Omán, están las playas de la reserva de Ras Al Jinz. En ellas al caer la noche miles de tortugas verdes en peligro de extinción desovan cada año, mientras que con las primeras luces del día muchas otras miles de tortuguitas recién nacidas recorren valientemente la arena hasta llegar al mar. Y este espectáculo natural, también aquí en Omán, puede convertirse en una de esas experiencias que siempre recordarás de tus viajes por el mundo.

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