Lisboa en diez direcciones imperdibles y no tan conocidas

Lisboa en diez direcciones imperdibles y no tan conocidas

Jara B. Gavín

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El barrio de Alfama, la Catedral de la Sé, el Elevador de Santa Justa o el Castelo de San Jorge son algunos de los lugares más famosos que visitar en Lisboa. Un listado típico que no te costará completar haciendo una búsqueda rápida en internet o sumergiéndote entre las páginas de cualquier guía de viajes de la ciudad.

Sin embargo, la capital portuguesa, abanderada europea de la más encantadora decadencia, esconde cientos de lugares menos conocidos que rezuman el auténtico espíritu lisboeta que, desde hace unos años, parece haber encontrado su lugar entre la tradición y la vanguardia.

Seleccionamos diez de ellos para que en tu próxima visita a la cidade sea lo más parecida posible a un largo paseo de domingo de cualquier lisboeta que quiera volver a enamorarse de su ciudad.

La verdadera cuna del fado

Aunque los orígenes del Fado siguen sin estar del todo claros, parece que fue María Severa, una joven mesonera de una taberna del barrio de Mouraria o Morería, la inventora de esta canción nostálgica con la que, junto a su guitarra, entretenía a los marineros que desembarcaban en la ciudad.

Severa nació y creció en Mouraria, un barrio multicultural que, eclipsado por el vecino barrio de Alfama, en el que los locales de fado se cuentan por decenas, resulta un bonito y auténtico paseo entre fachadas plagadas de azulejos, pequeños restaurantes y muestras de arte urbano aquí y allá.

En el barrio puede contemplarse un enorme grafiti pintado en negro, rojo y amarillo en el que María Severa es la protagonista y que cuenta, a través de todos sus elementos, la historia del fado portugués.

Un museo al aire libre

Camila Watson es una fotógrafa inglesa, afincada en Portugal desde hace más de 17 años que, con su exhibición , rindió homenaje a los vecinos de mayor edad de Mouraria, a quienes fotografió en sus quehaceres diarios para llenar las calles del barrio con sus fotos en blanco negro imprimidas en hormigón.

Aunque sus obras pueden verse en varios puntos de Mouraria y también de Alfama, la exposición original está en el Largo dos Trigueiros, una pequeña calle de Mouraria que se abre a una de las plazas más originales, auténticas y llenas de vida del barrio.

La Lisboa más vanguardista

Aunque no es tan desconocida, esta antigua fábrica de hilos, abandonada durante decenas de años, se ha convertido hoy en un espacio alternativo en el que el arte urbano y reivindicativo, las propuestas de los diseñadores y creadores más vanguardistas, un puñado de buenas –y modernas– opciones para comer o picar algo y una preciosa librería (la de Lea Devagar, que aún conserva las antiguas prensas de imprenta), hacen de LX Factory el mejor lugar para comprender la metamorfosis que la ciudad ha experimentado en los últimos años.

Exceptuando los impresionantes grafitis que decoran casi cada centímetro cuadrado, el edificio principal de la fábrica sigue prácticamente intacto y está coronado por un bar con una enorme terraza en la que una estatua con cuerpo de mujer, desnuda y pintada de mil colores, parece plantar cara al más tradicional Cristo Redentor que se sitúa justo enfrente, al otro lado del tajo. Toda una declaración de intenciones.

La mejor tarta de chocolate del mundo

Los amantes del chocolate no pueden abandonar la ciudad sin probar una porción de tarta de la que, dicen –y confirmamos–, es la mejor tarta de chocolate del mundo. No será tan descabellada la calificación si tenemos en cuenta que Landeau Chocolate tiene ya cuatro locales en la ciudad, en los que solo se sirven la famosa tarta y una selección de tés y cafés.

Un barrio típico Lisboeta

El barrio de Graça es algo así como la Alfama a la que los turistas con prisas nunca llegaron. Situado justo a continuación del famoso barrio de pescadores, pasear por sus calles y entregarse a la contemplación del devenir diario en un auténtico barrio lisboeta es, simplemente, un placer.

En lo alto del barrio se sitúa el Miradouro de Nossa Senhora do Monte, el más alto de la ciudad y, por lo tanto, uno de los que ofrece las mejores vistas de Chiado, el Bairro Alto, Alfama, Mouraria y el majestuoso tramo final del río Tajo, antes de fundirse con el Atlántico.

Ir de tapas como un local

La Petisqueira es una pequeña taberna ubicada en el centro de Lisboa, concretamente, en un rincón de la planta baja del bonito edificio que ocupa el restaurante Casa do Alentejo. Las raciones o petiscos que sirven son típicos de la región portuguesa y la clientela, que siempre charla animadamente en el patio al aire libre que hace las veces de terraza, es en su mayoría local.

Ver fado en un circo

Muy cerca del Castelo de San Jorge se encuentra esta escuela de circo que nació para que los jóvenes de las familias menos favorecidas de Alfama tuvieran una alternativa de ocio en el barrio.

La escuela de circo sigue funcionando pero, además, en lo alto del edificio se ubica Chapitó a Mesa, un restaurante con una de las mejores panorámicas de la ciudad y en cuya sala del sótano se programan actuaciones de fado una vez a la semana.

Un lugar bohemio y diferente en el que disfrutar de lo más típico de Portugal y en el que la recaudación de las entradas se destina a costear los gastos de la escuela y mejorar sus instalaciones.

Regatear en la Feria da Ladra

El mercado de pulgas más famoso de Lisboa es también el más antiguo. Sus orígenes se remontan a la Edad Media, época de la que recibe su nombre (Mercado de la Ladrona), pues el género que podía encontrarse entonces en el mercado era de dudosa procedencia.

Actualmente, Feria da Ladra es un mercado de antigüedades y objetos de segunda mano en el que se pueden encontrar verdaderas gangas siempre que se domine el arte del regateo.

Cenar a las dos de la mañana

Tal vez uno de los encantos de Lisboa es que ha sabido conservar los vestigios de casi todas sus épocas y mezclarlos en una ciudad que, tan pronto parece la más moderna de Europa como una máquina del tiempo que te traslada al pasado.

En el Snob Bar, un pequeño restaurante con una atmósfera íntima y especial, en la que las mesas con tapetes verdes y tenues lámparas de flecos se mezclan con estanterías llenas de libros y olor a comida casera, no es difícil imaginarse dentro de una de las páginas de Sostiene Pereira. 

El local, antiguo sitio de reunión de periodistas e intelectuales a la hora de cierre de las rotativas, ha sabido sobrevivir al empuje del turismo de masas y sirve comida típica portuguesa hasta bien entrada la noche. Imprescindible probar el filete con patatas; el merecido plato estrella de la casa.

Una tienda de souvenirs

Si hay algo que abunda en la Lisboa más céntrica son las típicas tiendas de souvenirs y recuerdos replicados en masa. Si quieres salirte de lo típico a la hora de llevarte a casa un recuerdo de tu paso por la ciudad, no encontrarás un lugar mejor que A Vida Portuguesa.

Se trata de una tienda atípica de recuerdos en la que encontrarás desde jabones y fragancias de la mítica casa portuguesa Claus Porto, hasta mantas para el sofá, pasando por una cuidada selección de cerámica portuguesa, latas de conserva de bacalhau con una estética cuidada o artículos de papelería de diseño.

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