La portada de mañana
Acceder
Esperanza Aguirre, la ideóloga de un modelo sanitario que hace negocio
El PP usa el “sentido común” para disfrazar su renovado negacionismo climático
OPINIÓN | 'Privatizacionitis sanitaria: causas, síntomas, tratamiento', por Isaac Rosa

Uno de los manjares más odiados -pero versátiles- de la gastronomía española

Ancas de rana

Adrián Roque

0

¿Manjar exquisito o excentricidad incomible? Pocas cosas en la mesa despiertan tantas caras de sorpresa como las ancas de rana. En España, no son un plato de consumo masivo, pero forman parte de una tradición que hunde sus raíces en siglos de historia. Y aunque para muchos suene a reto de programa televisivo, lo cierto es que este bocado ha sido considerado alta cocina en diferentes partes del mundo.

Una historia más larga de lo que imaginas

Lejos de ser un invento francés, el consumo de ancas de rana se remonta a civilizaciones muy anteriores. Restos arqueológicos en China demuestran que ya se cocinaban hace más de 4.000 años, y en el Antiguo Egipto también formaban parte de la dieta. En la Europa medieval, especialmente en monasterios, se aprovechaba un “vacío legal” curioso: durante la Cuaresma, las ranas eran clasificadas como pescado, lo que permitía a los monjes seguir consumiéndolas sin romper las normas religiosas.

En Francia, las recetas con ancas de rana alcanzaron especial protagonismo a partir del siglo XVII. Regiones como Dombes o Franco Condado convirtieron este producto en emblema local, y hoy siguen siendo parte de su identidad culinaria. Pero su consumo no se limita a Europa: también son habituales en países como Vietnam, Indonesia, México o Estados Unidos.

¿A qué saben las ancas de rana?

Explicar el sabor de las ancas de rana es complicado. Muchos dicen que recuerdan al pollo, otros que se asemejan al pescado blanco. Lo cierto es que su textura es fina y jugosa, similar a la de un lenguado o una merluza, mientras que su sabor es suave y discreto, ideal para acompañarse de salsas potentes.

En Francia se preparan con mantequilla, ajo y perejil, resaltando su delicadeza. En Asia son más comunes las versiones salteadas con curry, jengibre o picante. La regla parece clara: carne ligera, salsa intensa. Y eso abre un mundo de posibilidades para quien quiera atreverse.

Receta clásica: ancas de rana al ajillo

En España, la forma más popular de cocinarlas es sencilla y directa: al ajillo. Solo hacen falta aceite de oliva, ajo, perejil, un toque de harina y un chorrito de limón. Doradas en sartén durante pocos minutos, las ancas de rana se convierten en un bocado crujiente por fuera y tierno por dentro. Una receta rápida que demuestra que, a veces, lo más tradicional es lo más eficaz.

Curiosidades culinarias y nutricionales

Las ancas de rana no solo destacan por su historia. Son un alimento sorprendentemente saludable: fuente de proteína magra, bajas en grasa y con un perfil nutricional cercano al del pescado blanco. En algunos lugares, incluso existen granjas específicas para su consumo, y en Francia se ha creado una auténtica “ruta de la rana”. Tanto es así, que cada 15 de marzo se celebra el Día Mundial del Anca de Rana.

Lejos de ser una extravagancia, este producto es parte de la gastronomía exótica que, poco a poco, gana terreno en la mesa global. Y aunque seguirán generando rechazo en algunos paladares, su versatilidad en la cocina y su bagaje histórico las convierten en un plato con mucho más que contar.

Etiquetas
stats