“Un hermoso país al que la gente no le da la gana ir”: un viaje a la Alcarria para redescubrirla en seis paradas

Campos de lavanda en Brihuega, Guadalajara.

Beatriz Retuerta

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La Alcarria es “un hermoso país al que la gente no le da la gana ir”. Con esa frase definía el Nobel de Literatura Camilo José Cela las tierras alcarreñas que recorrió en una apasionante aventura y que plasmó en el que fue su primer libro de viajes en 1946: Viaje a la Alcarria.

Para algunos lectores, desconocedores de la provincia de Guadalajara, la Alcarria era un lugar imaginario, pero nada más lejos de la realidad. Sí podemos confirmar que esta comarca de Guadalajara tiene un encanto y una magia que no ha perdido a pesar de los años que han pasado desde que el escritor recorrió sus caminos, rincones y pueblos. 

La ruta de Cela, que duró 10 días, partió de la capital de España –donde residía–, recalando en la capital alcarreña, Guadalajara. Allí, durante su visita, no pasó desapercibido el Palacio del Infantado.

El recorrido del Nobel gallego continúa por Taracena, Torija, Brihuega, Cívica, Masegoso de Tajuña, Cifuentes, Gárgoles de Abajo, Trillo, La Puerta, Budia, El Olivar, Durón, Chillarón, Pareja, Casasana, Sacedón, Tendilla, Pastrana y Zorita de los Canes. A continuación, recalaremos por los lugares más singulares del recorrido porque, como escribió el autor en este libro: “El viajero tiene su filosofía de andar, piensa que siempre, todo lo que surge, es lo mejor que puede acontecer”.

Cela repitió este viaje en dos ocasiones más. La primera, coincidiendo con el 25 aniversario de la obra, en 1972, prueba de ello son los numerosos monolitos y placas que lo recuerdan en los pueblos de su ruta. Y una segunda, en 1985, en una nueva edición de su viaje que hizo en Rolls Royce y con una choferesa. Ahora nosotros emprendemos nuestro particular viaje a la Alcarria.

Torija 

La Alcarria es un viaje, una comarca, un libro y también un museo. Y es que el castillo de Torija, una de las primeras localidades de la ruta, tras pasar por Guadalajara y Taracena, alberga el Centro de Interpretación Turística de la provincia que además acoge el único museo del mundo dedicado a un libro (Viaje a la Alcarria). En las plantas superiores de este imponente castillo encontramos enseres, objetos personales empleados por el autor para la escritura, así como fotografías, manuscritos o mapas, además de diferentes ediciones del libro en diversos idiomas.

Brihuega y Cívica

A 15 kilómetros de Torija se encuentra Brihuega, conocida popularmente como “El Jardín de la Alcarria”, y de un tiempo a esta parte también por sus campos de lavanda que hacen de este municipio un polo de visitas durante todo el mes de julio, coincidiendo con su floración. No obstante, siempre es buen momento para visitar esta villa amurallada y completar su puerta de la Cadena, pasear por los jardines de la Real Fábrica de Paños, el Arco de Cozagón o el castillo de la Piedra Bermeja. Por último y más curioso, no podemos dejar de visitar el Museo de Miniaturas del municipio que recoge la fantástica colección del Profesor Max, nacido en Brihuega y precursor de este arte a nivel mundial.

Muy cerca de allí está Cívica, pedanía de Brihuega, ubicada en las escarpadas laderas de roca caliza horadadas por el río Tajuña. “Cívica semeja una aldea tibetana o el decorado de una ópera de Wagner. El viajero no estuvo nunca en el Tíbet pero se imagina que sus aldeas deben ser así, solemnes, miserables, casi vacías, llenas de escaleras y balaustradas, colgadas de las rocas y también horadadas en la roca”, escribía Cela sobre este singular enclave que merece la pena visitar.

Masegoso, Cifuentes, Gárgoles de Abajo y Trillo 

El viaje continúa pasando por Masegoso de Tajuña, que cuenta con el Museo del Pastor y del Labrado, donde el visitante puede tener una visión más completa de lo que fue la vida rural de nuestros pueblos. El viajero sigue la ruta hasta lo que Cela denominó “la capital de la Alcarria”, Cifuentes. Un pueblo marcado por el agua y que da nombre al afluente del Tajo. Entre su patrimonio monumental destacan la Iglesia de San Salvador, el Convento de Santo Domingo, actualmente Centro de Recepción de Visitantes del municipio. Tampoco falta un castillo, el del Infante don Juan Manuel, señor de la villa y sobrino de Alfonso X El Sabio. 

Siguiendo el cauce del Cifuentes llegamos al pequeño pueblo de Gárgoles de Abajo, donde la naturaleza manda y pronto podemos avistar las conocidas como Tetas de Viana, “chatas, aisladas”, como las definía el premio Nobel. Son dos montañas gemelas, dos muelas calizas, situadas entre las localidades de Trillo y de Viana de Mondéjar que dibujan un singular paisaje en la zona además de ser ruta obligada para senderistas. Llega hasta Trillo, atravesado por el río Cifuentes que deja una “espumeante y rugidora” cascada, donde podemos contemplar estampas de gran belleza por su paisaje y rico patrimonio del que el puente sobre el Cifuentes es seña de identidad. La Iglesia de la Asunción de Santa María o las ermitas de San Juan, San Roque o de la Virgen de la Soledad conforman su patrimonio, sin olvidar los restos del Monasterio de Santa María de Óvila.

Budia, El Olivar y Durón

La pedanía de Trillo, La Puerta, continúa la ruta para seguir por Budia, ubicada en un lugar privilegiado, entre la llanura de la Alcarria y el valle del Tajo, cuyo enclave natural lo hace visita imprescindible. En esta localidad podemos encontrar un museo sobre la apicultura y la miel, el Museo APIBudia. Y es que la Alcarria, además de por su viaje literario, es de sobra conocida por su miel, con denominación de origen de esta comarca. El contenido del Museo es didáctico y lúdico, pensado tanto para quienes quieren aprender sobre apicultura y el lenguaje de las abejas, como para quienes desean pasar un rato divertido colocándose antenas olfativas y viviendo la inmersión en una sala-colmena con zumbidos.

Continuamos el viaje por El Olivar, un pequeño pueblo cercano al embalse de Entrepeñas, que se divisa a lo lejos, muy bien conservado, y donde podemos ver sus cuidadas casas de piedra caliza. Muy cerca de este municipio está Durón, a la orilla derecha de Entrepeñas. Merece un paseo entre sus calles para contemplar las casonas de los siglos XVI y XVIII que se conservan a la entrada de la villa o el edificio Consistorial.

Chillarón y Pareja 

El agua conduce nuestra ruta en esta zona de pueblos ribereños por su cercanía al embalse de Entrepeñas. Es el caso de Chillarón del Rey y, junto a él, de Pareja, conocido por su azud, diseñado para el recreo y el esparcimiento aprovechando su incomparable marco natural y las posibilidades de ocio activo que dan las aguas de su lago. Además, Pareja tiene un Museo de las Brujas de la Alcarria, ubicado en el Centro Cultural El Torreón, que recoge la historia del municipio con la caza de brujas allá por el siglo XVI.

Sacedón, Tendilla, Pastrana y Zorita de los Canes

El viaje emprende su recorrido final pero no por ello menos interesante. El primero de los últimos pueblos es Sacedón, a las orillas del embalse de Entrepeñas, donde visitar el Monasterio de Monsalud, en la pedanía de Córdoles, el puente romano, la Ermita de la Virgen del Socorro, la Ermita de la Santa Cara de Dios o la Iglesia Señora de la Asunción. Pero sin duda ofrece un lugar privilegiado por su enclave natural para la práctica de deportes como el senderismo o los relacionados con el agua como la pesca o la vela, además de la escalada. Esta última disciplina se puede practicar en la Boca del Infierno, uno de los parajes emblemáticos de Sacedón, donde disfrutar de la vía ferrata.

La ruta prosigue por Tendilla, donde destacan sus soportales y su distribución alargada pegada a la carretera. Pastrana y Zorita de los Canes ponen el punto final a este viaje. La primera, Villa Ducal, donde vivió la princesa de Éboli, cuenta con un importante patrimonio entre el que destaca la Colegiata, su plaza de la Hora, el convento del Carmen, fundado por Santa Teresa de Jesús, o los conocidos Tapices de Alfonso V. La segunda y última, Zorita de los Canes, ofrece una mezcla de naturaleza e historia, allí podemos visitar el parque arqueológico de Recópolis, antigua ciudad visigoda.

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