Trujillo, el apasionante ejemplo del Perú preincaico

La catedral acapara toda la atención en la Plaza de Armas de Trujillo.

Roberto Ruiz

Estamos en Trujillo, Perú, en la costa y a casi cuatro horas por carretera al norte de la ciudad de Lima. Un poco apartados de las rutas más turísticas que pasan por Cuzco, Machu Picchu, Nazca o la capital peruana, pero donde encontramos algunos de los restos precolombinos y preincaicos más importantes del país.

Como podrás imaginar, Trujillo no se llama Trujillo por casualidad, como la conocemos hoy día fue fundada por Francisco Pizarro, natural de Trujillo (Extremadura) en 1535 como “Trujillo de Nueva Castilla”, y es que lo de repetir nombres durante las conquistas llevó pueblos y ciudades españolas por América y más allá, como también pasó con las Méridas del mundo.

Si quieres salir del Perú más típico y visitado conocer Trujillo te dará una visión totalmente diferente, igual que si te acercas a las montañas a conocer el pasado de la cultura chachapoyas. Así comprenderás a la perfección que Perú va mucho más allá de los incas y Machu Picchu.

Un casco histórico con su Plaza de Armas incluida

Trujillo no es pequeño precisamente, pero si nos metemos en su zona más antigua será fácil hacer un pequeño viaje en el tiempo. El casco viejo de Trujillo sigue sobre el plano las líneas perfectas de una ciudad colonial española, y todavía hoy lo puedes ver con tus propios ojos. Un recinto antiguamente amurallado, con su Plaza de Armas como espacio central y sus principales edificios religiosos y administrativos a su alrededor, como el Palacio Municipal, el Arzobispado y la Catedral.

De hecho, la Plaza de Armas debería ser tu referencia al comenzar a pasear por Trujillo. Un espacio abierto y amplio, arbolado y cuidado, lleno de vida, repleto de fachadas a todo color y rodeado de puntos de interés. En el centro de la plaza se levanta el Monumento a la Libertad, obra del alemán Edmund Möller, que representa el proceso de independencia que Trujillo alcanzó en 1820. Aquí estarás en el mejor lugar posible para empezar a descubrir los encantos de la ciudad.

La catedral y las casonas coloniales

Si te gusta la arquitectura colonial en Trujillo vas a disfrutar de lo lindo, pues está plagada de iglesias, casonas y palacios a cada cual más espectacular. La catedral es su mejor representante, en plena Plaza de Armas, construida a mediados del siglo XVII y con altares de estilo barroco y rococó. Tampoco hay que pasar por alto la iglesia Belén, de finales del XVII y realizada en adobe, ladrillo y quincha.

Pero si nos fijamos en la arquitectura civil vamos a encontrar un gran número de casonas de época colonial de especial belleza, con sus enormes ventanas del techo al suelo y sus balcones de madera. La Casa Calonge-Urquiaga es de estilo neoclásico y es la sede del Banco Central de Reserva de Perú, en ella por cierto habitó Simón Bolívar. La Casa Museo de la Emancipación es un centro cultural, en su interior hay una maqueta del Trujillo colonial, y aquí es donde se planificó la independencia de la ciudad. La Casa Ganoza es imprescindible arquitectónicamente hablando, con un frontón barroco, dos leones rococó, balcón mudéjar… un interesante popurrí.

Las Huacas del Sol y de la Luna de la civilización Moche

Pero mucho antes de que llegasen los españoles y fundasen la actual Trujillo este terreno fue de dos de las más importantes civilizaciones del Perú preincaico: los moches y los chimús. Empezando por orden cronológico, a unos 20 minutos al sur desde la Plaza de Armas encontramos la Huaca del Sol y la Huaca de la Luna, enormes restos arqueológicos de la civilización Moche. Fueron construidas entre los siglos I y IX d.C., ahí es nada.

La Hueca de la Luna tenía fines religiosos y en ella podrás ver dos templos sagrados, el Templo Viejo y el Templo Nuevo, en los que destacan los ricos murales decorados con relieves policromados. Aquí conocerás a “el decapitador”, el dios castigador y proveedor de alimentos y victorias. La Hueca del Sol solo se puede admirar desde fuera, está bastante estropeada por saqueos de buscatesoros, aunque sí podrás apreciar su enorme figura piramidal escalonada de 40 metros de altura.

La ciudad de Chan-Chan, la capital de la civilización Chimú

Saliendo de Trujillo en dirección norte y siguiendo la línea de la costa llegamos a Chan-Chan, el tesoro que hoy día podemos disfrutar de la civilización Chimú. Es la ciudad de adobe más grande la América prehispánica, tiene 20 kilómetros cuadrados, y es Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO. Chan-Chan es grande, bastante, y merece la pena ir con tiempo para poder llegar a los puntos mejor conservados y de mejor interés.

Como comprenderás, la resistencia del adobe al paso del tiempo es la que es, por lo que el estado de conservación en muchas zonas no es el mejor. Se calcula que la ciudad albergó una población de unas 30.000 personas y se mantuvo hasta que en 1470 cayó bajo la conquista inca. A tu paso podrás ver restos de ciudadelas, talleres, murallas, templos, plazas y cementerios. Incluso sistemas de aprovechamiento de agua. Pero la reconstrucción mental te será mucho más sencilla si algún guía te echa una mano para interpretar cada área de la maltrecha Chan-Chan.

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