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Viena en un fin de semana: todo lo que no te puedes perder en la capital de Austria

La ópera de Viena.

Roberto Ruiz

Viena es pura monumentalidad. Mires donde mires todo sobrecoge por su grandeza, perfección arquitectónica y belleza. Una ciudad imperial que rezuma riqueza por sus cuatro costados y en la que todo suena a ópera y vals a ritmo de Mozart, Beethoven y Strauss. La capital de Austria es uno de los destinos más llamativos de Europa y, como poco, se merece un viaje de un fin de semana en el que disfrutar de una primera toma de contacto con todo lo que tiene que ofrecer.

En Viena vamos a visitar palacios, óperas, catedrales, museos, jardines, iglesias y bibliotecas históricas entre muchas otras cosas, pero siempre acompañados por un aire monumental que lo envuelve todo con mimo, para hacer de Wien una de las ciudades más cuidadas y preciadas del mundo. Y aunque hay mucho que ver, un par de días pueden ser suficiente para saber, al menos, que tendrás que volver con mucho más tiempo para vivirla con calma y seguir descubriendo calles, restaurantes, plazas y cafeterías en una agenda mucho menos apretada.

Algún consejo antes de empezar 

Si es tu primera vez en Viena te vendrá bien saber algunas cosas de antemano. Si ya has buscado alojamiento habrás visto que no es una ciudad precisamente barata, pero asumiendo eso verás que la capital austriaca se deja disfrutar de mil y una maneras. Goza de un muy buen sistema de transporte público, de modo que moverse entre el centro y los alrededores siempre resulta sencillo gracias al metro, los autobuses o sus numerosos tranvías. Puedes sacar tanto billetes sencillos como bonos de uno, dos o tres días. Algo que puede ser interesante tener en cuenta si es que aún tienes por confirmar dónde te vas a alojar.

Una vez en el centro histórico, Viena es una ciudad para pasearla. Sus calles invitan a ir sin prisas y a disfrutar de su arquitectura. Si tienes pensado realizar muchas visitas la ciudad ofrece una tarjeta turística llamada Vienna Pass, en ella se incluyen 70 de las principales atracciones y museos, pero si económicamente no te compensa siempre puedes sacar cada entrada por separado. 

Es interesante tener en cuenta que todo el casco histórico está rodeado por la Ringstrasse, una enorme avenida circular de más de 5 kilómetros que fue construida donde reposaba la antigua muralla de la ciudad. La puedes recorrer a pie o en tranvía y hacerlo te llevará por la mayoría de los principales edificios del centro.

Y por supuesto, entre monumento y monumento, seguro que querrás descansar degustando algún plato característico, y aquí no debes olvidar que Viena es la ciudad de la tradicional salchicha würstel, del wiener schnitzel (escalope de ternera), del gulash (estofado de carne) y del apfelstrudel, el pastel de manzana que quizá ya hayas probado en alguna ocasión. Pero si hay algo que todo el mundo quiere probar en Viena eso es, sin lugar a duda, la famosa tarta Sacher del famoso Café Sacher.

De palacio en palacio

Es imposible ir a Viena y no detenerse a apreciar sus palacios. Entre otras cosas, porque te toparás con algunos de ellos en pleno centro de la ciudad. Y mientras que algunos reciben visitas para mostrar su riqueza palaciega, otros se han convertido en museos muy diferentes que bien merece la pena no pasar por alto. Son varios los palacios que interesa ver en Viena, por lo que si solo dispones de un fin de semana tendrás que dejar alguno para tu próximo viaje. Si los ves todos no tendrás tiempo para nada más, así que toma nota y decide tú cuáles son los que no te quieres perder:

  • Palacio de Hofburg

El palacio de Hofburg está en el centro de la ciudad y fue el lugar de residencia de la familia Habsburgo durante más de 600 años. En él vamos a tener acceso a gran parte de la historia del país y, como buen palacio, es tan grande que alberga diferentes estancias: los Apartamentos Imperiales, el Museo de Sissi, la Cámara del Tesoro, la Capilla Imperial, una iglesia y una capilla, la Escuela Española de Equitación y la espectacular Biblioteca Nacional de Austria, que ya por sí sola merece la pena entrar en Hofburg. Sin duda este palacio es un lugar imprescindible y eso es importante tenerlo claro a la hora de planificar nuestro fin de semana en Viena. 

  • Palacio de Schönbrunn

El palacio de Schönbrunn fue construido en el siglo XVII como la residencia de verano de la familia imperial de Viena. Está a las afueras de la ciudad, a 8 kilómetros del centro, pero es fácil llegar tanto en metro como en autobús o tranvía. Como no tiene nada alrededor y está rodeado por unos enormes y cuidados jardines, el palacio luce con todo su esplendor y es tremendamente fotogénico. Podemos recorrer sus 40 habitaciones, maravillarnos con la Gran Galería, el Salón Chino Circular y el Salón del Desayuno, e imaginar cómo sería la vida palaciega de la mismísima Sissi.

  • Palacio Belvedere

El Palacio Belvedere no está en el centro de la ciudad pero sí en las cercanías, por lo que tampoco es difícil llegar a él. Se trata de la antigua residencia de verano del Príncipe Eugenio de Saboya y se compone de dos edificios principales, el Alto Belvedere y el Bajo Belvedere, separados por unos extensos jardines adornados con fuentes en diferentes niveles. El Alto Belvedere en su interior alberga las colecciones de pintura de la Galería Austríaca, desde la Edad Media hasta nuestros días, y si hay una obra que destaca en sus paredes esa es la de ‘El Beso’ de Gustav Klimt, pues aquí está la mejor colección del mundo del pintor austriaco. 

Mientras que por su lado, el Bajo Belvedere ofrece  exposiciones de arte barroco austriaco, tal y como podemos ver en la Sala de los Grotescos, la Galería de Mármol y el Salón de los Espejos. Pero lo que sí es cierto es que, si vas a Viena buscando el típico lujo palaciego vienés, los palacios de Hofburg y Schönbrunn son mucho más representativos pues el interior de Belvedere ha sido adaptado para otro fin.

Viena: una ciudad musical

Muchos de los que llegan a Viena lo hacen atraídos por su tradición musical. Aquí la música clásica es parte de la historia, la Filarmónica de Viena es sin duda una de las más importantes del mundo y, vayas con idea de presenciar algún concierto o no, hay verdaderos templos musicales que no te deberías perder. 

Uno de ellos es la Ópera de Viena, que ofrece visitas guiadas con las que podemos conocer bien su historia y cada uno de sus espacios. Construida en 1869 se trata de uno de los lugares más visitados de la ciudad por lo que te recomendamos reservar tu visita con tiempo. En su interior, además de con la propia sala de la ópera en la que caben 2.800 personas, podrás deleitarte con su escalinata de mármol, su vestíbulo, el Salón del Té y la Sala de Mármol. 

Y otro, que muchas veces queda en un segundo plano salvo para los amantes del Concierto de Año Nuevo, es el Musikverein, sede del concierto más famoso del mundo, que es retransmitido por televisión a más de 90 países. Fue construido en 1870 y en su interior se combinan metal, cristal, piedra y madera para dar forma a un edificio de estilo clásico emblemático. Durante su visita, además de conocer la historia del edificio y del Concierto de Año Nuevo, podremos visitar las nuevas y modernas salas subterráneas que hay bajo él.

Y date un paseo por el centro

Son muchas cosas las que hay que ver en Viena y muy pocas las horas que ofrece un fin de semana, pero además de todo esto, no olvides disfrutar Viena sin andar corriendo de un lado para otro. Date un buen paseo por su centro, deteniéndote en cada calle y sin dejar de mirar hacia arriba constantemente para apreciar la hermosura de sus edificios. Camina hasta llegar a la catedral de San Esteban, en la plaza del mismo nombre, y aprovecha para subir hasta lo más alto de su torre (en ascensor) y apreciar desde allí las mejores vistas de la ciudad. 

Pásate por el mercado callejero de Naschmarkt, cuya tradición se remonta hasta el siglo XVI y que cuenta con 120 puestos de productos locales, pero ten en cuenta que el domingo está cerrado. Disfruta de la tranquilidad de Stadtpark, uno de los mejores espacios verdes de la ciudad, y acércate también a conocer la iglesia de San Carlos Borromeo, que fue construida por el Emperador Carlos VI y es uno de los templos más bonitos de Viena. 

Aunque ya te faltará tiempo para ver todo esto, si viajas con niños te gustará saber que el Prater, de 1895, está considerado el parque de atracciones más antiguo del mundo. Y si visitas Viena entre mediados de noviembre y mediados de diciembre, aprovecha y disfruta de sus numerosos mercados de navidad porque su ambiente, sus luces y sus puestos te pueden regalar preciosas y bucólicas experiencias en las mejores plazas y parques de la ciudad.

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