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Fíjense qué honrado es el PP

Rosa Paz

Uno de los elementos del argumentario del PP que sus dirigentes tienen más interiorizado es aquel que consiste en repetir frases del estilo: “Fíjense ustedes si este partido combate la corrupción que la justicia investiga la Gürtel y el caso Bárcenas estando el PP en el Gobierno”. Lo dicen como queriendo dar a entender que el Ejecutivo podría impedirlo si quisiera y trasmitiendo la idea de que el poder político tiene la potestad de frenar a los jueces y no la utiliza. No la tiene, pero seguro que muchas veces lo intenta. Con estas afirmaciones, los dirigentes del PP no solo pretenden pasar por adalides de la honradez, sino que lanzan además un ataque directo a la imprescindible pedagogía democrática sobre la separación de poderes, de la que tan necesitado está este país.

Pero la realidad es la que es y los ciudadanos saben que el PP ha puesto todas las trabas que ha podido a la instrucción de los sumarios de la Gürtel y de Bárcenas y que los fiscales y los jueces han seguido adelante con ellos, como en su día hicieron con los GAL o los casos Roldán y Mariano Rubio, cuando el PSOE estaba en el poder. Poder que, por cierto, perdieron los socialistas precisamente por esas causas.

A la lista de escándalos del PP se ha añadido en los últimos días el descubrimiento de que Rodrigo Rato, el todopoderoso vicepresidente Económico del Gobierno de José María Aznar, se acogió a la amnistía fiscal de Montoro y está acusado por la Agencia Tributaria de fraude fiscal, blanqueo de capitales y alzamiento de bienes. Las imágenes de su detención el pasado jueves dieron la vuelta al mundo, porque Rato es persona conocida por los medios de comunicación de todo el planeta, dado que a su condición de exministro y exvicepresidente del Gobierno de España une la de exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional.

Ha habido rumores sobre si Rato ha sido elegido por sus antiguos compañeros de partido como chivo expiatorio para frenar el desgaste social y electoral que les están causando tantos y tan graves casos de corrupción. Se dice que ha sido el Gobierno el que ha elegido la fecha del registro policial de sus viviendas y sus despachos y de su arresto durante 8 horas y que habría sido el Ejecutivo el que también habría avisado a la prensa para garantizar la conveniente difusión de la historia. Dudas que de momento no se despejan. Porque no se entiende qué beneficio le puede reportar al PP el estallido del caso Rato a cinco semanas de las elecciones. Salvo que se temieran, claro, que el juez podía ordenar el registro para la jornada de reflexión.

Habiendo sido Rato uno de los hombres más poderosos del PP junto con Aznar, Fraga y el propio Rajoy y siendo tan impactantes los hechos que le atribuye la justicia, no parece que de aquí al 24 de mayo se vaya a dejar de hablar de él. Ni aquí ni en el resto del mundo. Ni parece tampoco que el argumentario citado en el arranque les vaya a salvar de la quema, por mucho que el reaparecido Esteban González Pons lo utilizara el jueves para decir, sin el más mínimo rubor, que “si un partido como el PP no pone ningún obstáculo para que un icono como Rodrigo Rato pase por lo que ha pasado, algún crédito tiene que tener”. Eso es querer apuntarse un tanto sin haber hecho nada para merecerlo. No poner ningún obstáculo -que vayan ustedes a saber si lo ha puesto- es su obligación. Otra cosa habría sido haber denunciado a Rato o a Bárcenas o a Correa ante la Agencia Tributaria o ante la Fiscalía o ante el juez de guardia, eso sí que habrían sido ejemplos de lucha contra la corrupción.

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