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El ¡Viva Mariano! de la derecha europea del austericidio

Rosa Paz

Mariano Rajoy se trajo el jueves a toda la derecha europea a Madrid para celebrar su primer gran acto electoral. Allí estaban la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y algunos ex, como Nicolas Sarkozy, que aspira de nuevo a la Presidencia de la República Francesa, y Silvio Berlusconi, que no puede aspirar a nada porque está inhabilitado de por vida para ejercer cargos públicos. Una docena de jefes de Estado y de Gobierno y más de 2.000 delegados de 40 países, que aplaudieron con entusiasmo el discurso xenófobo de Orbán, y vitorearon a Rajoy: “¡Viva Mariano!”.

Esa concentración de líderes conservadores con la que el PP trata de transmitir la imagen de respaldo internacional, de solvencia y solidez del Gobierno —ya saben eso de que solo si siguen ellos en el poder la recuperación económica se estabilizará y que con cualquiera otro partido llegará el caos y la ruina— prueba que la derecha española no se ha acabado de enterar de las razones por las que los ciudadanos están tan enfadados, incluidos sus votantes. Una irritación que tiene mucho que ver con las corrupciones propias, pero también con esas políticas económicas y sociales que el Gobierno de Rajoy ha aplicado a instancias —según ha declarado muchas veces— de los colegas que el jueves le jalearon.

Así que traerse a Madrid, a dos meses de las elecciones, a quienes personalizan las exigencias del austericidio no parece muy acertado. Los ciudadanos están cabreados porque unas veces por voluntad del propio Ejecutivo del PP y otras por el mandato de esos señores que hace dos días se hicieron aquí la foto —en particular de la señora— se han pegado hachazos a la sanidad, a la educación, a las becas, a los subsidios de desempleo, se ha reformado el mercado laboral para bajar los salarios y precarizar más el trabajo y, en definitiva, se ha hecho pagar las consecuencias de la crisis a quienes no tuvieron responsabilidad en su génesis. 

Y eso —además de Bárcenas, Matas, Fabra, Correa, Granados, Rato y otros tantos— es lo que ha provocado el gran malestar social contra Rajoy y el PP, el que les ha llevado a perder dos millones y medio de votantes en las elecciones municipales y autonómicas de mayo pasado. Últimamente parece que esa irritación se está diluyendo un poco y los populares parecen atribuirlo a lo bien que va todo, pero se podría interpretar que se debe más a que la cercanía de las elecciones ha despertado en muchas personas la esperanza de un cambio de gobierno. 

Rajoy y sus asesores se han empeñado en confiar sus expectativas electorales a la recuperación económica, que no les funcionó ni en las europeas de 2014 ni en las municipales y autonómicas de mayo. Porque a día de hoy sigue habiendo un 23% de paro —más de cuatro millones ochocientos mil ciudadanos sin trabajo— y el empleo que se crea es de tan mala calidad que un 12,5% de las personas que trabajan a jornada completa no sale de su condición de pobre porque su salario es demasiado bajo. Deben de pensar en el PP que a sus votantes esa situación no les afecta, por eso se traen a los líderes de los recortes para dar el tijeretazo de salida de la campaña.

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