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Lo que intentarán que olvidemos del caso Cifuentes

Cifuentes se hace un selfie junto a Mariano Rajoy durante la visita a un centro de FP en Madrid, en enero de 2016.

Carlos Hernández

1.- Rajoy no limpia, Rajoy protege a sus corruptos. Desde Moncloa se intentó este miércoles vender la imagen de un Rajoy contundente que envió a Mª Dolores de Cospedal a la Puerta del Sol para desalojar de su despacho a Cifuentes. El gesto no fue más que la última escena de la obra de teatro que los populares representan en todos y cada uno de los casos de corrupción que les afectan. Acto 1º: defensa a ultranza del sospechoso; acto 2º: eliminación y/o fabricación de pruebas para tratar de exculparle; acto 3º: denuncia de una conspiración contra el PP; acto 4º: encendido del ventilador que esparce mierda a diestro y siniestro para enfangar el terreno de juego; acto 5º: cierre de filas… Solo cuando las evidencias son ya apabullantes se representa el sexto de los actos: liquidación en público del acusado mientras, entre bambalinas, se le sigue protegiendo y se le anima con un “sé fuerte”. Hoy los populares y sus medios serviles intentan que olvidemos aquellos mensajes iniciales tras estallar el “mastergate” y que se resumen en un solo tuit de Cospedal: “Las actuaciones de estos días contra Cifuentes son mezquinas, machistas y miserables. Parece que a algunos les gustaría conseguir lo que no consiguió un accidente de tráfico mortal”. Hoy intentan que olvidemos las carcajadas de Rajoy cuando algún periodista le preguntaba por las irregularidades detectadas en el máster. Hoy tratan de que borremos de nuestra memoria aquel minuto largo de aplausos entusiastas con que la Convención Nacional del PP expresó su respaldo a la todavía Presidenta de la Comunidad de Madrid, a pesar de que ya se había demostrado el cúmulo de falsedades con que había intentado salvar su carrera política.

2.- El PP es el PPM: Partido de la Permanente Mentira. Si se ha sobrepasado alguna línea roja en el caso Cifuentes no ha sido por la publicación del vídeo del Eroski, sino por el nivel de falsedades que han salido de la boca de los dirigentes populares; y ya era difícil después de años de “finiquitos en diferido”. El partido en bloque fue avalando, una a una, las sucesivas versiones de la presidenta madrileña. Poco importaba que cada argumento de Cifuentes fuera más inverosímil y contradijera lo que había dicho anteriormente. “Ya ha dado sus explicaciones”, dijo Rajoy ratificándole su apoyo delante del primer ministro danés; ¡bonito gesto para afianzar la Marca España! “No es culpa del alumno si hay irregularidades”, afirmó yendo un paso más allá Rafael Hernando; “serán los profesores y catedráticos los que tendrán que dar explicaciones”, concluyó el brillante monologuista.

3.- ¿Pero no había sido todo obra del PSOE? El PPM hace mucho tiempo que no se corta y es capaz de decir una cosa y la contraria al mismo tiempo. Cristina Cifuentes y buena parte del partido empezó su defensa achacando el caso máster a una represalia interna por estar luchando contra la corrupción en el PP madrileño. Veinticuatro horas después se olvidaron de su propia teoría y pasaron a culpar directamente a Ángel Gabilondo y a Pedro Sánchez de haber urdido una “trama delictiva” contra Cifuentes. Tras la publicación del vídeo se vuelve al principio sin ningún rubor, a la teoría del “fuego amigo”... y de lo dicho sobre el PSOE ni lo he visto ni me acuerdo.

4.- Los que inflaron su currículum ahí siguen. Aquí el único tonto ha sido el número dos de Podemos en Galicia. Si al estallar el caso Gürtel la primera dimisión no fue la de un corrupto, sino la del ministro de Justicia y el primer condenado no fue un delincuente, sino el juez Garzón… en el caso Cifuentes la primera víctima política fue Juan Merlo, el parlamentario gallego de En Marea. Su falta consistió en incluir en su currículum un título que no tenía y su dimisión es la consecuencia lógica que se produce en cualquier país democrático civilizado… pero esto es ¡España! Aquí siguen en su puesto, entre muchos otros, titulares de currículums mutantes como el presidente del PP canario Asier Antona, el vicesecretario general del PP Javier Maroto, la presidenta del Congreso Ana Pastor, el secretario de Estado de la Seguridad Social (soltero de formación) Tomás Burgos o ese genio llamado Pablo Casado que se sacó todo un posgrado en Harvard sin hacer un examen, en solo 4 días y en un aula de la exótica Aravaca. ¿Nos hemos olvidado ya de todos ellos?

5.- Quien convive con corruptos… La muerte política de Cifuentes no es una venganza por liderar una supuesta cruzada contra la corrupción. La política popular siempre estuvo ahí, mientras el PP madrileño se sumía en el pozo de la inmundicia política. Siempre estuvo ahí y nunca abrió la boca para denunciarlo. Consejera del Canal de Isabel II, mujer de confianza de Ignacio González… sus luchas con Esperanza Aguirre no tuvieron como objetivo limpiar el partido sino, simplemente, hacerse con el poder. Las acusaciones directas de Francisco Granados son solo uno más de los indicios sobre su posible implicación en las tramas Lezo y Púnica. Su actitud frente a la corrupción se resume en lo que ha hecho en estos últimos días: después de negarse a respaldar las iniciativas de la oposición para investigar las irregularidades en la Ciudad de la Justicia, llevó el caso a la Fiscalía en pleno escándalo del máster con el único objetivo de desviar la atención de “lo suyo”. Es muy posible que la mafia haya actuado en este último minuto contra Cifuentes, pero si lo ha hecho se trataría más de un ajuste de cuentas que del asesinato del juez Falcone.

6.- Cloacas y cadáveres en los armarios… El problema de este PP no son las cloacas del Estado o, mejor dicho, no son solo las cloacas. El problema es que Génova tiene los armarios llenos de cadáveres que pueden ser sacados a la luz en cualquier momento por quienes frecuentan las alcantarillas de nuestro sistema. Recordé algunos de los que ya conocemos en un artículo anterior , por lo que no reiteraré el interminable listado que comienza con los sobresueldos en B que, según el tesorero nacional del PP, cobró el mismísimo presidente del Gobierno. Es la propia Cifuentes la que ha denunciado en estos días que durante años la extorsionaron, amenazándola con sacar el cadáver cleptómano que tenía en su armario. Es el propio Ignacio González el que le contó a Eduardo Zaplana, sin saber que estaba siendo grabado por la policía, que un empresario había chantajeado a Mariano Rajoy en su despacho con un vídeo que sacaba a pasear el cadáver de las comisiones ilegales pagadas al PP. Eso es lo que sabemos, por lo que no es difícil imaginar las muchas hipotecas que condicionan la forma de actuar y de gobernar de nuestro presidente y de su formación política. Los hechos que vamos conociendo, día a día, demuestran que cada vez es más difícil distinguir dónde termina el partido y empieza la cloaca.

7.- Rivera al borde de la cloaca. La última lección del máster de Cifuentes nos la ha dado Ciudadanos. En su favor hay que decir que jugó su órdago contra la Presidenta hasta el final y que mantuvo su decisión de apoyar al candidato del PSOE a pesar de las absurdas pero eficaces maniobras del PP para “podemizarle”. En su debe vuelve a estar su miedo a desvincularse por completo de este Partido Popular. Rivera y los suyos siguen más pendientes de lo que dicen sus encuestas que del interés general. El líder de Ciudadanos sabe perfectamente que la regeneración en Madrid y en España no puede llegar de la mano de este PP corrupto. Lo sabe y, sin embargo, sostiene y seguirá sosteniendo a Rajoy en la Moncloa y al heredero de Aguirre, González y Cifuentes en la Puerta del Sol. Rivera debería ser consciente de que cuanto más se acerque a la cloaca más riesgo tiene de pringarse. Si no los tiene ya, es cuestión de tiempo que sus armarios también se empiecen a llenar de cadáveres. Una carga demasiado pesada para quien pretende ser presidente del Gobierno.

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