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Su reino es muy de este mundo

La abogada Polonia Castellanos junto al exministro del PP, Jaime Mayor Oreja

Elisa Beni

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“Consumió su hacienda en pleytos llegando al mayor apuro de la miseria; y lexos de escarmentar, está cavilando por donde introducir recursos, para promover nuevos artículos, y lograr sus infundadas pretensiones”

Leyenda escrita en el óleo “Figura de litigante temerario”

No es lo único que les diferencia del verdadero espíritu de Cristo, pero cada vez es más evidente que el reino de Abogados Cristianos es muy de este mundo y tan mundano es que es el mismo, e igual de delirante, que el que dibuja el partido de ultraderecha Vox. Abogados Cristianos, en este afán de encarnar al martillo de herejes, al ángel exterminador de ateos y ofensores de los católicos, se olvida de todo obstáculo e incluso se olvida del Código Deontológico de la Abogacía. La deontología esa pléyade de normas éticas que hacen referencia a los deberes que todo profesional debe mostrar como mínima diligencia de índole moral a la hora de llevar a cabo su trabajo. Unas normas que, siendo absolutamente laicas, no contradicen en nada las directrices que el cristianismo pueda tener para los casos expuestos. Es más, estamos seguros de que no lo hacen porque, en caso contrario, no cabe duda de que Apolonia y sus legiones se hubieran querellado también con sus hacedores.

Esta vez buscaban la forma de entablar su particular batalla política contra el Gobierno siguiendo la misma estrategia que Vox y el resto de huestes de ultraderecha y que, como ya he explicado, pasa por criminalizar la gestión política de la más grave emergencia sanitaria a la que nunca haya hecho frente nuestro país. Eso no les ha impedido a los abogados autodenominados cristianos, abatirse como buitres sobre las víctimas de tan cruel pandemia. Ni siquiera han revoloteado haciendo círculos sino que se han lanzado directamente a por ellos para conseguir así respaldo para sus acciones legales. Su falta absoluta de escrúpulos, ¡ay, sepulcros blanqueados!, les llevó a crear una página web en la que hacían un llamamiento directo y éticamente blasfemo: “¿Te has visto afectado o has sufrido la pérdida de un familiar? (…) Imaginamos que estás roto y que no sabes qué hacer. Nos gustaría ayudarte”. En realidad estaban cayendo en una de las prácticas mas infames y mas rechazadas de la abogacía, la conocida como ambulance chasers, cazadores de ambulancias, buitres en busca de negocio mientras la gente sufre y está conmocionada por la desgracia. Por ese motivo, el código deontológico de los abogados prohíbe taxativamente la captación de clientes “a víctimas directas o indirectas de catástrofes, calamidades públicas u otros sucesos que hubieran producido un número elevado de personas afectadas y a sus herederos o causahabientes, en ningún caso hasta transcurridos 45 días del hecho”. Blanco y en botella, Apolonia, que lo colocaste en la red el día 24 de marzo cuando ya se contabilizaban por miles las víctimas.

Tan claro era que retiraron la web y los enlaces desde los diferentes medios en los que habían colocado la noticia para obtener repercusión cuando el Consejo General de la Abogacía y su propio colegio profesional les requirieron para ello, aunque eso no es óbice para que la Asociación Libre de Abogados haya presentado una denuncia ante la comisión de deontología del Colegio de Abogados de Madrid, aportando los certificados digitales de la existencia de las páginas. ¿El cazador cazado?

No debe preocuparles mucho. El objetivo final es, desde luego, otro. Lo que buscan es coadyuvar a la pinza penal que la ultraderecha le pretende preparar al Gobierno por su gestión de los efectos de la pandemia, por ver si encuentran algún juez afín que admita a trámite lo que no debería pasar otras puertas que no fueran las del debate político y parlamentario. Ni ellos mismos lo niegan. En la propia web en la que intentaban pescar clientes para sus fines políticos afirmaban sin rebozo “Ejercemos presión política” y “Condicionamos la presión social”. Un gran esfuerzo jurídico de esta extraña asociación, de la que a pesar del nombre la Iglesia Católica no quiere saber nada, dedicada a su afán querellante que ya han utilizado contra Willy Toledo, José Carrillo, Ignacio Aguado, Isabel Celaá, ayuntamientos de Ciempozuelos y de Madrid, Ada Colau, Arcadi Espada, Abel Azcona, Femen, el Coño Insumiso y la madre del cordero que se les ha puesto por delante. Con nula fortuna pero como en este país si sacas dinero, quién sabe de dónde, para vivir de las querella espurias nada te sucede cuando todo queda en nada, pues a tirar millas.

Como lo de conseguir respaldo para una querella masiva se lo ha llevado por delante el miedo a una sanción de los colegios de abogados, por falta de ética –que son muy de rezo y de cilicio, pero poco de respetar las normas– pues han presentado ya ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo una querella que envida y va al órdago. Acusan de omisión del deber de socorro y prevaricación en la gestión sanitaria a Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Carmen Calvo, Margarita Robles, Grande-Marlaska, Ábalos, Salvador Illa, Fernando Simón e Irene Montero. Esta vez les han pisado la delantera y se querellan en tercer lugar tras el sindicato CSIF y el extravagante abogado Valladares, eso sí, ellos contra mucha gente más. Total, por el mismo precio.

Tales querellas deben ser inadmitidas a trámite cuanto antes y sin dar lugar a que la suspensión de actividad del Supremo les dé la cancha y la rentabilidad política que buscan, a través de las redes de la ultraderecha que van a explotar la cuestión y a simultanearla con esa estrambótica exigencia de un golpe de estado con gobierno de concentración con la que se descolgó ayer el líder Abascal. Abogados Cristianos tiene relación con El Yunque y con todo su entramado pero también, no lo niegan, está plagada de miembros que a la vez han sido o son candidatos de Vox, incluido el marido de su cara más conocida, Apolonia Castellanos, que se presentó al senado por Valladolid.

Como ella misma dijo en una entrevista: “nosotros nos contentamos con presionar al legislador”, reconociendo su labor de lobby encubierto que utiliza los mecanismos procesales para hacer su trabajo y que ahora se ha convertido también en un equipo para presionar al Gobierno y hacer política mientras utilizan los saturados recursos de la Justicia para sus fines.

Su reino es de este mundo y nos quieren hacer vivir en él. ¡Que Dios nos coja confesados!

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